Santi Hernández: "Solo la magia de Marc puede generar tanta alegría"

El ingeniero de MM93 repasa cómo fue la victoria en Alemania y los meses desde la lesión hasta ese momento

"Lo peor de todo fue no avanzar, no mejorar, los parones, las operaciones, verle sufrir fue tremendo", reconoce

Santi Hernández, jefe de mecánicos de Marc Márquez

Santi Hernández, jefe de mecánicos de Marc Márquez / sport

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Y a está en Groningen (Holanda), con todo su equipo. Hoy han terminado de montar el box en la ‘catedral’ de Assen. Santi Hernández, inseparable ingeniero de Marc Márquez, también ha vivido 581 días de incertidumbre, pero repletos de fe y confianza en su piloto “porque cuando uno trabaja con Marc sabe que, tarde o temprano, todo volverá a su sitio y volveremos a disfrutar de sus carreras”.

Podría retroceder en el tiempo, no sé, a julio del 2020, por ejemplo.

Cuando empieza todo, lo primero que piensa es, bueno, costará más o menos, pero volverá pronto. Le das vueltas a la posibilidad de que necesitará su tiempo pero que volverá pronto. Cuando ves que recae, que se suceden las operaciones, que hay dudas, que todo se retrasa, siempre te entra, no la duda, sino la sensación, cierta, de que él lo está pasando mal y te duele, te duele mucho. Ninguno de nosotros y perdone que hable en plural pero así lo siento y así lo vivimos, tenemos dudas de que volverá a correr pero, sobre todo, lo que nos intranquiliza es que él sufra, lo pase mal.

Qué fue lo peor de todo.

Lo peor de todo fue no avanzar, no mejorar, los parones, las operaciones, verle sufrir fue tremendo y era totalmente nuevo para nosotros. Evidentemente que todos estábamos muy preocupados, pero siempre con la idea positiva de que necesitaría más tiempo de lo normal y listos.

Porque no todo se resumía en volver a correr ¿verdad?

En efecto, estamos hablando del campeón de la década, estamos hablando, respetando, por supuesto, a todos los demás, de Marc Márquez y, por tanto, era, sí, regresar a la competición, pero era volver para enfrentarse a algo que era nuevo para todos nosotros. La reacción de todo el equipo el domingo demuestra, sobre todo, lo mucho que hemos sufrido por él, especialmente por él. Porque cuando reapareció, todos sabíamos que el objetivo no era ganar carreras ni, por supuesto, pelear por el título, sino evolucionar su proceso de adaptación y, poco a poco, volver a pilotar con la agresividad, coraje y determinación que siempre le ha caracterizado.

Marc habla de que esta es su pretemporada.

Y así es, así es. Cuando tú arrancas en invierno, en los test de pretemporada, sabes que, poco a poco, te vas a ir adaptando a la situación. Pero es que él ha llegado al Mundial con el campeonato en marcha, lanzado, con la presión añadida de que has sido el piloto referencia, el dominador y, por tanto, todo el mundo tiene el recuerdo tuyo de cuando ganabas y, la verdad, eso es difícil de asumir.

Pero Marc parece haberse mentalizado muy bien sobre ese nuevo papel.

Porque es ahí donde surge la gran persona y piloto que es Marc, un grande en todos los sentidos. ¿Por qué?, porque, al final, lo que le hace aún más grande es que, cuando todo el mundo cree que nada más pisar el circuito va a ganar, él sabe que tiene un camino muy duro por delante y lo asume con normalidad, sabiendo que no va a ganar cada domingo, lo que, psicológicamente, no es sencillo de soportar para un campeón como él. Y, sin embargo, él lo asume y trabaja duro y con una enorme humildad.

Eso no es nada fácil siendo el rey.

