Mazda CX-30

Prueba del Mazda CX-30, la pieza que faltaba

Probamos el nuevo SUV de Mazda, que llega para situarse entre el CX-3 y el CX-5 en su gama crossover.

Mazda CX-30.

Mazda CX-30. / MAZDA

Àlex Soler

Àlex Soler

Mazda ha lanzado este año el CX-30, un SUV mediano que debutó en marzo en el Salón de Ginebra y llegó para situarse sobre el CX-3, su todocamino compacto, y bajo el CX-5, el grande, en una gama crossover aún más completa. En términos de diseño, Mazda no arriesgó y volvió a crear un vehículo muy atractivo visualmente. La gran novedad, como ocurrió con el <strong>Mazda 3</strong>, fue la introducción del motor Skyactiv-X en su oferta. Según la marca, este propulsor de gasolina es de los más eficientes del mundo.

Además de con el nuevo Skyactiv-X, que además es el más potente, el CX-30 está disponible con un bloque diésel, el Skyactiv-D, y, con el de la unidad probada, uno de gasolina, el Skyactiv-G.

El Mazda CX-30 sigue el lenguaje de diseño Kodo, uno de los puntos características de la firma de Hiroshima, y se presenta como un vehículo sobrio, atractivo y elegante. Como sus hermanos en la gama SUV, destaca una enorme parrilla delantera escudada por dos grupos ópticos finos, una silueta a base de líneas muy fluidas para crear sensación de movimiento. De hecho, prácticamente parece que no tenga líneas. El toque campero y robusto se lo dan las protecciones que recorren toda su silueta. Aunque rompen con la fluidez del coche, dichas protecciones le aportan más carácter campero que al CX-5 y al CX-3.

En el interior, el CX-30 bebe directamente del nuevo Mazda 3 y presenta un interior prácticamente calcado al de su compañero de gama. En ese sentido, apuesta por un habitáculo elegante en el que destacan sus materiales, de calidad. En el SUV medio de Mazda, el interior trabaja para hacer sentir cómodo al conductor, con un sistema operativo muy intuitivo, pocos controles que desvien la atención y sistemas como el Head-Up Display, que funciona mucho mejor que el del Mazda 3, para no tener siquiera que despegar la vista de la carretera. La pantalla central no es táctil y es algo pequeña (8,8 pulgadas) en comparación con otros modelos del mercado. La accesibilidad es buena y la posición de conducción elevada y acertada. En las posiciones traseras, tres adultos pueden viajar sin problemas. Su maletero de 430 litros será suficiente para poder transportar casi cualquier equipaje.

Cómodo y seguro

La comodidad y la seguridad son seguramente las dos principales virtudes del CX-30 en marcha. Su motor, de 2.0 litros atmosférico de 122 CV de potencia, el mismo que monta el Mazda 3, se vale de un sistema eléctrico de 24 voltios para recudir, poco, su consumo, marcó 6,8 litros en la prueba, y pegar la etiqueta ECO en el parabrisas.

En marcha, el CX-30 se muestra poderoso al acelerar, aunque la sensación de empuje dura poco para pasar a una aceleración lineal al poner la segunda marcha. Es un vehículo que invita a conducir muy tranquilo, con una recuperación correcta aunque poco contundente. El par máximo no se consigue hasta revoluciones altas a las que generalmente se llegará pocas veces. Sus suspensiones dejan menos margen para el balanceo que en otros SUV, por lo que es más estable, aunque filtra bien las imperfecciones del terreno para asegurar la comodidad. Esta estabilidad facilitará los cambios de apoyo bruscos y su dirección, rápida y suave, permitirá 'jugar' en carreteras reviradas, aunque, de nuevo, se echará en falta contundencia al acelerar. Su transmisión manual de seis relaciones es uno de sus puntos fuertes, con una palanca con recorridos cortos y directos y un tacto muy fino.

A esta comodidad se suma un arsenal tecnológico a disposición del conductor para evitar sorpresas en marcha. Durante la prueba el control de crucero adaptativo pareció muy conservador, reduciendo demasiado la velocidad en curvas abiertas, y la alerta de cambio involuntario de carril algo brusca al acercarse a los límites de la carretera, actuando sobre la dirección con contundencia. No obstante, son matices a destacar entre un sinfín de ayudas que cumplen con su cometido: 'blindar' el vehículo para limitar al máximo las posibilidades de sufrir un accidente.

Ficha técnica del Mazda CX-30 Zenith Skyactiv-G

En conclusión, el Mazda CX-30 es un coche ideal para familias. Es suave, espacioso, cómodo y seguro. Su condición de SUV le permitirá salir del asfalto sin contratiempos. La sensación general, es que el chasis podría soportar un propulsor más potente, aunque el Skyactiv-G cumple. Todo, por 27.675 euros.