MERCEDES-AMG GT R

Mercedes-AMG GT R, la bestia del 'Infierno Verde'

El modelo más bestia de Mercedes puede parecer tranquilo en ciudad, pero se vuelve extremo cuando se le incita.

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Su imagen imponente es solo un avance de lo que ofrece en carretera. / OSCAR FONTAN

Àlex Soler

Àlex Soler

En 2014, Mercedes-AMG presentó el segundo coche producido enteramente por AMG después del SLS AMG,  el GT. En 2015, la firma alemana lanzó al mercado dos versiones de este superdeportivo, la GT, de 460 CV y la GT S, de 510 CV. Pese a sus grandes prestaciones, Mercedes sintió que faltaba algo, una versión más extrema si cabe, algo que tuviera como única misión ser muy rápido en circuito, aún siendo matriculable. Así, en el Festival de Goodwood de 2016, la marca presentó una variante de alto rendimiento del GT, bautizada como GT R, con 585 CV y unas características ideales para dominar incluso el trazado más complejo del mundo, el 'Infierno Verde', Nürburgring, donde consiguió una marca de 7:10.92, convirtiéndose así en uno de los más rápidos en completarlo.

El Mercedes-AMG GT R llegaba así con más anchura, una suspensión deportiva que le acercaba más al suelo, unos ajustes aerodinámicos que generaban una carga aerodinámica muy importante y una estética simplemente brutal, acompañada de un color verde mate, AMG Light Green Magno (10.900 euros) tan espectacular como llamativo. Con el coche delante, el conductor solo puede que admirarlo empezando por ese frontal que mira desafiante, su enorme morro, que esconde el poderoso V8 de 4.0 litros y doble turbo que lo propulsa, y un trasero corto con un alerón de fibra de carbono y un difusor trasero gigante con una imponente doble salida de escape. Para terminar de abrir la boca a cualquiera que lo mira destacan los enormes discos de freno delanteros y unas llantas negras que contrastan con el color de su carrocería.

UN INTERIOR DEPORTIVO Y DISTINGUIDO

Una vez en el interior, cuyo acceso es un tanto incómodo por culpa de lo bajo que es el coche, se puede observar que no solo rebosa deportividad, sino también la clase que no puede faltar en un Mercedes. Así, además de la fibra de carbono, tan habitual en deportivos por su ligereza, destacan el Alcántara, que envuelve el volante y los asientos, el cuero y las costuras amarillas de contraste que recorren todo el habitáculo. Sin embargo, el plástico negro que recubre los mandos en el centro, que se ensucia muy rápido, rompe un poco con un interior muy cuidado. La mayoría de componentes en el interior, como los controles de la climatización o el sistema de infoentretenimiento, son 100% AMG, reconocibles en otros muchos modelos. 

Ya en el asiento, y como pasa con la mayoría de deportivos, encontramos una posición de conducción muy baja pero muy correcta, con muy buena visibilidad y realmente cómoda, sensación que contrasta con la agresividad general del vehículo.Los asientos deportivos se ajustan perfectamente al conductor, aunque son un poco estrechos, y proporcionan una sujeción ideal para conducir rápido. El único punto débil en este apartado lo marcan la situación de algunos de los controles, como la palanca de cambio, que queda muy atrás y obligará a girar un poco el cuerpo. De la misma manera, los controles para pasar a cambio manual, activar la función Start-Stop o la configuración del escape quedan un poco lejos del conductor, aunque se pueden manipular con facilidad. La situación de algunos controles, como el botón de las luces de emergencia, también podría mejorar, pues puede costar unas horas darse cuenta de que está en el techo. Cabe destacar que el maletero, de 175 litros de capacidad, es más grande de lo que aparenta y puede ser suficiente para escapadas de fin de semana.

