Cilic y una lesión acaban con Nadal

Una lesión dejó KO a Nadal

Una lesión dejó KO a Nadal / AFP

Marta Quijano

Triste despedida para Rafa Nadal, que se tuvo que retirar del Abierto de Australia. Unas molestias en el muslo le obligaron a tomar esa ingrata decisión. Bien es cierto que Marin Cilic lo estaba superando, pero con Nadal ningún rival puede darse ganador antes de tiempo. Sin embargo, ya en los últimos cuatro juegos el manacorí arrastraba molestias y se veía impotente para replicar el poderío del croata, que fue un auténtico tormento y pareció por momentos el número uno del mundo. La única buena noticia es que pese a su precipitado adiós, el español será el que seguirá siendo el número uno.

El partido se había torcido para Nadal, con empate a dos sets y dos juegos a favor de Cilic en el quinto, donde Nadal ya era sólo medio Nadal y el croata era el doble. Todo apuntaba a que el partido se había puesto imposible para el español desde que cedió el tercer set. Pero el mallorquin siguió luchando hasta que dijo basta. 

Esta es la segunda vez que Nadal se tiene que retirar en el Abierto de Australia. Ya le sucedió en el 2010, cuando otra lesión le obligó a abandonar en el duelo de cuartos de final ante el británico Andy Murray.

El partido podía haber superado las cuatro horas. Se acabó cuando quedaban trece minutos para la cuarta. Nadal, cabizbajo, tuvo que abandonar en su primer Grand Slam de éste 2018. Hasta entonces, se había visto un partido frenético, espectacular, brillante, desatado y de tenis valiente, donde el croata Cilic había mostrado su mejor repertorio poniendo contras las cuerdas a Nadal en muchos momentos.

Empezó el partido a un ritmo endiablado. Fue a partir del cuarto juego cuando Cilic empezó a sufrir, pero sería un espejismo. Rafa le había puesto una marcha más al partido y se presumía que el croata no resistiría los embates del español.  Para entonces Nadal se gustaba con su saque y no parecía que Cilic pudiera discutirle el servicio. El croata se mostraba errático, gestionando torpemente su adrenalina, y regalando puntos a Nadal hasta que el de Manacor sentenció esta primera manga. Nadal no había brillado pero había jugado con aplomo y parecía que con eso le alcanzaría.

Pero en el segundo set cambió el chip de Cilic, que minimizó errores para canalizar su energia con golpes ganadores y precisos que exigían más de lo previsto a un Nadal que ya no podía presumir de un resto infalible. El saque del croata comenzó a oler a dinamita y Nadal empezó a preocuparse. Además, el gigante croata arriesgaba en cada acción y pese a que seguía cometiendo errores, sacaba rédito con muchas jugadas ganadoras.

Nadal iba a tirones y no conseguía una línea estable de juego. El partido era una noria y las alternancias no daban margen para la confianza ni de uno ni de otro. La contienda estaba tan equilibrada que derivó en un agónico tie break que el mallorquin hizo suyo pese a haber dado síntomas de debilidad y haber sido inferior por momentos a un Cilic que había encontrado el guión perfecto para replicar al número uno.

Y los peores presagios se confirmaron en esta cuarta manga, en la que el croata fue a más, creciendo en cada juego, aumentando la velocidad de sus golpes y exhibiendo su demoledora fuerza en los servicios. Para entonces, el que mandaba era Cilic Nadal íba a remolque. Sufría el balear, al que le costaba Dios y ayuda cada punto. Y ya no le servía sólo con la casta y el coraje, porque Cilic era más jugador, tenía más tenis. El martillo de Cilic golpeaba cada vez con más fuerza y Nadal comenzaba a acusar los golpes. A eso se añadieron las primeras molestias. Nadal pidió auxilio a su fisio, pero éstaba ya sentenciado. Volvió a la pista por pundonor y amor propio, pero Cilic ya se había vestido de verdugo.