FORD GT

Ford GT, la historia de venganza tras 'Le Mans 66' (segunda parte)

Henry Ford II estuvo a punto de rendirse sin ganar a Ferrari. En 1966, la historia cambió.

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Ford seguía mejorando el GT40 pero no conseguia ganar. / MOTOR

Àlex Soler

Àlex Soler

Tras ser contratado por Ford para convertir al GT en un coche capaz de imponerse a los FerrariCarroll Shelby (Matt Damon en 'Le Mans 66') llamó a uno de los mejores pilotos de Estados Unidos, Ken Miles (Christian Bale), para que fuera el encargado de conducir su coche y ayudar en su desarrollo. Miles, veterano de la II Guerra Mundial, se había convertido en un conductor muy famoso conocido por su arte desarrollando vehículos de alto rendimiento. Después de dar unas vueltas con el GT, Miles dijo una sola frase que sacudió a Shelby y a los trabajadores de Ford. "El coche es extremadamente feo".

Ken Miles tomó rápidamente mucho peso en la transformación que sufriría el Ford GT40, que mejoraría sus frenos, el motor, la aerodinámica y el manejo, hecho que corregía uno de sus mayores puntos flacos su estabilidad. A pesar de la mejora, el GT40 no parecía listo para las 24 horas de Le Mans de 1965. Tras meses de trabajo, seis unidades del deportivo norteamericano empezaron la carrera y, de nuevo, ninguna acabó. Además, Ferrari se hacía con su quinta victoria consecutiva. Mientras Enzo veía orgulloso como sus 'Cavallini' galopaban hacia otra victoria, Henry Ford II invertía millones en otro fracaso. El presidente de la empresa norteamericana, entonces, mandó un comunicado a su equipo deportivo con una sola frase: "Será mejor que ganéis".

Un GT40 mejorado vs el nuevo Ferrari P3

Poco antes de la prueba francesa de 1966, muchos dentro de Ford pensaban que su líder se había vuelto loco al no tirar la toalla en su empeño de destronar a Ferrari y seguir inyectando cantidades ingentes de dinero en el proyecto Ford GT40. Sin embargo, después de cientos de horas de entrenamientos, Ken Miles estaba convencido de que el nuevo GT40 sería diferente. El coche era mucho más manejable y conseguía una punta de velocidad de 337 km/h. Gracias a Miles, que se puso al frente de R&D, empresa que compró Ford para desarrollar el vehículo, el equipo se centró en lo importante: en la fiabilidad.

Cuando, después de innovadoras pruebas con ordenador y más entrenamientos, Ford creía que tenía el deportivo perfecto, Ferrari anunció que competiría con un nuevo modelo, el P3, en la siguiente edición de las 24 horas. El P3 era más pequeño que el GT40 y su punta, de 305 km/h, era mucho menor a la de la propuesta norteamericana, pero su manejo, agarre y velocidad en curva lo convertían en un rival muy peligroso. Enzo sacrificó un poco de velocidad por cualquier cosa que pudiera darle ventaja. El P3 era más ligero, ágil y eficiente y por cada vez que paraba a repostar, el GT40 lo tenía que hacer dos veces. Ford tenía un reto mayúsculo y mucho más difícil de lo esperado.

Un golpe de suerte

El día llegaba. Las 24 horas de Le Mans iban a arrancar con ocho Ford GT40 conducidos por pilotos de clase mundial y liderados por el mismo Ken Miles. Por otro lado, Ferrari solo iba a sacar tres P3 a correr. Sin embargo, Enzo se guardaba un as en la manga, el campeón de Fórmula 1 y considerado piloto más rápido del mundo, John Surtees. El propietario de la firma italiana no estaba demasiado preocupado pero, aun así, advirtió a Surtees y le pidió que se asegurara de vencer a los Ford. El campeón de F1 confiaba en que podría conducir más rápido y con más agresividad para imponer un ritmo que los americanos no pudieran soportar.

La fortuna sonrió, esta vez, a Ford. Por razones políticas, Ferrari avisó a Surtees de que iba a ser sustituido por otro conductor. El piloto, al enterarse, se reunió con Enzo en un encuentro que acabaría a grito limpio y con Surtees fuera del equipo, algo que terminaría siendo un error grave para la escudería italiana.

Historia en Le Mans

Se acabó el tiempo. Henry Ford II agitó la bandera de cuadros y las 24 horas de 1966 arrancaron. Al principio, los GT40 consiguieron una gran ventaja, que, sin embargo, no tardarían en perder. El recuerdo de 1964 y 65 se apoderó del ambiente con el abandono de cuatro de las ocho unidades del GT mientras Ferrari poniá dos P3 en las primeras posiciones. Los pilotos de Ford tenían la orden de no exprimir al máximo sus coches. Querían acabar la carrera. Aun así, uno de los conductores hizo caso omiso de las indicaciones, el propio Ken Miles, líder del grupo de desarrollo, quería poner toda la carne en el asador.

Con Miles y los Ferrari dando todo lo que tenían, los italianos vieron como el nuevo P3 no podía aguantar el ritmo de carrera y, al amanecer del domingo, los tres habían abandonado. Por la tarde, al finalizar la carrera, Henry Ford II vio como su equipo conseguía meter tres, de los cuatro GT40 que terminaron, en el top 3 y se hacía historia. Era la primera vez que un equipo americano ganaba en Le Mans.

Dinastía

Hay una palabra que les encanta a los estadounidenses: dinastía. En Estados Unidos se considera una dinastía todo equipo deportivo que marca una época de dominio aplastante sobre los demás conjuntos y gana varios títulos. El equipo Ford, lejos de conformarse con la consumación de su venganza, estaban a punto de convertirse en dinastía. El GT40 ganaría las siguientes cuatro ediciones de las 24 horas de Le Mans, destronando a Ferrari y ganando un prestigio increíble.

Ken Miles nunca vio materializarse la gran superioridad de Ford, ya que murió probando el GT40 tras la primera victoria. Tras años de desarrollo y, según los rumores, casi 500 millones de dólares gastados, Henry consiguió lo que quería, ganar a Ferrari. Sin embargo, y sin querer, hizo algo más valioso: crear uno de los superdeportivos más famosos del mundo. Hace 51 años que el Ford GT ganó Le Mans, el mismo tiempo desde que nació la leyenda.