MUNDIAL CHILE 1962

Amarildo, el héroe inesperado

Amarildo Tavares da Silveira tenía 22 años y no era más que un suplente de aquella maravillosa selección brasileña en la que Garrincha, Didi, Vavá o Zagallo eran los escuderos del nuevo Rei del fútbol

Jordi Blanco

Aquel joven llamado Pelé y que cuatro años antes, en Suecia, se había catapultado a la historia para conducir a la canarinha al primer título mundial de su historia.

A Pelé el mundo ya le conocía. Brasil le idolatraba sin reservas y a pesar de las pocas referencias internacionales que por aquel entonces existían se daba por supuesto que estaba predestinado a conducir a Brasil hacia su segundo título. Pero Pelé llegó renqueante a Chile y tras marcar un gol en el debut frente a México, se lesionó ante Checoslovaquia... Y desapareció.

Brasil mantuvo la respiración durante cuatro días. De entrada porque se temía lo peor con su estrella. De salida porque cerraba la primera fase ante España y estaba en juego el pase a los cuartos de final. El empate le valía a los brasileños pero los españoles, tras imponerse a los aztecas en la segunda jornada, tenían la clasificación en la mano con una victoria. Y Adelardo adelantó a España. Y Brasil contuvo la respiración... Hasta que Amarildo, el suplente invisible catapultado al campo por la lesión de Pelé, marcó los dos goles que le dieron el pase al equipo de Moreira.

Chile, abrumada por un trágico terremoto meses antes del campeonato, acogió el que los historiadores consideran el Mundial menos brillante de la historia, pero entre todo ello emergió la figura de aquel delantero del Botafogo que supo encajarse en un equipo repleto de figuras sin pretender destacar entre nadie. Colaboró sin marcar en los cuartos frente a Inglaterra y en las semifinales ante los anfitriones.

Y en la final, como quien no quiere la cosa, volvió a ser providencial. Checoslovaquia, la sorpresa del campeonato y que ya había arrancado un 0-0 en la primera fase a los brasileños, se adelantó al cuarto de hora y no fueron ni Garrincha ni Vavá quienes rescataron a Brasil, sino Amarildo, quien le dio el empate con un disparo imposible antes de que la campeona volteara el marcador en la segunda mitad.

Pelé lloró mezcló la pena y la alegría en la tribuna mientras su joven sustituto disfrutaba de la gloria en el estadio Nacional de Santiago. Condenado, decían, a pasar desapercibido, Amarildo fue el héroe sobre el que sustentó el segundo título Mundial de Brasil.

Amarildo en el Brasil-España