Tesla Model X 100D

Prueba del Tesla Model X, desmitificando el coche eléctrico

El SUV de Tesla ofrece una gran carga tecnológica y una de las mejores autonomías del mercado por 119.380 euros.

El Model X es enorme. Impone tenerlo delante.

El Model X es enorme. Impone tenerlo delante. / OSCAR FONTÁN

Àlex Soler

Àlex Soler

Una de las misiones principales de Tesla es desmitificar el vehículo eléctrico. Desde luego, este Model X es un gran contendiente para conseguirlo con un diseño actual y atractivo, que no dejará a nadie indiferente, una autonomía correcta y una carga tecnológica abrumadora. Todos estos argumentos le convierten en uno de los mejores eléctricos disponibles en el mercado, aunque la cantidad de rivales que están por llegar se lo pondrán difícil.

La propuesta de Tesla para el segmento SUV es un coche enorme e intimidante. De hecho, mide 5,05 metros de largo y roza los dos metros de anchura, algo que obligará al usuario a tener un garaje grande para poder aparcarlo sin problemas. Entre sus principales características estéticas destacan un morro marca de la casa, con una franja que recorre el frontal de faro a faro con la gran ‘T’ en medio, unos grupos ópticos exclusivos del modelo, algo que Tesla hace para crear una firma lumínica específica para cada coche, la ausencia de parrilla, ya que no la necesita, una línea del techo que cae hasta el trasero y la falta de salidas de escape.

Con un diseño más acertado delante que detrás, el Model X llamará la atención por su tamaño y por ser un vehículo que no se ve demasiado. Como en el Model S, los materiales de su silueta no le harán un favor cuando se circulo por encima de los 100 km/h, ya que el ruido aerodinámico romperá con una sensación de conducción tan suave como relajada.

La pantalla de Tesla

El Model X presenta un interior calcado al del Model S en la parte delantera. Un cuadro de instrumentos digital acompañará a la inmensa pantalla de 17 pulgadas desde la que se controla todo en el vehículo, desde la música hasta la altura de la suspensión. Muchos dicen que puede ser una distracción, pero tras comprender sus mecánicas resulta un acompañante ideal. Ver el mapa del GPS a pantalla completa es impresionante y su situación ayuda al conductor a buscar la información que quiera sin despegar demasiado la vista de la carretera. Una suscripción gratuita a Spotify Premium será la guinda del pastel gracias a la conexión permanente del SUV a Internet. No obstante, de nuevo los materiales serán su punto débil. Aunque la versión que probamos tenía el interior premium, los materiales del volante o el salpicadero podrían mejorar, sobre todo teniendo en cuenta que cuesta 119.380 euros. La accesibilidad es perfecta, con funciones como apertura y cierre automático de puertas, y la posición de conducción es muy correcta.

Lo mejor del Model X es, sin duda, las cuatro plazas traseras (probamos la versión de seis) a las que se accede mediante unas impresionantes puertas de ala de gaviota. La fila del medio, formada por dos asientos muy separados, ofrecen un espacio inmenso para disfrutar de su suavidad en marcha. La banqueta trasera, más indicada para niños, ofrecerá menos espacio, pero puede salvar la situación y acoger a adultos no muy altos.

Todos los asientos son muy cómodos y el enorme tamaño de sus ventanas y parabrisas, el más grande del mundo en un turismo, aportan luz y una sensación de amplitud muy acertada. Esta versión, no obstante, presenta un maletero que, aunque correcto, queda algo escaso. El portaequipaje delantero, en ausencia del motor de combustión, lo compensa, pero las maletas más grandes podrían no caber. El doble fondo del maletero trasero es perfecto para guardar los cables y adaptadores de carga.

En marcha

En marcha, el conductor tradicional se encontrará con un vehículo silencioso y muy fino. La suspensión filtra todos los baches y su gran estabilidad, aquí la batería aporta un plus, contribuye a su comodidad en marcha. Los 423 CV que ofrecen sus dos motores eléctricos, uno en cada eje, son suficientes para que acelere de 0 a 100 en solo 4,9 segundos, algo encomiable en un coche de más de 2.500 kilos. Además, al ser un eléctrico, ofrece toda su potencia desde cero, aportando un extra de deportividad en un vehículo muy sobrio a la par que ágil. Conducir rápido es una posibilidad y sus frenos responderán, aunque se echa en falta algo de contundencia. Sin embargo, el Model X es un vehículo que invita a conducir tranquilo.

Con el Autopilot activado, la función estrella de Tesla, el Model X seguirá la ruta establecida siempre y cuando detecte las líneas de la carretera, siendo capaz de adelantar si así lo indicamos. Es obligatorio llevar las manos en el volante, porque el sistema aún no ofrece autonomía total. No obstante, y aunque hay que mantener la atención, reduce el cansancio en marcha. Tesla seguirá mejorando este sistema porque aún debe pulir algunos aspectos, ya que en algunas situaciones donde se pierde la línea de la carretera se debe actuar rápido para no tener un susto.

Los 565 kilómetros de autonomía (NEDC) que declara Tesla, se nos quedaron en 451, una cifra que puede parecer corta, pero que iguala a la de muchos vehículos de lujo de gran cilindrada. Otro aspecto importante es que el conductor debe centrarse en practicar la conducción más eficiente posible, apoyándose en el freno regenerativo para recargar batería en marcha, siendo factible viajar de un punto a otro sin pisar el freno. Esta función es regulable en el menú 'ajustes' de su pantalla.

Ficha del Tesla Model X en Motor Zeta.

Como todos los eléctricos, su precio puede ser la principal barrera, pero Tesla propone un vehículo muy capaz de conseguir lo propuesto: desmitificar el eléctrico. El Model X será capaz de satisfacer a los más exigentes, aunque se deberán pulir algunos aspectos para ganar la batalla al Audi e-tron y al futuro Mercedes-Benz EQC, sus principales, y más asequibles, rivales en el campo eléctrico.