Adrián Ben nada puede hacer ante el 'ciclón Brazier'

Ben, contento con su participación

Ben, contento con su participación / EFE

Albert Gracia

Fue imposible. Un eterno horizonte. Adrián Ben sabía que era difícil, una utopía, pero en el fondo fondo de su corazón había la esperanza de poder soñar con algo grande: una medalla. No tenía nada que perder y mucho que ganar. Ya había hecho historia metiéndose en una final. Pero nada pudo hacer. 

El joven atleta del Barça se tuvo que conformar con ser el mejor atleta en los 800 de la historia del atletismo español con su sexta plaza. No es mal botín para un chaval de 21 años que se vio fuera de los primeros puestos demasiado rápido. Vázquez le imprimió un ritmo brutal a las primeras de cambio, rompiendo la carrera y quedándose junto a Brazier en los primeros 600 metros. 

Tuka y Rotich aguantaron el tipo al mismo tiempo en el que  Vázquez comenzó a desfondarse. No así el americano, que todavía le metió una marcha más a su brutal ritmo para irse solo a la recta final 1:42.34. Brazier pulverizaba el récord de los campeonatos. Nadie logró acercarse a él. Ni siquiera pudieron tocarle. 

Tras Brazier entraron Tuka (1:43.47), que sufrió y mucho y un renacido Rotich (1:43.82) que estuvo cerca de llevarse la plata. Adrián Ben (1:45.58) que se había quedado rezagado, luchó como un guerrero para acabar siendo sexto tras recoger dos cadáveres en los últimos 100.

Tras la carrera, el de Viveiro no pudo ocultar su alegría por la proeza que había realizado con tan solo 21 años: “Estaba cansado porque han sido tres finales en cuatro días. Me llevo una segunda mejor marca de mi vida en estos Mundiales. Estoy contentísimo”. 

Preguntado por si había pensado rendirse cuando vio que la carrera se rompía, Ben lo tuvo muy claro: “No me he rendido nunca. No he llegado hasta aquí para irme con la octava plaza. Han salido rapidísimos pero mi plan desde el principio era hacer mi carrera”.