EN MARCHA

Una vez sentado y con el cinturón puesto, apretar el boton de arranque supone despertar un motor con mucha mala leche, que rugirá para recordarnos donde estmos sentados. Destaca el selector de modos de conducción, que tendrá un papel importante según el uso que se le vaya a dar. Así, y de manera independiente, se podrá ajustar el comportamiento del motor y de las suspensiones en modo 'Confort', 'Sport', 'Sport+' y 'Race', siendo el modo 'Confort' el más tranquilo y el 'Race' el más extremo. Aunque no es un coche dedicado a pasearse por la ciudad, es importante resaltar que en modo 'Confort' es capaz de controlarse y sorprender con un ritmo y unas sensaciones mucho más agradables de lo esperado. Pese a que la suspensión ya se nota dura en este modo, no genera incomodidad al volante y la suavidad de la dirección acompaña para poder disfrutar de un paseo en el que eso sí, no pasará desapercibido, haciendo girar las cabezas de todas las personas con las que se cruza, ya sea por el color o por el ruido del motor.

Tras salir de la ciudad, donde el coche ha respondido de una manera sorprendentemente correcta, en autovía y autopista la cosa no cambia y sigue manteniendo una suavidad inesperada, aunque siempre sientes que está listo para explotar si lo necesitas. Además, en modo 'Confort', aparece el 'Modo Vela' automáticamente cuando se establece una velocidad de crucero y se deja de acelerar, que baja las revoluciones al mínimo para ahorrar combustible. 

SU VERDADERO CARÁCTER

Ya en una carretera revirada y con el selector de modo en 'Sport+', donde cambian el comoportamiento del motor, se endurecen las suspensiones y el escape se configura en su modo más ruidoso, el AMG GT R se deja de tonterías y libera toda la fuerza de sus 585 CV. En marcha, el cambio automático se ajusta a la voluntad del conductor, reconociendo cuando quiere más o menos caña y estirando las marchas tanto como sea necesario para salir catapultado con una fuerza que hace que a cualquiera se le escape un tímido grito de emoción. Su par máximo, de 700 Nm, lo alcanza desde las 1.900 revoluciones por minuto, haciendo que se sienta su potencia máxima desde regímenes realmente bajos. En modo 'Race' el cambio pasa a manual y todos los ajustes cambian al modo más extremo, aunque su uso debería estar prohibido fuera de circuito.

Con las ayudas activadas, este superdeportivo no tiene problemas para encarar las curvas a velocidades altas y mantenerse pegado en el asfalto. La dirección, endurecida, es muy directa y el morro ataca sin contemplaciones cada curva que encuentra a su paso. El trabajo aerodinámico de Mercedes hace que el vehículo se note estable y controlado en todo momento. Pese a no poder probarlo en circuito, que es realmente su hábitat natural, es un vehículo que puede ofrecer grandes dosis de emoción en carreteras reviradas incluso manteniéndose dentro del límite legal. Para contrarrestar tanta potencia, sus enormes frenos carbocerámicos, que pueden parecer algo bruscos al principio, son muy contundentes y absolutamente necesarios para domar a esta bestia. 

Destaca en esta versión GT R el control de tracción ajustable en 9 etapas, procedente directamente de la versión de competición. Este sistema se controla mediante un mando amarillo en el centro del habitáculo que permite personalizar el grado de control claramente enfocado a rodar por circuitos, ya que en carretera puede ser peligroso omitir las ayudas.

Ver la ficha del Mercedes-AMG GT R en Motor Zeta.

En conclusión, el GT R, pese a ser la opción más extrema de la marca, es un vehículo muy capaz para el día a día, aunque su sonido y consumo (11,4 l/100 km) no lo aconsejan. Es tan cómodo en ciudad, como agresivo y extremo en los modos de conducción más deportivos. Sin duda, un coche más indicado para los fanáticos de las emociones fuertes para pasar días enteros rodando en circuito, que es donde realmente se desenvuelve bien. Sin embargo, no es apto para todos los bolsillos, pues su precio en España parte de los 198.100 euros.