MotoGP

Pol Espargaró, el primer herido de un Mundial vertiginoso

El piloto catalán de GasGas se estrelló contra un muro de neumático provocando la alarma entre sus colegas, que piden mejor protección en ese punto del trazado de Portimao | "Deberíamos de habernos dado cuenta el jueves que, en ese punto, necesitábamos un 'air fence', una protección de aire", reclama Mir, que apoya a Márquez en su exigencia

El comunicado médico de Pol Espargaró

El comunicado médico de Pol Espargaró / sport

Emilio Pérez de Rozas

No es culpa del Mundial ¡por Dios!, pero el viernes, que solía ser un día para tomar contacto con el circuito, para adaptar las motos al trazado, para palpar las curvas, para decidir la puesta a punto de la moto, para tantear donde ser fuerte y donde conservar, para medir el crono y tomar buena nota, pilotos, ingenieros y telemétricos para, al día siguiente, sábado, apretar de firme, se ha convertido en puro vértigo con el nuevo formato de gran premio, que incluye una carrera al ‘sprint’, es decir, de pocas vueltas, en la tarde del sábado.

El primer día de todo GP va a ser, como ayer, una jornada donde nadie podrá dudar, donde hay que apretar desde el minuto uno, desde que uno pisa el nuevo trazado, para poder meterse entre los 10 primeros que dan derecho ¡ya! a la calificación del sábado, con la que se compone las parrillas de ese mini gran premio y de la carrera grande del domingo.

Caída muy fea

Y en ese querer y necesitar ser veloz, muy veloz, un rayo, ya el primer día, los errores, los despistes, las caídas, las lesiones, las ambulancias, los helicópteros vuelan muy bajito y, en uno de ellos, en el medicalizado, voló ayer el bravo

 Pol Espargaró (GasGas), con fuerte contusión en pecho y espalda (se pierde esta primera doble cita, seguro), cuando perseguía, como todos, a falta de 13 minutos 55 segundos, uno de los 10 primeros puestos que dan derecho, insisto, a la ‘quali’ de hoy en Portimao.

Hubo incertidumbre, hubo miedo, bueno, respeto, dudas, pero cuando vimos moverse sereno al doctor Ángel Charte, que acudió raudo y veloz al muro de neumáticos contra el que se estrelló ‘Polyccio’, pensamos que se había hecho daño sí (se vio colgando una vía de suero y se tapó el lugar donde se le atendía), pero estaba consciente y bien atendido. Luego, tardó en salir, pero la ambulancia lo trasladó pausadamente hasta el helipuerto y, ahora, está controlado en un hospital de Faro, donde pronto verá la luz y recuperará su fuerte salud de gladiador.

«Es evidente», comentó Joan Mir, coincidiendo con la opinión de

Marc Márquez,

«que para mañana mismo (es decir, hoy, sábado) debe instalarse un ‘air fence’, una defensa de aire, en ese punto, pues es peligroso lo que le ha ocurrido a ‘Polyccio’, que se ha estrellado contra los neumáticos y eso es como chocar contra un muro, pues dentro de los neumáticos suele haber cemento». Y el bicampeón mallorquín añadió, no tanto como autocrítica, que también, sino como experiencia: «El jueves deberíamos de habernos dado cuenta de que, en ese punto, no hay suficiente escapatoria y necesitábamos un ‘air fence’. Pero, bueno, ya sabemos cómo va esto, hasta que no ocurre algo no pensamos en la solución».

Y es que todos, todos, tuvieron que correr, a veces, más de la cuenta, porque meterse entre los 10 primeros estaba carísimo, tan caro que había que correr dos segundos más veloces que por la mañana. Y, claro, se cumplieron todos los pronósticos habidos y por haber, menos en quien conseguiría el mejor tiempo, que fue el bravo e intrépido Jack Miller, un australiano de esos locos, del tipo de Casey Stoner, que hizo el tiempo (1.37.709 minutos) con una vuelva suicida, atroz, de susto, vuelta que celebró saliendo volando ¡lo juro! ¡volando! del cambio de rasante de la recta, para aterrizar con la rueda delantera ¡boooom!, mantenerse así, a una rueda, 25 metros y aterrizar con la trasera, mientras cantaba victoria.

Todo lo demás fue muy previsible. Las Honda, todas, empezando por Joan Mir, Àlex Rins y Marc Márquez, que acabó a más de medio segundo del mejor crono, concretamente, a 0.710, recibirán el castigo de tener que pasar hoy por el purgatorio de la Q2 para ganarse, tampoco será fácil, un lugar en la Q1, de lo contrario saldrán en mitad de la parrilla y, ahí, puede ocurrir de todo, no solo caerse, sino caerse en mitad de la jauría.

«Nada nuevo, lo previsible», dijo Márquez, que no se mostró tan desesperado por su ritmo, que es bueno, pero lamentó que su Honda sigue siendo lenta, ineficaz, a una vuelta, es decir, cuando hace el ‘time attack’, vital para poder aspirar a salir delante en la parrilla. «Las cosas se han puesto duras al no tener aún la moto ideal y si sales en mitad de parrilla, cuando llegas a la primera curva ya estas a dos segundos y adiós podio. Así que esa es nuestra mejora más urgente: poder hacer una vuelta rápida, aunque sea suicida».

Viñales, feliz

Y, todo hay que decirlo, en esa misma situación se encuentra una de las revelaciones de la pretemporada, Àlex Márquez, que con la Ducati de Gresini llegó a estar ayer liderando los cronos. Pero, repito, esa tanda se convirtió en un infierno vertiginoso donde haber sido el más veloz no sirvió de nada. «Estoy muy, muy, contento de lo que hecho», dijo el ‘hermanísimo’.

A quien sí le sirvió las urgencias fue a Maverick Viñales (Aprilia, segundo) que disfrutó mucho. «Bueno, hemos visto lo que es un viernes del 2023: todo el mundo va a saco, todo el mundo monta neumáticos blandos, veloces, uno tras otro y cambia todo mucho. Me gusta este vértigo, aunque es peligroso porque debes medir muy bien el riesgo, ya que van a ser 42 carreras y no puedes despistarte, caerte, hacerte daño, pues pierdes muchos puntos, muchos».