MOVILIDAD URBANA

Los coches voladores están más cerca que nunca

Los coches autónomos voladores podrían llegar a las ciudades en pocos años y dominar los cielos urbanos en dos décadas.

Prototipo de taxi volador de Aston Martin.

Prototipo de taxi volador de Aston Martin. / MOTOR

Àlex Soler

Àlex Soler

La época en la que en las ciudades convivirán personas, edificios, vehículos y coches voladores está más cerca de lo que parece. En 2040, sin ir más lejos, un estudio de los analistas de Morgan Stanley calculó que este tipo de transporte generará un mercado global de entre 615 billones de dólares, unos 534.000 millones de euros, y 2,9 trillones de dólares, unos 2,5 billones de euros. En este campo no solo entrarán el transporte de personas, sino también de mercancías, sumándose las empresas de reparto y otras compañías a la puja por el negocio.

A su vez, es poco probable que un usuario se pueda comprar un coche volador y lo pilote sin más. La industria avanza hacia la era de los taxis voladores, es decir, drones autónomos que transportarán personas de un lugar a otro. Algo parecido al ‘carsharing’, pero de modo autónomo y volando por la ciudad. Muchas compañías están desarrollando estos vehículos, que dominarán el cielo urbano en unos años. No obstante aún queda mucho camino por recorrer ya que, además de las empresas, las ciudades deberán adaptarse a este nuevo tipo de transporte.

¿Qué se necesita?

El compromiso de las compañías es indiscutible. Desde marcas como Uber o Airbus, hasta AudiRolls-RoyceGeely y Aston Martin, entre muchas otras, están desarrollando prototipos de coches voladores que podrían usarse como taxis voladores autónomos. Por otro lado, el gobierno de Japón, por ejemplo, ha aprobado una hoja de ruta de cara a 2023 para extender y normalizar el transporte volador en las ciudades. En este proyecto, financiado con 4,4 millones de euros, varias empresas, entre las que destacan UberBoeing o Toyota, colaborarán con Skydrive, una startup fundada por un grupo de ingenieros para crear un coche volador fácil de conducir y mucho más asequible que un helicóptero. Su objetivo es darse a conocer en los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio y lanzarlo a la venta en 2023. Aun así, los responsables de este proyecto ven el vehículo mejor posicionado para ser usado como taxi volador. "Si lo utilizamos como un taxi, el precio es mucho más razonable", explicó Tomohiro Fukuzawa, CEO de Skydrive, en su presentación.

Aunque de momento solo el gobierno de Japón se ha lanzado a apoyar esta tecnología, es de esperar que en el futuro se sumen muchos otros países. Los taxis voladores podrían solucionar problemas como la congestión del tráfico y la contaminación de las grandes ciudades. No obstante, hay muchos retos a superar más allá del desarrollo y producción de estos modelos.

En primer lugar la tecnología para conseguir que un taxi volador sea autónomo y seguro aún no está desarrollada. No obstante, en el mismo estudio antes citado, Morgan Stanley argumenta que la tecnología autónoma para estos vehículos es mucho más sencilla de desarrollar que para los coches autónomos, ya que no solo hay muchos menos factores a controlar en el aire, sino que se llevan muchos años usando drones autónomos con fines militares y, más recientemente, en programas piloto de reparto. Una vez desarrollada esta tecnología, los taxis voladores deberán ganarse la confianza de la población demostrando que son seguros y que se adaptan a sus necesidades diarias.

El segundo gran reto será precisamente adaptarse a las necesidades de la gente mediante la evolución de la tecnología para solucionar problemas como una autonomía reducida que no permita recorrer distancias largas o hacer varios viajes sin parar a recargar, un tiempo de carga demasiado largo o una velocidad lenta del medio de transporte.

