El Chelsea cierra el círculo y gana el Mundial de Clubes

Los Blues se imponen en la prórroga al Palmeiras (2-1) y conquistan el último título que le faltaba a Abramovich

Azpilicueta fue clave en el triunfo inglés: forzó el penalti, transformado por Havertz, que acabó decidiendo el título

Resumen, goles y highlights del Chelsea 2-1 Palmeiras de la final del Mundial de Clubs

Resumen, goles y highlights del Chelsea 2-1 Palmeiras de la final del Mundial de Clubs / Perform

Joaquim Piera

Joaquim Piera

El Chelsea cerró el círculo y ganó el último título que le faltaba en la era Roman Abramovich: el tan anhelado Mundial de Clubes, con el que queda bautizado como el mejor equipo del planeta. Derrotó, en la prórroga, por 2-1 a un Palmeiras muy combativo, que lo dio todo, pero que acabó sucumbiendo a un penalti forzado por Azpilicueta y transformado por Havertz.

Chelsea - Palmeiras

Mundial de Clubes 2021 - Final

2
1
Alineaciones
Chelsea
Mendy, Christensen (Sarr, 90'), Thiago SIlva, Rüdiger, Azpiliciueta, Kante, Kovacic (Ziyech, 90'), Hudson-Odoi (Saúl, 75'), Mount (Pulisic, 30'), Havertz y Lukaku (Timo Werner, 75').
Palmeiras
Weverton, Gustavo Gómez, Luan, Piquerez, Marcos Rocha (Deyverson, 117'), Danilo, Zé Rafael (Jailson, 59'), Raphael Veiga (Atuesta, 76'), Dudú (Rafael Navarro, 102') y Rony (Wesley, 76')

Los Blues martillaron desde el pitido inicial en un escenario táctico previsible, con el Verdao replegado con una línea de cinco atrás y sintiéndose confortable con su fútbol reactivo de achicar espacios.

Los de Tuchel, sin embargo, fueron incapaces de transformar su mayoría absoluta en la posesión (un 69% en los primeros 45 minutos) en ocasiones de gol. Y sus dos únicas finalizaciones entre los tres palos no llegaron hasta el tiempo de descuento, una de ellas con un misil de Thiago Silva, que su compañero en la Seleçao, Weverton, mandó a córner.

Al Chelsea se le veían las costuras. Podía apretar, con su presión de bloque alto, pero no ahogaba. Sin clarividencia en la creación (con el Palmeiras muy bien en las ayudas), se la iba a jugar en algún hachazo de Lukaku (extremadamente marcado por una telaraña defensiva) o a balón parado.

Por su parte, los brasileños, acostumbrados a gozar en el sufrimiento, seguían entregados a su doctrina de trabajo a destajo sabiendo que sus opciones pasaban por aprovechar un solo balón. Por eso, el 0-0 del descanso les sonaba a gloria.

EL CABECEO DE LUKAKU

Algo cambió. El Chelsea, teniendo la percepción que la final se le podía complicar, puso una marcha más: en la circulación del balón, en la presión, en la intimidación. Y el Palmeiras ofreció los primeros síntomas de congoja.

Los Blues olieron la sangre. Hudson-Odoi, que dominaba el flanco izquierdo a placer, se sacó un centro milimétrico. Y Lukaku, en su espacio natural, cabeceó con autoridad ante la presencia de Piquerez y Luan. Un remate imparable, de ‘9’ auténtico.

EL FALLO DE THIAGO SILVA

El Verdao estaba grogui, navegando sin norte… y apareció la mano tonta de Thiago Silva. Incomprensiblemente, el central brasileño extendió el brazo ante la presencia de Gustavo Gomez y tocó el balón. El carioca es reincidente en este tipo de jugadas (con la Seleçao y cuando jugaba en el PSG). Con 37 años cometió un error de juvenil. El VAR certificó la pena máxima, que Raphael Veiga transformó con maestría engañando a Mendy, el mejor portero del mundo.

El empate rejuveneció al Palmeiras, que se creyó que podía ganar. Abel Ferreira recompuso la medular con Jailson y Atuesta, más músculo y menos calidad, ya que sacrificó a Raphael Veiga. Y Tuchel se la jugó sacando sus dos mejores jugadores, Hudson-Odoi y Lukaku, y dando entrada al criticado Timo Werner y al excolchonero Saúl. Fueron reajustes tácticos pensando en la prórroga.

AZPILICUETA DECANTÓ LA FINAL

En la media hora añadida, el Chelsea fue mejor. Recuperó el temple, el criterio y el atrevimiento. Avisó con un balón al larguero de Werner (en caso de entrar habría sido anulado por el VAR por fuera de juego) y se hizo el dueño del partido.

El Palmeiras, defendiéndose siempre con orden, solo miraba al reloj. Y allí llegó la jugada clave del encuentro, Azpilicueta remató y el balón tocó en las manos de Luan. Protestaron los Blues y el VAR mostró el camino de la pena máxima. Havertz no perdonó. Marcó y decidió la final.