Ana y Alejandra, los pilares de Mir

Joan Mir posa sonriente para las cámaras tras conquistar el campeonato

Joan Mir posa sonriente para las cámaras tras conquistar el campeonato / EFE

Emilio Pérez de Rozas

Así, tal cual: "Yo, lo siento, pero voy a necesitar que pasen unos días para asimilar esto. Mira que me había mentalizado para todo, mira que viví el título del 2017 como si fuese la conquista de la Luna, pero esto ha sido demasiado". Mamá Ana Mayrata no tiene ni pizca de reparos en reconocer que lo vivido, el pasado domingo, en Cheste, la conquista, por parte de su hijo del título de MotoGP, ha sido de las cosas impactantes que le han pasado en esta vida.

"Yo, como ya estoy acostumbrada a su grandeza, a su cariño, a su bondad, a su transparencia, a su tacto, pues he de decir que no paro de decirle que lo quiero, que lo admiro y que, por favor, no cambie nunca. Es un sol y, sé, lo entiendo, que la gente pueda pensar que está todo preparado, pero me da igual: Juan es de cristal, se le ve todo, es estupendo, un ser que, entre sus prioridades, está hacer feliz a la gente de su alrededor", explica Alejandra López, mallorquina como Joan, entrenadora de gimnasia rítmica, auxiliar de veterinaria y novia, desde hace dos años, del bicampeón de Moto3 y MotoGP.

Ana es diseñadora de interiores y recuerda que "Joan empezó muy tarde en las motos, sí, a los 10 años o así, pero a los 14 ya decía que iba a ser campeón. Yo le decía, vale, vale, Joan, muy bien, pero lo tuyo son los estudios. Y él se enfadaba y me decía “ves, siempre lo mismo, nunca me crees”; que sí, que sí, te creo, pero estudia". Y, al final, Joan no solo tuvo razón sino que, con 23 años, ya es doble campeón, tarea titánica. "Se fue de casa muy pronto, a los 15 años, bueno, todo el mundo sabe cómo es esto de las carreras, los equipos te lo arrebatan y ellos se van por ahí a jugarse la vida. Y tú te quedas con el corazón encogido y rezando para que no le pase nada".

"Nos conocimos en Palma", explica Alejandra. "Conectamos porque somos iguales: hacíamos la misma chorrada, la misma, y, del grupo, solo nos reíamos él y yo. Y dije, tate, este chaval es estupendo. Es generoso, lo comparte todo, gracioso, no para de buscarte las cosquillas y solo maquina sacarte de tus casillas para, luego, abrazarte con pasión. Pero, eso sí, en cuanto a lo suyo, al deporte, a MotoGP, es obsesivo. No tiene un día de descanso. Soy yo quien he de decirle ¡venga, caray, para y siéntate en el sofá conmigo a ver una serie!"

Y se sienta, sí. Y, luego, se levanta y pasean a sus tres perritos ‘Dakota’, ‘Kirby’ y ‘Bruno’.