Lewis Hamilton, el campeón de la nueva era

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Laura López Albiac

Laura López Albiac

‘El hijo del viento’. Así apodaron en su día a Carl Lewis, el rey de la velocidad que asombró al mundo en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984. Y más rápido que el viento es también Lewis Hamilton (Stevenage, Gran Bretaña, 7 de enero de 1985), que debe su nombre a la admiración que sentía su padre Anthony por el atleta estadounidense y bautizó a su primogénito como Carl Lewis Hamilton.

Su padre no tuvo una vida fácil, compaginando la escuela nocturna con el trabajo en el ferrocarril público en busca de un mejor estatus para su familia. Hoy día Lewis amasa una fortuna cercana a los 200 millones de euros, lleva una existencia marcada por el lujo y los excesos, disfruta de su condición de estrella mundial en los circuitos y también se mueve como pez en el agua en las pasarelas de moda o en la alfombra roja de Hollywood. Pero a pesar de ello, no olvida nunca sus orígenes humildes. La cultura del esfuerzo, el sacrificio y el trabajo duro han forjado al campeón.

Una infancia difícil

Hamilton solo tenía dos años cuando sus padres se separaron. Fue un niño hiperactivo y conflictivo. Su padre se volvió a casar y llegó Nicholas, su hermanastro que sufre una parálisis cerebral que le afecta al movimiento. Lewis se convirtió en su escudo protector e incluso apadrinó su debut en la competición (BTCC). Se siente muy orgulloso de él y muy unido a su familia en general. Son frecuentes sus vídeos jugando con sus sobrinos o paseando del brazo de su madre. Eso sí, nadie tiene más protagonismo en sus redes sociales que sus perros, de raza bulldog. Roscoe y Coco son sus ‘niños mimados’ y le acompañan a bordo de su jet privado por los circuitos de medio mundo.

De padre negro y madre blanca, Hamilton suele recordar que en el colegio se burlaban de él por el color de su piel. Aquello le hizo ganar seguridad en sí mismo y aprendió karate para defenderse. En el karting encontró la vía para canalizar su furia. Tenía un talento innato y con solo 10 años, en 1995, se proclamó campeón británico. Sin recursos económicos para sustentar su carrera deportiva, Lewis encontró en la figura de Ron Dennis a su mecenas, que le fichó para McLaren con tan solo 12 años.

La carrera de Hamilton en los monoplazas resultó meteórica. En el 2000 ganó el Europeo de karting y un año después se estrenaba en la Fórmula Renault Británica. En 2003 se hizo con el título con dos carreras de anticipación y cambió a la Fórmula 3 Euroseries, certamen que acabó conquistando en 2005. En 2006 ya estaba en la GP2, la antesala de la F1, y también se hizo con el título. Fue su pasaporte a la categoría reina donde tuvo Fernando Alonso como primer compañero en aquel tormentoso 2007.

A partir de aquí, el resto  de su historia es bien conocida como su primer título con McLaren en 2008, que le birló ‘in extremis’ a Felipe Massa, su marcha a Mercedes en 2013 en sustitución de Michael Schumacher, sus desavenencias con Nico Rosberg y los cuatro títulos logrados con escudería de Brackley, para superar en el ranking  a Sebastian Vettel y Alain Prost y situarse a la altura del gran mito argentino Juan Manuel Fangio, que cosechó sus cinco mundiales en 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957. A sus 33 años, Hamilton está marcando una época capaz de deslumbrar incluso a Alonso, que a día de hoy no duda en situarle en su particular ‘top cinco’ de los mejores pilotos de la historia junto a Schumacher, Senna, Fangio y Prost.