Alemania-Francia: La épica semifinal a vida o muerte

Los alemanes igualaron el 1-3 de los franceses en el tiempo extra y se impusieron 5-4 en los once metros

La escalofriante entrada del meta Schumacher a Battiston (55’) no fue ni sancionada por el árbitro

La terrorífica entrada del meta alemán Schumacher al francés Battiston pasó a los anales negativos

La terrorífica entrada del meta alemán Schumacher al francés Battiston pasó a los anales negativos de la historia de la Copa del Mundo / EFE

Pep Costa

Pep Costa

Un partidazo. Épico, vibrante, emocionante, competido, viril, violento, efectivo, espectacular, sincero, mágico, único. La segunda semifinal del

Mundial 82

en el Sánchez Pizjuán entre Alemania y Francia ha pasado a los anales de la historia de la Copa del Mundo por su incertidumbre en el marcador en todo el encuentro y por su desenlace, al margen de vivir todos los alicientes del fútbol y acabar con todos los adjetivos posibles para definir una de las noches más memorables de aquel 1982.

El duelo feroz entre dos de las selecciones favoritas para alcanzar el título final se acabó decidiendo en la tanda de penaltis, después de una prórroga en la que los alemanes llegaron a igualar el 1-3 favorable de los franceses, haciendo honor al tópico legendario posterior de que al fútbol juegan once contra once y siempre gana Alemania. 

Un trallazo por el centro del área de Littbarski, en el minuto 17, había adelantado a los germanos en el marcador en el choque por excelencia del fútbol físico contra el fútbol técnico que tantos éxitos posteriores dio a los franceses, aunque por entonces no habían todavía sumado ningún título. Platini restableció el equilibrio de penalti en el minuto 26, después de un claro derribo de Förster a Giresse.

Tras el pase de Italia a la final superando a la revelación Polonia (0-2) con doblete de Rossi en el Camp Nou cuatro horas antes, el meta germano Schumacher se convirtió ya de salida en la reanudación en uno de los grandes protagonistas de la gran batalla de las semifinales. 

Terrorífica lesión grave

En el minuto 55, y con Francia volcada sobre el rival, una escalofriante y no menos terrorífica entrada del portero de Alemania a Battiston -recién ingresado al césped diez minutos antes- al borde del área en un uno contra uno no fue ni sancionada por el árbitro del partido, el neerlandés Charles Corver, y envolvió el duelo de un halo trágico, al quedar inconsciente tras el choque el defensa galo y sufrir una fractura de vértebra, conmoción cerebral e incluso tres dientes rotos. Inexplicable. 

La polémica acción descolocó a Francia y reforzó la resistencia de Alemania llegándose con empate a uno hasta la prórroga

Pero en el tiempo extra reapareció de nuevo el espectáculo del fútbol y los franceses se situaron 1-3, con dos tantos de bella factura de volea de Trésor (92’) y de derechazo desde la frontal de Giresse (98’), pero entró un lesionado Rummenigge (102’) que inició la remontada con un remate acrobático a la media vuelta y una semitijera de Fischer (108’) igualó otra vez el duelo fratricida. Inaudito y fantasioso en una prórroga para el recuerdo.

Schumacher-Ettori

Dos equipazos cara a cara para la historia, en manos de la fatídica suerte de los penaltis al límite de sus fuerzas tras 120 minutos apoteósicos. 

De infarto. Empezaron los galos contra Schumacher y terminaron los germanos contra Ettori: 5-4

Marcaron para Alemania Kaltz, Breitner, Littbarski, Rummenigge y Hrubesch y solo falló el madridista Stielike, mientras que para Francia acertaron al final Giresse, Amorós, Rocheteau y Platini, y erraron Six y Bossis.

El seleccionador teutón Jupp Derwall le ganó la épica a vida o muerte a su colega Michel Hidalgo, aunque le acompañó la eterna diosa fortuna desde los once metros. Una semifinal con los mejores y peores ingredientes posibles solo superable a la espera de la final.