Prueba del BMW i8 Roadster

Prueba del BMW i8 Roadster, un deportivo único

El BMW i8 Roadster es un deportivo muy singular, potente, dinámico y eficiente.

BMW i8 Roadster.

BMW i8 Roadster. / ÀLEX SOLER

Àlex Soler

Àlex Soler

BMW tiene entre su oferta uno de los deportivos más eficientes del mercado, el i8. Este vehículo, de aspecto más propio de un prototipo que de coche de producción, destaca por ofrecer grandes prestaciones y un buen dinamismo con un consumo contenido gracias a su condición de híbrido. En su versión Roadster, lanzada tras su primera actualización, recibe además la etiqueta Cero Emisiones de la DGT, con lo que se convierte también en un compañero ideal para el día a día.

La firma bávara actualizó ligeramente el i8 en 2017 para mejorar, sobre todo, en el apartado técnico, ya que en lo visual apenas cambió nada. En ese sentido, la marca alemana cambió su batería por una de más capacidad, haciendo que el i8 pueda circular en modo eléctrico más de 50 kilómetros. A su vez, el cambio de batería comportó también un aumento de la potencia del motor eléctrico, que pasó de 131 a 143 CV.

Un diseño futurista e impactante

El BMW i8 Roadster se presenta como un modelo futurista con aspecto de superdeportivo. Pese a que puede parecer excesivamente atrevido, sobre todo en la trasera, su estética es todo un acierto y no pasará desapercibido ante los ojos de todos los que se crucen con él. En el frontal, el deportivo híbrido destacará por su agresividad y por la ausencia de la parrilla clásica, ya que el motor eléctrico no precisa de refrigeración, y en la trasera la forma de sus grupos ópticos llamará mucho la atención.

El interior mantiene la coherencia respecto al exterior, aunque es un poco más conservador en su diseño. Un volante exclusivo del vehículo y un cuadro de instrumentos digital también desarrollado para el i8 serán lo más llamativo de un habitáculo donde la fibra de carbono dominará el entorno y una pantalla en la consola central gestionará el sistema de infoentretenimiento, realmente intuitivo y fácil de usar. Sus asientos son cómodos y la posición de conducción es muy baja, aspecto que afecta negativamente a su visibilidad. Con un pasajero, el conductor deberá moverse para mirar al lado derecho en un ‘Stop’, ya que pese a ser ancho no es muy largo.

En la versión Roadster se pierden los dos asientos traseros, aunque en la coupé su tamaño es muy reducido, y se opta por ofrecer más espacio de carga. Todo un acierto teniendo en cuenta que su maletero es muy pequeño, 88 litros. La accesibilidad será sin duda el punto más negativo de todo el coche, con un espacio muy reducido para entrar a través de sus puertas de tipo mariposa que dificulta la entrada y sobre todo la salida del interior.

Dinámico y eficiente

En marcha el i8 es un vehículo que ofrece muchas posibilidades. En primer lugar, se puede circular en modo 100% eléctrico, donde ofrecerá una buena aceleración y una suavidad destacada. Todo, además, sin ruido alguno, ya que el motor de combustión estará parado. En segundo lugar, se puede circular combinando el motor eléctrico con el de tres cilindros de gasolina de 1.5 litros y 231 CV de potencia, con lo que combinados ofrecerán 374 CV. En este caso, la aceleración mejorará, será capaz de hacer el 0 a 100 en 4,6 segundos y el motor de combustión emitirá un ruido profundo que recuerda propulsores más grandes.

Por último, en modo Sport el i8 se valdrá de ambos motores en su configuración más agresiva, endurecerá la dirección y las suspensiones y sacará su máximo potencial. En este caso, el deportivo alemán se comportará como un verdadero superdeportivo con una dirección que atacará las curvas con decisión y responderá bien ante los cambios de trayectoria y unas suspensiones que mantendrán la estabilidad en todo momento a costa de algo de confort. El cambio automático de seis relaciones, preciso y rápido, mantendrá al i8 preparado para salir disparado, y su estabilidad, gracias a la tracción total que le otorgan los dos motores (el eléctrico propulsa el eje delantero y el de combustión el trasero) actuará junto a la suspensión para ofrecer una gran estabilidad, sacrificando algo de confort, y un buen agarre pese a no calzar neumáticos de alto rendimiento. En este caso, el consumo puede alcanzar entre 12 y 14 litros cada 100 km. Aunque es enchufable, en modo Sport cargará su batería bastante rápido para volver a disponer de la energía eléctrica para circular.

Cualquiera de los tres modos es disfrutable y hacen del i8 un vehículo apto para ciudades gracias a su propulsión eléctrica o híbrida (2,1 l/100 km) y una comodidad sorprendente en un vehículo deportivo. Fuera de la ciudad, el i8 Roadster será un acompañante perfecto para hacer rutas largas, gracias a un consumo que se mantiene entre los 7 y los 10 litros cada 100 km y, de nuevo, al destacable confort en marcha. Sin capota, extraíble de forma automática parado o en marcha hasta los 50 km/h, apenas se notarán las turbulencias del aire en los límites legales de velocidad.

El i8 Roadster es polivalente y pese a no ser apto para familias sí lo es para darle un uso diario o divertirse en un circuito. Es cómodo y suave, pero también agresivo y divertido. La etiqueta Cero Emisiones le hace perfecto para la ciudad y su consumo y emisiones impresionan teniendo en cuenta su capacidad deportiva. Su falta de maletero no le permitirá realizar las escapadas cortas, aunque sí admite el equipaje para un fin de semana. Todo, por un precio que parte desde los 160.350 euros.