Si para mí, perdón, para todo el equipo, para Carlos (Liñán, jefe de mecánicos), para Jordi (Castellà, mecánico de confianza de Marc), para ‘Ginetto’ (Roberto Clerici, mecánico), para Javi (Ortiz, mecánico), para Carlo (Liuzzi, telemétrico), es decir, para todo el equipo es muy difícil asimilar la situación, imagínate lo que será asumir una situación así siendo Marc Márquez. Pero, insisto, la diferencia está en que tú te animas, ves el final del túnel, cuando compruebas las ganas, el sacrificio, la fe, el trabajo, la disciplina, la tenacidad, la constancia que pone para superarse cada día. Solo la magia y el coraje de Marc podía generar una alegría como la que vivimos el domingo en Sachsenring.

¿Se han sentido solos todo estos meses?

Más que sentirnos solos, nos hemos sentido desolados, casi huérfanos. Este es un equipo que ha construido Marc como él ha querido y con los que él ha querido y, claro, la relación que tenemos con él no es, de verdad, una relación normal. Ignoro si una relación tan estrecha es buena o no para su trabajo y para nuestro trabajo, pero ha dado resultado y es la que es y todos nos sentimos orgullosos de que sea así. Y, claro, cuando te pasas meses sin verlo, bueno, sí, claro, lo hemos visto, escuchado y seguido su evolución, pero no hemos trabajado para él, no hemos competido y eso ha sido muy, muy, duro para todos. A la máquina le faltaba un piñoncito, sí, pero era el piñoncito más importante, el piñoncito que nos hace a todos disfrutar de nuestro trabajo. Lo hemos echado de menos, el equipo estaba cojo.

De ahí, el estallido del domingo.

Repito, el reflejo de lo que somos se ve en los minutos siguientes a la victoria del domingo. Aquella explosión de alegría de todos, global, porque yo creo que todo el mundo se alegró, aquella emoción, los ojos de todos y, cuando digo todos digo de todos, vidriosos, cristalinos, ojos de felicidad, ojos de alegría, de la alegría que sale del corazón, cada uno a su manera, queda claro que nos alegramos por nosotros pero, sobre todo, nos alegramos por él, ha vuelto y se lo merece por cómo es, cómo trabaja, cómo nos trata, cómo compite y cómo comparte. Nunca, jamás, baja los brazos y eso es de admirar.

¿Nunca creyeron que podía volver a ganar en Sachsenring?

Lo ha contado Marc y, como siempre, ha contado la verdad. En ningún momento pensábamos en ganar. Era su circuito talismán, cierto, pero ganar, ganar, no lo pensábamos. Sí creíamos que podíamos hacer un buen resultado y, en ese sentido, el podio nos parecía un triunfo, gloria bendita, el mayor de los éxitos. El problema, no para nosotros, que estamos acostumbrados a sus gestas, es que, en ese rinconcito de tu corazón donde guardas tus cosas, siempre piensas “bueno, ¡ojo!, que es Marc Márquez y la puede liar”, pero no lo verbalizabas, te lo quedabas para ti.

Pero Marc Márquez Alentá volvió a hacer magia.

Pues sí, ha vuelto a hacer magia, algo que ha dejado de sorprendernos. Un tipo de magia a la que nos tenía acostumbrados y que nadie sabe hacer como él. Lo que ha demostrado Marc en Sachsenring es que no se le ha olvidado, para disfrute de todos y el bien de nuestro deporte, protagonizar gestas así.

Y asumiendo grandes riesgos.

Bueno, es que ahí es donde aparece el auténtico Marc, aquel que todos, empezando por él mismo, queremos recuperar. Se pone a llover y, donde los demás hubiesen cortado gas o pilotado con mayor precaución o prudencia, él decide jugársela porque sabe que es el momento de dar el golpe definitivo e intentar ganar. Es ahí cuando sale el gen Marc Márquez y gana. Tenía el podio a mano y él, en lugar de gestionar la carrera y asegurarse el ‘cajón’, gran recompensa para el estado en el que se encuentra, va y decide que “es el momento de apretar, arriesgar y escaparse”. Lo piensa y lo hace. Ese gen es único, es el gen de los grandes, de aquellos que les va la cabeza a mil por hora y asumen el riesgo en milésimas de segundo. Y esa es, de nuevo, la magia de Marc Márquez. Por eso, respetando a los demás, por favor, por supuesto, yo creo que Marc es único.