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F1

Gilles, el protegido de Enzo, que desató la 'fiebre Villeneuve' en Ferrari

El trazado canadiense donde se disputa el Mundial de F1 rinde homenaje al valiente piloto canadiense que perdió la vida en un accidente en 1982

Gilles Villeneuve, uno de los ídolos en Ferrari

Gilles Villeneuve, uno de los ídolos en Ferrari / Ferrari

Cristina Moreno

Cristina Moreno

El trazado canadiense que acoge este fin de semana la décima prueba del Mundial de Fórmula está situado en la île Notre-Dame, en Montreal, en la zona del Quebec tiene nombre y apellidos: Gilles Villeneuve, el aguerrido piloto canadiense que nunca ganó el título pero que desató la 'fiebre Villeneuve' entre los seguidores de Ferrari.

La actual situación actual de la 'Scuderia' dista mucho de aquella en la que Villeneuve asombraba al volante del monoplaza rojo. En este 205, tras nueve carreras disputadas, el SF-25 no es lo competitivo que debería y el fichaje de Lewis Hamilton, que despertó la expectación en los 'tifosi', no acaba de conectar con su nuevo equipo. Todo ello ha puesto a Fred Vasseur contra las cuerdas sin vistas a recuperar a corto plazo el nivel que necesita el equipo.

Todo ello mientras el campeonato recala en el circuito que da nombre a una de sus grandes leyendas. Un piloto que "se tomaba la conducción muy en serio. Pero le gustaba llevar todo al límite". Así lo describía Harvey Postlethwaite, diseñador jefe de Ferrari en esa época, en una entrevista a 'Motorsport' en 1966 que fue publicada el año pasado. "Gilles tenía esa imagen de estar completamente loco", decía de Villeneuve.

La historia de este piloto canadiense arrancó como una casualidad, cuando James Hunt, piloto de F1, se inscribió en 1976 en la Fórmula Atlantic donde Villeneuve participaba con un March. Su conducción no pasó desapercibida para un Hunt que volvió a Europa maravillado y habló sobre su descubrimiento a los jefes de McLaren. En 1977 la escudería le daba la alternativa en unos test en Silverstone donde causó sensación. No por su velocidad, ni por su estilo de conducción poco ortodoxo, sino por su capacidad para probar los límites, marcarse un trompo detrás de otro y aun así, no dañar el coche.

Unos meses después, el mismísimo Enzo Ferrari lo contrataba para las dos últimas carreras del campeonato como sustituto de una leyenda como Niki Lauda quien, tras haber ganado el Mundial, salió del equipo por sus desavenencias con 'Il Commendatore'. En ese momento Gilles tenía 27 años y dos hijos: Melanie y Jacques, quien años después probaría suerte también en la F1. A Enzo, Villeneuve le recordaba a Tazio Nuvolari, un mítico piloto italiano que se había retirado en 1950, justo cuando empezó la F1.

Enzo y Gilles, en una imagen de archivo

Enzo y Gilles, en una imagen de archivo / Ferrari

Canadá, el hilo conductor

Su debut fue precisamente en el GP de Canadá, celebrado en Mosport Park, donde acabó duodécimo. En la siguiente cita acabó fuera de pista y unas piezas de su coche acabaron impactando en dos aficionados que acabaron perdiendo la vida. Pese a su estreno poco alentador, Enzo seguía creyendo en su apuesta y lo confirmó para el año siguiente como compañero de un experimentado Carlos Reutemann.

Tres accidentes en las tres primeras pruebas reavivaron las críticas pero ni así el capo de Ferrari perdió la confianza en el canadiense. La recompensa acabó llegando y de nuevo, con Canadá como escenario, para alegría del público local que empezaba ya a creer en el rojo. Era la última prueba del campeonato. El curso siguiente llegarían tres más.

En 1979, consolidado en la casa de Maranello, se convirtió en un auténtico jugador de equipo y renunció a luchar por el título para ayudar a su compañero, Jody Scheckter, quien acabaría consiguiendo la corona para Ferrari. El siguiente curso no pasaría a la historia de la Scuderia que volvió renovada en 1981 para reanimar el ánimo de los seguidores. Las victorias de Gilles en Montecarlo y en el Jarama desataron la 'fiebre Villeneuve'.

Paralelismos con Charles Leclerc

Leclerc, en Fiorano, probando el 312 T4 de Villeneuve

Leclerc, en Fiorano, probando el 312 T4 de Villeneuve / Ferrari

Hoy los colores de Ferrari están defendidos en pista por Hamilton y Charles Leclerc. En el monegasco se pueden ver algunos paralelismos con la figura de Villeneuve, como su dominio del italiano pese a ese leve acento francés o el hecho de que llegó para sustituir a una leyenda, en este caso a Kimi Raikkonen. Por ello, Charles tuvo en su día la oportunidad de subirse al 312 T4 que condujo Villeneuve en 1979. Una pequeña travesía en Fiorano que emocionó a los allí presentes. "Parece como si estuviera viendo a Gilles", decía Umberto Benassi, uno de los mecánicos históricos de la marca, en declaraciones que recogía la página oficial de Ferrari.

"Conozco a Villeneuve por el hecho de que era valiente, temerario e indomable. Solo ganó seis carreras, pero probablemente contribuyó como nadie a alimentar el mito del Cavallino Rampante", comentaba por su parte Leclerc.

Final trágico

Su leyenda acabaría, o empezaría, según se mire, en ese trágico 1982. Una temporada atípica en la que hubo 11 ganadores en 16 pruebas y en la que se vivió además una huelga de pilotos.

Todo empezó en Imola, en una carrera en la que se sintió traicionado por su compañero y amigo, la joven promesa francesa, Didier Pironi. Ambos iban en cabeza, pasándose y repasándose hasta que finalmente Pironi lo adelantó y le robó inesperadamente empezando una guerra en Ferrari. De nuevo, según explicó en su biografía Ferrari REX, Enzo, se puso de lado de Gilles.

El siguiente Gran Premio, en Bélgica, presionado por alcanzar los tiempos de clasificación de su compañero, decidió arriesgar y adelantar a Jochen Mass. Había poco espacio y las ruedas de uno y otro acabaron tocando, provocando un grave accidente. Villeneuve salía despedido de su Ferrari y pocas horas después fallecía a causa de las heridas en un hospital de Lovaina.

Se acababa así la carrera de ese carismático piloto nacido en Quebec, que se interesó por la velocidad gracias a las motos de nieve y que recaló en el 'Gran Circo' por una casualidad.