¿Por qué Brasil y Pep Guardiola formarían un matrimonio perfecto?
El fútbol brasileño necesita una refundación en toda regla y, para ello, nada mejor que contar con el Pelé de los banquillos
Implentar el juego moderno y de ataque en Brasil sería la Capilla Sixtina de Pep y su legado se externdería durante décadas
Brasil necesita a Pep y no solo para ganar el ‘Hexa’ en 2026. ‘O país do futebol’ vive una crisis de identidad de mucho calado después de haber sufrido los efectos de una serie de seleccionadores gauchos, Dunga, Mano Menezes, Luiz Felipe Scolari y ahora Tite, que han enviado a la ‘canarinha’ a las catacumbas.
No son pocas las voces que reclaman una vuelta a los orígenes, a la quintaesencia de lo que siempre fue y tuvo que ser Brasil. Una mezcla de de ‘futebol moleque’ (de niños), ‘futebol de várzea’ (el que se juega de forma amateur), ‘jogo bonito’ (convertido en un eslogan publicitario) y ‘futebol arte’. Es una refundación en toda regla que conecte este deporte con las esencias del talento plástico y artístico. Y, para ello, nada sería mejor que contar con el Pelé de los banquillos.
Guardiola es un genio que se mueve por retos. Construyó el mejor Barça de la historia, un equipo de autor irrepetible. Y, después, se fue a llevar el cruyffismo puro al corazón del club de Franz Beckenbauer regido por exfutbolistas (el modelo que sueña Gerard Piqué presidente en el Barça). Y, en Baviera, mostró una sensibilidad única, que después ha repetido en el City, la de adaptar su ideario a la cultura local.
Su siguiente paso tendría que haber sido el United, pero no quiso dejar tirado a su amigo Txiki, que lo esperó lo que hiciera falta.
Por mucho que acabe de renovar hasta 2025 (lo que puede interpretarse como una forma de pacificación para evitar debates estériles), a nadie se le escapa que seguirá en Manchester hasta el día que le plazca.
Como no va a volver al Barça (aquí nos tendríamos que avergonzar colectivamente por qué no se dan las condiciones), lo más lógico es que su siguiente paso sea como seleccionador. Y ahora que la CBF está dispuesta a contratar a un extranjero se le ha brindado una oportunidad magnífica.
Que gane la Champions, ahora que no la disputa el Barça, y después se embarque en el que sería el proyecto más ilusionante y faraónico de su vida. Su obra maestra, su Capilla Sixtina, la culminación de su etapa en el mundo del fútbol. La de implementar el juego moderno y de ataque, acomodado las características autóctonas, no solo en la Seleçao sino en todo el futbol brasileño, lo que empezaría por las selecciones de base (que ya juegan mucho mejor que la principal desde hace años) y que seguiría con la escuela de entrenadores de la CBF.
Su legado se extendería por décadas y no es una exageración, porque el ‘torcedor’ de a pie no soporta más tanta racanería. Y otro aspecto nada menor: Pep igual no tendría que contar con Neymar Jr., que se ha tomado un tiempo de reflexión y medita dejar la Seleçao
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