El tercer reto al que se enfrenta esta tecnología es la adaptación del espacio aéreo de las ciudades y sus tejados de cara a la llegada de estos vehículos. En una primera fase de esta adaptación, en las grandes ciudades, que serán las primeras en albergar estos taxis autónomos en un futuro próximo, deberán aparecer aeropuertos pequeños repartidos por las zonas más transitadas. Estos aeropuertos podrían situarse en tejados o en parkings existentes adaptados para el despegue y el aterrizaje vertical, una tecnología que se prevé indispensable para aprovechar el poco espacio urbano entre edificios.

Más adelante, aparecerán los espacios dedicados exclusivamente a estos vehículos y se expandirán a lo largo de las ciudades hasta convertirse en terminales concurridas que formarán parte del paisaje urbano. No obstante, es improbable que se llegue al punto de recogida y parada en el lugar concreto que quiera el usuario. La logística, el mantenimiento y la recarga de sus baterías se llevarán a cabo en los aeropuertos construidos para esta flota de vehículos, por lo que el usuario deberá desplazarse hasta uno para coger un taxi volador. Será como ir a la estación de bus, aunque a medida que la tecnología avance y su mercado crezca se irán añadiendo más aeropuertos por las ciudades.

El precio, el reto definitivo

Pese a todo, nada de lo anterior servirá si no se cumple el reto definitivo para que esta tecnología pase a formar parte de la rutina de la gran mayoría de la gente. Es muy importante que el precio para los viajes en taxis voladores no supere en exceso lo que cuesta desplazarse en taxi o Uber. Si se consigue contener la cifra, los taxis voladores no solo llegarán pronto a las ciudades, sino que expandirán sus servicios a toda velocidad entre las grandes urbes, ya que los ingresos llegarán de forma regular y se apostará por la inversión en este medio de transporte. Si, por el contrario, el precio es demasiado elevado, quedará reservado a un grupo muy reducido de personas y, por tanto, su expansión será lenta y complicada.

Otros proyectos de movilidad

Proyectos como el Pop.Up Next de AudiAirbus e Italdesign también son atractivos. En este caso, las tres empresas proponen un vehículo formado por tres módulos: neumáticos, habitáculo y dron, que podrían funcionar de modo independiente. En un primer momento, el usuario circularía por tierra con el habitáculo acoplado a los neumáticos hasta que encontrara un atasco o algún obstáculo. En ese momento, un dron VTOL (aterrizaje y despegue vertical) descendería para acoplarse con el habitáculo y despegar para sortear el problema. La plataforma de neumáticos volvería automáticamente a un centro donde recargar sus baterías o, en caso de no necesitarlo, a la situación en la que otro usuario querrá acoplarse para seguir su camino por tierra. Este proyecto, sin embargo, es muy concreto y es poco probable que todo el mundo apostara a la vez por este sistema.

Por otro lado, y con una visión totalmente opuesta, el sistema de túneles ideado por Elon Musk y The Boring Company también ha copado titulares los últimos meses. En este caso, un usuario podría descender a un sistema de túneles subterráneos con su coche mediante un ascensor y situarse sobre una plataforma autónoma que le transportaría a otro punto de la ciudad o a otra ciudad si la infraestructura lo permitiera a velocidades superiores a 200 km/h. Aun así, la inversión necesaria para crear algo parecido a nivel, ya no mundial, sino nacional es prohibitiva, por lo que se prevé difícil su expansión.

El concepto de taxis voladores es mucho más general y de fácil desarrollo que el resto por ser más asequible y de fácil introducción en el medio urbano por escasa necesidad de infraestructura más allá de los terminales donde despegar y aterrizar, con lo que permitirá la competencia y la inversión de muchas compañías de varios sectores y de todo el mundo. Si se cumplen las expectativas japonesas, en 2023 se verán los primeros coches voladores funcionando. Desde entonces, hasta llegar a una ciudad completamente adaptada pasarán posiblemente décadas. Si Morgan Stanley está en lo cierto, probablemente en 2040 habrá muchas ciudades en las que los taxis voladores y los drones repartidores serán parte del paisaje urbano.