Argentina: La seguridad es dueña y señora en Bronnitsy

Vero Brunati

Vero Brunati

Con los rusos no se juega. Lo saben desde siempre aquellos que intentaron mojarles la oreja, Napoleón y Hitler incluidos. Son firmes, decididos, perseverantes, resistentes y duros, muy duros. Por eso, en Bronnitsy, el pequeño pueblo de 20.000 habitantes a 54 kilómetros de Moscú donde se concentra la selección argentina, a nadie se le ocurre gastarle una broma al más del centenar de policías y agentes de seguridad que cuidan a Messi y compañía.

El operativo para resguardar la calma en torno al centro de entrenamiento donde se hospeda la delegación realmente impresiona, y también genera cierto rechazo. “Ni vengas hasta acá, no vale la pena, no hay nada que hacer”, le aconsejaba hace unos días un periodista de televisión a un colega suyo de radio que acababa de aterrizar en la capital rusa. Y en el fondo tiene bastante razón.

Jorge Sampaoli no le gusta la presencia cotidiana de la prensa. Ya ocurrió hace cuatro años en Belo Horizonte, cuando los periodistas que cubrían la actualidad de Chile debían pasarse varias horas bajo un solo calcinante frente a la Ciudad Deportiva del Cruzeiro mientras el acceso o la salida del predio estaban prohibidos.

En Bronnitsy, salvo por el calor es incluso peor. Porque en Brasil cuando se abrían las puertas todo el mundo ingresaba sin problemas. Acá no. Primero, a unos 600 metros de la entrada, hay que atravesar dos vallados. Después, un detector de metales. Y por fin, someterse a un exhaustivo control de bolsos y carteras por parte de los agentes desplegados en fila. 

La seguridad es una obsesión en Rusia, y si faltaba algo para incrementarla, el atentado ocurrido en abril en San Petersburgo como represalia a la participación del país en la guerra de Siria multiplicó las alertas.

Pero en el caso argentino hay algo más. El grupo terrorista ISIS amenazó directamente con atacar a Messi (también a Cristiano Ronaldo y Neymar) durante el Mundial, y lo hizo de un modo muy explícito, a través de carteles donde se ve a los jugadores decapitados o maniatados en el suelo.

Por eso, en Bronnitsy no se mueve una mosca sin que haya un policía atento. Perros entrenados para encontrar explosivos, lanchas que recorren las aguas del lugar, que funciona habitualmente como centro de remo, y todo lo que haga falta circundan la zona las 24 horas del día. Y se asegura que el traslado en micro al estadio del Spartak el próximo sábado para el debut contra Islandia pondrá en marcha un operativo digno de Hollywood.

Todo vale para indicarle bien a las claras a quien tenga intenciones poco amigables que con los rusos no se juega. Y si no que se lo pregunten a Napoleón.