Opinión

La luz roja de reserva en el depósito de Alonso

Fernando Alonso, en el box de Aston Martin

Fernando Alonso, en el box de Aston Martin / Aston Martin F1 Team

Tras los GP de Australia, China (con la primera de las seis carreras al Sprint del año incluida), Japón y Bahréin, Carlos Sainz ocupa la decimosexta posición del certamen con solo un punto en el casillero; le sigue Fernando Alonso, sin haber podido sumar aun ninguno. Únicamente tres de los seis rookies de la campaña han obtenido peores guarismos que los dos españoles.

En el caso del asturiano este es peor comienzo de temporada desde que debutara en la máxima categoría en 2001. Para encontrar un precedente semejante deberíamos remontarnos a su vuelta a McLaren en 2017 tras la etapa en Ferrari.

Me declaro seguidor incondicional de Alonso, y cada vez más convencido. Cada año que pasa Fernando me parece mejor piloto. Mi admiración por él se disparó cuando acreditó su categoría como piloto en escenarios como Indianápolis, Le Mans, Daytona o el Dakar.

Alonso es el “piloto completo”, la reencarnación en la era digital de aquellos héroes de mi infancia en blanco y negro capaces de brillar en un GP de F1, en una Subida en Cuesta, en un rally o en una carrera de F2 si se terciaba. Gente que lo corría todo, absolutamente todo y que, por añadidura, lo hacía bien llevara el coche que llevara.

Por eso cuando dice “esta ha sido una de mis mejores carreras, y sin embargo no sólo no constará para la historia, sino que pasará desapercibida” hay que poner en valor sus palabras.

En 2023 el Aston Martin sorprendió a la mayoría con ni más ni menos que ocho podios. Excepto a los que lo veían como una copia “pintada de verde” del Red Bull del año anterior. Pero sus soluciones fueron caducando, ya que las actualizaciones del concepto de partida no evolucionaron al mismo ritmo que lo hicieron los coches de sus competidores.

El año pasado ya fue un calvario para los de Silverstone, y este está siendo aún mucho peor. La persecución de los frutos de la llegada de Adrian Newey al equipo propiedad de Lawrence Stroll, y el cambio de reglamento técnico para 2026, asemejan ser tan inalcanzables como los espejismos en forma de oasis que nos aparecen en el desierto, o la marmita rebosante de oro y piedras preciosas que dicen que nace al final de cada arco iris.

Para Alonso, galopar por el almanaque a la búsqueda de ese mañana prometido es como hacerlo sobre la cinta del gimnasio: cansarse sin cesar para no moverse de sitio.

Aquel AMR23 lució con gran esplendor porque llegaba debajo del brazo de Dan Fallows, procedente de Red Bull. Este año ha sido sustituido como director técnico en Aston Martin por un ex Ferrari, Enrico Cardile, que no podrá aportar legalmente sus conocimientos al equipo inglés hasta julio.

De momento la situación de Aston Martin está casi tan verde como su librea. Nos piden paciencia. Nos prometen mejoras. Pero, aunque nadie lo diría, cada año que pasa Alonso cumple uno más. Y ya tiene 43. Fernando sigue en forma, sus cualidades como piloto no han mermado ni un ápice, su prestigio en el paddock es cada vez mayor, la cotización del respeto que merece sigue al alza… pero Don Fernando Alonso Díaz -pongámonos en pie y aplaudamos hasta que nos duelan las manos- es humano, y puede que llegue un momento en que decida decir basta del coche más lento en las rectas, del menos balanceado en las curvas, del que cuando no se queda sin frenos por una fruslería se le sale el volante (¡glups!), o se revuelve caprichosamente al pasar sobre un lechito de gravilla…

La sabiduría de Newey debería ser balsámica, pero… ¿llegará antes que la paciencia de Fernando Alonso muestre la luz roja de reserva en su depósito?

SEAT Arona

SEAT Arona / SEAT