DIPLOMACIA

El desacuerdo sobre la base militar británica en Gibraltar frena el Tratado para tirar la Verja

En una negociación paralela, Madrid pide sin éxito a Londres un intercambio de información sobre el flujo de militares y mercancías | Se teme que la postura dura de Defensa de Reino Unido obvie los intereses gibraltareños

Fotografía facilitada por la Armada británica que muestra la salida del portahelicópteros HMS Illustrious del puerto de Portsmouth con destino a Gibraltar.

Fotografía facilitada por la Armada británica que muestra la salida del portahelicópteros HMS Illustrious del puerto de Portsmouth con destino a Gibraltar. / VICKI BENWELL

Mario Saavedra

Reino Unido y

España

negocian sobre las

bases militares británicas

en Gibraltar

. Lo hacen diplomáticos y funcionarios de Defensa y Exteriores, sin presencia de miembros del Gobierno gibraltareño. Es una negociación paralela a la del Tratado para derribar la Verja. Pero la falta de avances y confianza en la primera negociación, la de la cuestión militar, dificulta, bloquea casi, la resolución de la segunda, la civil, que pretende crear una “zona de prosperidad compartida” entre Gibraltar y Campo de Gibraltar; de encajar a ese Peñón de 30.000 habitantes dentro de la zona Schengen y aduanera de la

Unión Europea

tras la salida de

Reino Unido

, la metrópoli, del club de la UE. 

En Gibraltar algunos temen que la postura vehemente del Ministerio de Defensa británico a la hora de defender la autonomía de esa base malogre las negociaciones sobre cuestiones más prácticas, como el flujo de personas y mercancías entre el Peñón y el resto de la Península. 

La Armada Real británica (Royal Navy) tiene un puerto militar donde cada vez repara más buques de Su Majestad. La Fuerza Aérea Real (Royal Air Force o RAF) es dueña de un aeródromo cuya pista de aterrizaje alquila a una empresa que opera los vuelos civiles. Ninguna de esas dos instalaciones militares está dentro de la OTAN, al contrario de lo que ocurre con las bases de Morón y Rota, esta última a poco más de dos horas en coche. España exigió que estas quedaran fuera como condición para entrar en la Alianza Atlántica en 1981. Desde entonces, esas bases militares generan una enorme cantidad de suspicacias y desconfianza entre España y Reino Unido, a pesar de que son ambos países aliados dentro de la organización defensiva. 

Según ha podido saber este diario, España aprieta para que Reino Unido dé su visto bueno a un acuerdo que incluya un intercambio sustancial de información. En concreto, se quiere tener un control de las tripulaciones que entran y salen por el puerto y el aeropuerto. Lo mismo ocurre con el material militar, ya sean los propios buques, submarinos nucleares, material para repararlo, munición, sistemas de comunicaciones… El sistema de información para la entrada fluida que existe para las bases de Rota y Morón (de uso conjunto con Estados Unidos) no aplica aquí. Y Madrid no quiere permitir que entren y salgan a su antojo en espacio Schengen estas tripulaciones y material sin ningún tipo de supervisión. Ni Madrid, ni Bruselas: es España el país garante de esas fronteras exteriores de la Unión Europea.

Hay muchas posibilidades para generar confianza. La realización de ejercicios conjuntos en esas bases, el intercambio de listados de tripulaciones… También se podría tantear la presencia de un par de oficiales de enlace del Ejército del Aire o de la Marina española en esas bases. Pero esto hace saltar todas las alarmas del lado británico y del gibraltareño, por derivación. Genera alergia la presencia de uniformados españoles en lo que consideran territorio gibraltareño. Es la espinosa cuestión de soberanía. Londres alega que nada de esto estaba incluido en el Acuerdo de Nochevieja de 2020, por el que España y Reino Unido fijaron un marco para que la Unión Europea negociara el estatus definitivo de relación de la UE con Gibraltar. Madrid cree que es necesario en general que haya oficiales españoles controlando la entrada de personas y mercancías, pero también de soldados y material militar. 

Tanto Reino Unido, a través de su embajada, como el Gobierno de Gibraltar han rechazado hacer comentarios sobre el tema militar a preguntas de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica. En una entrevista con este diario, el jefe de la misión en España, Hugh Elliott, reconoció que el tránsito de militares en las bases “es uno de los temas que tiene que entrar en el acuerdo”. La Alianza no ha querido responder a las preguntas de este diario sobre si las bases de Gibraltar son un “hub

OTAN

”, como dijo Donald Trump según la prensa gibraltareña, y ha remitido al ministerio de Defensa británico.

Conversaciones en paralelo

Parte de los equipos que participan en las conversaciones técnicas sobre el asunto militar participan también en la “negociación civil” del Tratado. Y, en ocasiones, ambas son vasos comunicantes. Eso se ve bien en el delicado tema de la gestión conjunta del aeropuerto. España quiere un uso conjunto del mismo. El llamado Gibraltar International Airport (sobre la base del aeródromo de la RAF) recibe anualmente alrededor de medio millón de pasajeros (datos de 2019). Muchos son británicos que van a la Costa del Sol. Aterrizan en Gibraltar y luego pasan la Verja para ir a sus vacaciones en España. Pero el Gobierno gibraltareño no quiere permitir que haya control de pasajeros y mercancías hecho por funcionarios de fronteras españoles, con su bandera y su pistola, merodeando por lo que consideran su territorio. La fórmula de tener unos años como intermediarios a funcionarios europeos de Frontex parecía haber sido aceptada por ambas partes, pero aún no se ha decidido el cómo se hará. España pide presencialidad; Gibraltar, control telemático. Si el problema es así ante el paso inocente de viajeros y turistas, es fácil comprender cuál es la dificultad cuando se trata de revisar los documentos y motivo de viaje de las tripulaciones de los buques y submarinos británicos y estadounidenses que entran en Gibraltar. 

Como adelantó este diario, a finales del año pasado se estancaron las negociaciones para evitar un “Gibrexit” duro (la salida sin acuerdo de Gibraltar de la zona europea). El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, dio una especie de ultimátum a la parte británica: la propuesta que había presentado la Unión Europea, acordada con España, era generosa y correspondía a Londres aceptarla o no. Para Reino Unido y para Gibraltar, no hay una propuesta española como tal, sino que hay puntos (se habla de unos 300) que aún deben ser discutidos y acordados. 

Pero no es descartable un giro repentino y el anuncio de un acuerdo. Todas las partes son conscientes de que este es año electoral: autonómicas y municipales en España en mayo, y generales en Gibraltar en octubre y en España en diciembre. El tiempo apremia. En Reino Unido parece haber un gobierno sólido y estable por primera vez en casi un lustro. Políticamente, el momento parece estar ahí, especialmente después de que se despejara uno de los focos de tensión negociadora entre los equipos de Londres y Bruselas, el de la frontera de Irlanda del Norte.

Ese optimismo parece haber contagiado ahora a Albares, que este mismo lunes ha asegurado que puede haber novedades “en breve plazo”, según le ha dicho al presidente de la Diputación de Cádiz, Juan Carlos Ruiz Boix, con quien se ha reunido. El acuerdo está a falta de resolver “un único fleco”, dice Ruiz Boix que le ha asegurado el ministro de Exteriores.