¿Por qué Neymar Jr. ya no genera empatía?

‘O craque’ recoge lo que se ha dedicado a plantar junto a su padre con su defensa a ultranza de la extrema derecha en Brasil

Alienado en su burbuja y sus batallas contra molinos de viento, el ‘10’ ha ahondado una fractura ya insalvable con la sociedad brasileña

Brasil - Serbia: La lesión de Neymar

Neymar se retira lesionado y enciende todas las alarmas en Brasil / SPORT TV

Joaquim Piera

Joaquim Piera

El rodillazo criminal y cobarde de Juan Camilo Zúñiga que casi deja parapléjico a Neymar (y no es una hipérbole) en los cuartos de final del Mundial 2014 creó una conmoción nacional en el país anfitrión. Allí empezó a gestarse una tragedia futbolística del tamaño del ‘Maracanazo’, el 1-7 contra Alemania.

 Dos Mundiales después, la desdicha se ceba con el ‘menino Ney’, con un esguince en su maltrecho tobillo derecho, que puede mermarlo el resto del torneo. Está vez, sin embargo, no hay consternación ni espanto en Brasil, aunque el ‘Hexa’ pueda quedar aplazado una legislatura más.

En realidad, la reacción mayoritaria entre sus compatriotas ha sido de indiferencia o memetizar la situación. En ningún caso, ha habido una ola que deseara su no recuperación como equivocadamente Raphinha propagó en su cuenta de Instagram.

‘O craque’ recoge lo que se ha dedicado a plantar junto a su padre. Hurgó en la polarización cuando apoyó reiteradamente a la extrema derecha en las últimas presidenciales. Incluso así, no hay ahora un sentimiento de revancha, tras el triunfo histórico de Lula da Silva, que evitó que el país se convirtiera en una pseudodictadura.

La promesa de ‘Ney’ de dedicarle un gol a Bolsonaro en el primer partido en Qatar lo apartó definitivamente de la mitad del país. No hay vuelta atrás ni reconciliación posible. Ni marcando el gol del título a lo Iniesta, habrá redención.

Neymar está marcado por la defensa activa de las ideas totalitarias de la ultraderecha y por sus silencios políticos. Como el que ha protagonizado cuando un seguidor bolsonarista acosó e insultó gravísimamente, en el partido inaugural de Brasil en el Lusail Stadium, al cantante Gilberto Gil, ahora con 80 años.

Este episodio, por su absurdidad, sí que ha enrabietado la opinión pública. No ha habido ni una pizca de solidaridad de Ney y su ideólogo padre con una figura íntegra y universal. Porque, si hubiera el Premio Nobel de la Música, Brasil tendría más galardones que estrellas cosidas lleva la camiseta ‘verdeamarela’ y uno de los condecorados sería, sin duda, el cantautor bahiano.

El resto del olimpo brasileño lo conformaría Caetano Veloso, Chico Buarque, la reciente desaparecida Gal Costa, el padre de la bossa nova Joao Gilberto, Milton Nascimento, Tom Jobim que es quizás el mayor exponente de la MPB (Música Popular Brasileirao) o voces como Maria Bethania, Elis Regina y Marisa Monte.

Alienado en su burbuja y sus batallas contra molinos de viento, el ‘10’ ha ahondado una fractura ya insalvable con la sociedad brasileña y ha logrado lo imposible: que una parte del ‘país do futebol’ pase del Mundial.