Esperando al campeón

Marc Márquez durante la carrera en Jerez

Marc Márquez durante la carrera en Jerez / EFE

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Qué es lo que más encontramos a faltar de todos estos fines de semana de gran premio en los que no tenemos a Marc? Muchas cosas, muchas, pero, sobre todo, tal vez, las risas, las bromas, la alegría fuera del box, en esas cenas final de jornada, en los aeropuertos, en el primer café de la mañana. Marc es extremadamente serio en el trabajo, muy riguroso y exigente, como tiene que ser, pero, después de recoger, nos reímos mucho, mucho, y eso, no solo es sano, sino que forma parte de nuestra manera de afrontar el reto de seguir ayudándole a ser el mejor”.

Santi Hernández, ingeniero de pista del actual campeón del mundo de MotoGP, lleva, como Carlos Liñán, su jefe de mecánicos, diez años junto a Márquez y, después de 128 grandes premios de MotoGP consecutivos, sin fallar un solo fin de semana, conquistando seis títulos y 95 podios (56 victorias), tienen la sensación de enorme soledad. “Me recuerda aquellos duros, durísimos, meses del 2011, en Moto2, cuando tuvo aquel problema de visión, que también nos alejó de él unos meses”, comenta Liñán.

Lo primero que quieren señalar Hernández y Liñán cuando analizamos esta curiosa y dolorosa situación, que, encima, se ha producido en una temporada donde todos estamos confinados, distanciados y con mascarilla, es la pulcritud, la profesionalidad y “sobre todo” el tacto y amabilidad del alemán Stefan Bradl, el piloto probador de Honda, al que le ha caído ‘el marrón’ (y nunca mejor dicho) de sustituir al campeón. De ahí que, antes de hablar de la desazón de no poder tener, convivir y seguir ganando con MM93, quieran decir, al unísono, “gracias, Stefan, gracias por ayudarnos a pasar este trago y, sobre todo, por tratarnos tan bien y ser tan profesional y respetuoso”.

Es ahora, casi sin querer, cuando interviene Alberto Puig, ‘team manager’, máximo responsable deportivo, del equipo campeón, que, de momento, sigue siendo poseedor de la Triple Corona: “Este es, sí, un deporte individual, pero que empieza en el equipo, en la fábrica, con cientos de personas persiguiendo el éxito. Y es en momentos así, de dureza, de dificultad, de lesiones, de obstáculos, cuando el equipo ha de salir a la luz, ha de ser protagonista para apoyar, ayudar y mantener viva la ilusión de los pilotos. Y eso es lo que estamos tratando de hacer, especialmente con Marc o con Cal (Crutchlow), que también está sufriendo mucho”.

Es evidente que, a lo largo de esos 128 grandes premios consecutivos en los que Marc ha convertido a Honda en campeona cada año (a excepción del 2015), el matrimonio Honda-Márquez ha sido total y exitoso. “Honda nació y está en las carreras para investigar, crear, inventar, desarrollar y ganar y es evidente que todo eso, teniendo a Marc, es mucho más fácil de lograr. Cuando uno tiene al mejor del mundo en su equipo es fácil que se malacostumbre a ganar o a estar siempre arriba”.

“Todo el mundo sabe o intuye, por la manera que vivimos los grandes premios, que intentamos ser una familia y más ahora que tenemos a Alex en el otro lado del box”, comenta Hernández, “pero lo mejor que tiene convivir con Marc es que, desde el minuto uno de nuestra relación, desde el minuto uno del jueves, cuando llegamos al circuito, lo único importante es el trabajo. Las risas vienen luego”. “Con Marc lo tienes que tener todo preparado, todo, pues él arriesga tanto, tanto, que has de pensar que, tal vez, tendrás que hacer la moto nueva en minutos. Con Stefan es distinto, él es el piloto probador, él no está aquí para ganar, es más, con él estamos probando muchas cosas para Marc, por eso el equipo, Honda, todos, le agradecemos el esfuerzo que está haciendo cuando él jamás pensó que le tocaría jugar este papel”.

