Aymar Navarro firma un nuevo hito en el esquí extremo

El freerider aranés conquista una de las líneas más salvajes y expuestas del Pirineo en un desafío marcado por la precisión y el control absoluto

Navarro firma la primera baja al Tuc des Hemnes (2.359 m) cumpliendo con un desafío en casa que tenía en mente desde hace tiempo

Una panorámica del Tuc des Hemnes, para calibrar la proeza da Aymar

Una panorámica del Tuc des Hemnes, para calibrar la proeza da Aymar / Jaime Varela

Sergi Mejías

Sergi Mejías

El 5 de marzo de 2025 quedará grabado en la historia del freeride. Aymar Navarro, el esquiador aranés que ha llevado el steep skiing a otro nivel, ha conseguido lo que hasta ahora parecía inalcanzable: la primera bajada en esquís del imponente Tuc des Hemnes (2.359 m), una afilada aguja pirenaica situada en la Val d’Aran. Una línea de una exposición extrema, que solo ha sido posible tras una meticulosa preparación y un control mental absoluto. 

Un reto personal convertido en hazaña

Para Aymar, este descenso tenía un significado especial. “Era el reto que tenía pendiente en mi propia casa y llevaba años detrás de él”, confesó el esquiador. No solo se trataba de una línea técnicamente muy compleja, sino que encontrar las condiciones óptimas para el descenso era casi una misión imposible. 

La estrategia fue clave. El día anterior, Aymar realizó un exhaustivo reconocimiento de la montaña, ascendiendo hasta el primer cuarto del Tuc des Hemnes para evaluar la nieve. “Es una subida sin tregua, sin zonas de descanso. Además, el viento había transformado algunas zonas en hielo”, explicó. 

Con esa información, el 5 de marzo emprendió el asalto definitivo. Encaró la ascensión sin cuerda, memorizando cada punto clave para la bajada. Una vez en la cima, el momento más delicado: calzarse los esquís sobre una plataforma precaria, realizar un destrepe inicial de 10-15 metros y, finalmente, comenzar el descenso más tenso y comprometido de su carrera. 

Esquí al límite

Cada giro sobre la pendiente exigía una precisión quirúrgica. “No puedes permitirte entrar con velocidad en estos sectores porque, si fallas el control, ya es tarde”, explicó Aymar. En una bajada donde la más mínima imprecisión podría haber sido fatal, cada segundo fue una batalla mental y física. 

Tras superar todos los pasos clave, Aymar alcanzó la base de la montaña y se dejó llevar por la emoción. “Reía, lloraba, gritaba… me tumbé 15 minutos bajo esa pirámide perfecta, simplemente observándola”. 

Un trabajo en equipo y la mirada en nuevos desafíos

Esta gesta no habría sido posible sin el apoyo de Jaime Varela, quien desde la base del Tuc des Hemnes grabó la bajada con dron y garantizó la seguridad del proyecto. “Le agradezco infinitamente que aceptara el marrón de estar ahí abajo, pasando unas cuantas horas de tensión”, bromeó Aymar. 

Con esta bajada, Aymar Navarro suma una de las líneas más icónicas y salvajes a su historial, cerrando un capítulo clave en su casa, la Val d’Aran. Pero el freerider ya mira hacia el horizonte: su próxima gran expedición le llevará a explorar nuevas montañas en busca de desafíos aún más extremos. 

El steep ski sigue escribiendo su historia, y Aymar Navarro es, sin duda, uno de sus narradores más audaces.