El VAR reduce el número de expulsiones en Rusia

Jérôme Boateng, uno de los jugadores expulsados en Rusia

Jérôme Boateng, uno de los jugadores expulsados en Rusia / AFP

Jonathan Moreno

El Mundial de Rusia no será recordado por su brillantez futbolística, salvo contadas excepciones, sino por la implantación del VAR, una revolución tecnológica que ha transformado desde los cimientos el mundo del fútbol. Los colegiados ya no están solos ante el peligro. Ahora cuentan con un chaleco salvavidas en forma de Gran Hermano orwelliano.

La incidencia del videoarbitraje es notoria. Sin atisbo de polémica en toda la competición y para la posteridad quedará ya el gesto de dibujar el contorno de una pantalla con los dedos índices de ambas manos. Incluso, los futbolistas, sabedores que están siendo vigilados minuciosamente, se han prestado menos a la simulación de faltas o penaltis, Neymar al margen.

Sea o no por el VAR, en Rusia se están batiendo todos los registros en positivo de expulsiones. Con cuatro partidos todavía por disputar, sólo cuatro jugadores han enfilado el camino de vestuarios de forma prematura (dos por roja directa y dos por doble amarilla). De las últimas diez Copas del Mundo, la cifra más baja de cartulinas rojas se registró en España 82, con un total de cinco, y la más alta en Alemania 2006, con 28.

El colombiano Carlos Sánchez, por unas claras manos ante Japón, y el suizo Lang, tras empujar al sueco Olsson siendo el último hombre, vieron una roja directa sin discusión.

Precisamente ante Suecia, único equipo que ha jugado en superioridad numérica en dos ocasiones, Jérôme Boateng vio sendas amonestaciones por agarrar a Forsberg y derribar por detrás a Berg. El ruso Smolnikov, en la fase de grupos ante Uruguay, tampoco acabó el partido por acciones sobre Vecino y Laxalt.

En manos de Francia, Bélgica, Inglaterra y Croacia está en convertir a Rusia en el Mundial más limpio de la era moderna. 

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