Hernández, que intenta que su equipo no pierda nunca el buen humor, el buen rollo (“seguimos manejándonos con el washap de siempre y, por supuesto, haciendo las habituales videollamadas que hacíamos con Marc, ni más ni menos”), reconoce que la situación para ellos, pese a seguir trabajando duro, es muy distinta a la que se vivió, por ejemplo, en la primera carrera de Jerez. “Con Marc sabes que sales a ganar. Ni él ni nosotros lo diremos públicamente, pero Marc corre para ganar, para subirse al podio, para lograr otro título. Y, de golpe, hemos pasado a correr para puntuar, para acabar lo más arriba posible. Todos damos el cien por cien de nosotros, ¡claro que sí!, empezando por Stefan, pero el cambio es evidente”.

A Liñán no le duelen prendas reconocer que jamás pensó que la vida le sorprendería tanto. “Lo que estamos viviendo todos este año era inimaginable, vivir como vivimos y competir en las condiciones que competimos, me parece increíble. Es por ello que, desde el propio Marc a todo el equipo, nuestro primer deseo es que vuelva la antigua normalidad para todos. Pero, por otro lado, la lesión de Marc nos permite vivir el estado de ánimo, de trabajo, de incertidumbre y dureza que viven muchos otros equipos, aquellos que pelean para acabar el 8º o el 10º, sensación que nosotros jamás habíamos experimentado”.

Ni que decir tiene que el equipo de Márquez solo quiere el bien de su piloto. “Repito, en el 2011, ya vivimos tiempos largos de espera”, señala Liñán, “así que, de nuevo, lo único que queremos es que Marc se cure del todo y, como dice él, vuelva al cien por cien. El mundo, y nosotros, volveremos a disfrutar del mejor Márquez, del más espectacular. Ha de tomárselo con calma”. “Es joven, tiene solo 27 años, ¡mira ‘Vale’, tiene 41!, ya tendrá tiempo de seguir ganando, lo más importante es que, cuando regrese, pueda correr como a él le gusta, al límite, con sus espectaculares ‘salvadas’, que me provocan infartos silenciosos, sus adelantamientos imposibles y haciendo que sus fans disfruten”, comenta Hernández.

Ni Santi, ni Carlos, ni, por supuesto, Alberto, defienden la teoría extendida en el ‘paddock’ de que si MM93 estuviese en pista, ganaría este Mundial con una mano. Muchos basan su pronóstico en la exhibición que hizo en el primer GP de Jerez, en aquella remontada en la que, al no conformarse con el podio, acabó fracturándose el húmero derecho. “Ese discurso se me antoja exagerado. No lo he hablado con Marc, pero, seguro, que a él también. No hay duda de que hubiésemos estado peleando por la victoria, el podio y el título todo el año ¡claro que sí!, estamos hablando de alguien que ha ganado seis de los últimos siete títulos y casi la mitad de las carreras que ha disputado en MotoGP. Pero de ahí a decir que ganaría con una mano va un abismo”.

“Veamos, seamos un poco serios. ¡Esto es el campeonato del mundo, señores!, aquí hay seis impresionantes fábricas y varias decenas de campeones del mundo. Todos saben que Marc es el mejor, que lo ha sido desde que, en el 2013, pisó la parrilla de MotoGP, pero cuesta mucho ganar, mucho, también a él”, añade Liñán. “Lo único que demuestra su carrerón, su remontada, su exhibición, si se quiere llamar así, de Jerez, es que, ese domingo, habíamos conseguido una buena moto, cosa que no siempre es posible y, sobre todo, que él, después de su operación en el otro hombro, el derecho, había hecho un invierno impecable y, sí, estaba listo para pelear, de nuevo, por el título. Esa es la única lectura de la gesta, fallida, de Jerez”.

“Jamás ha sido tan cierto eso de que nunca sabes lo que echas de menos a alguien, hasta que no lo tienes”, comenta Hernández, “aunque todos nosotros sabemos de sobras, mejor que nadie, lo mucho que vale Marc como persona y piloto”, acaba reconociendo Hernández. “Pero pronto estará de vuelta, pronto”.