La mala estrella de Roberto Baggio, una vida en once metros

Hay momentos que atraviesan carreras enteras. A veces duran solo unos segundos pero sus efectos perduran como una herida que no cicatriza del todo. Roberto Baggio vivió uno de esos momentos en la final del Mundial de Estados Unidos de 1994. 

La escena reunió el principal ingrediente de la tragedia: la caída en desgracia del héroe. Baggio, la estrella de Italia, falló desde los once metros en la tanda de penaltis y Brasil celebró el título. ‘Il Divino’ vivió la crudeza del momento con discreción, con ese rictus inalterable que acompañó su carrera, pero algo se rompió en su interior. Si hubiera marcado, Italia habría mantenido sus opciones de ganar el Mundial, pero envió el balón por envió el balón por encima de la portería, y sigue siendo recordado por esa fatalidad. 

“Estaba convencido de marcar, me gustó siempre tomar responsabilidades. Forma parte del juego pero desde los once metros hay reglas diferentes. Yo siempre tiré los penaltis, desde pequeño. Jamás tuve miedo a ese reto con el portero. Es una obviedad, pero quien los tira los puede fallar”, recordó en una entrevista a la revista ‘Líbero’. También fallaron Massaro y Baresi, pero fue él quien salió en la foto. Poco importó que marcara cinco goles entre los tres partidos previos a la final. 

Ese malditismo le acompañó toda su carrera como recuerdan su biografía. “Siempre es recordado por el motivo equivocado. Antes de ese tiro, no había fallado ninguno de los siete penaltis lanzados para su selección. Durante toda su carrera en primera división hasta 2001 marcó 71 penaltis de 79 intentos”. Quizás por eso buscó en el budismo un refugio contra el sufrimiento. El que sintió desde pequeño buscando la validación de su padre o, más tarde, con dos traumáticas lesiones de rodilla y un penalti que aún lo martiriza.