Ferrari, un polvorín tras el lío de Rusia

Vettel le ganó la partida a Leclerc en la salida

Vettel le ganó la partida a Leclerc en la salida / AFP

Josep Viaplana

Josep Viaplana

En Sochi vivimos otro capítulo del evidente desencuentro entre Charles Leclerc y Sebastian Vettel, que está minando las posibilidades de la Scuderia, que ya se ha convertido en un polvorín. Gestionar la situación actual no es fácil, ya que a Mattia Binotto le ha caído toda una patata caliente, pero si siguen desperdiciando las ocasiones como el pasado domingo en Rusia su futuro en Maranello no parece muy prometedor.

Pudo haber sido un doblete, el segundo consecutivo, y la cuarta victoria después del parón estival. Por el contrario, Ferrari regresó de Sochi con una nueva decepción y la sensación de haber dejado escapar una oportunidad de oro en un circuito en el que su coche era más competitivo que el de sus rivales. Después de los triunfos en Spa, Monza y Singapur se esperaba que la recta final de este campeonato permitiera soñar con recuperar el título en 2020, pero el optimismo ha desaparecido de golpe y la realidad nos ha devuelto con los pies en el suelo. Ferrari sigue siendo la casa de los líos.

Fiabilidad

La Scuderia ha conseguido finalmente que el monoplaza tenga un alto rendimiento, en circuitos de características tan diferentes como Monza, Singapur o Sochi. El problema se ha trasladado a la fiabilidad. Un fallo en la parte eléctrica de la unidad de potencia de Vettel le obligó a abandonar cuando era cuarto y generó el caos, ya que al aparcar el coche en una escapatoria provocó la salida del coche de seguridad y permitió a Hamilton y Bottas superar a Leclerc con un rápido pitstop.

Los problemas de fiabilidad no son nuevos. En Bahrein ya se le escapó la victoria a Leclerc por un fallo en la MGU-K, la misma avería que llevó a Vettel al abandono en Sochi.

El KO de Vettel fue el detonante final y supuso un altavoz que magnificó la caja de los truenos. La tensión en la Scuderia fue brutal hasta el momento. Vettel se declaró en rebeldía y no devolvió la posición ganada a Leclerc en la salida, hasta el punto de que el equipo provocó que perdiera la posición en el pitstop.

La estrategia se había discutido extensamente en el briefing previo a la carrera y resultó un acierto, pero las consecuencias del mismo acabaron siendo el principio del fin. “Arrancando primero y tercero, acordamos juntos que debíamos evitar allanarle el camino a Hamilton y que para ello Charles le diera un rebufo a Seb. Charles, según lo previsto, se mantuvo a la izquierda, Sebastian pasó a Hamilton gracias a una gran salida y tomó la estela de Charles”.

Desobediencia

Ferrari pidió repetidamente a Vettel que le devolviera la posición a Leclerc, pero el alemán se negó. “Inmediatamente vimos el video de la salida y, como todo salió según lo planeado, pensamos que era correcto pedirle a Seb que intercambiara posiciones, pero también es justo señalar que en esa parte de la carrera Charles no estaba lo suficientemente cerca, y habríamos perdido algo de tiempo. Sabíamos que podríamos hacerlo más tarde”. El cambio de posiciones llegó con el ‘undercut’ que Leclerc le hizo a Vettel parando tres vueltas antes, aunque según el staff de la Scuderia no se hizo para ganarle la partida sino porque tenía problemas con sus neumáticos. 

¿Hay tensión entre los pilotos de Ferrari? Todo apunta a que sí... y mucha. Cuando un coche es ganador, las relaciones entre compañeros de equipo se vuelven progresivamente más y más incandescentes. Esto, precisamente, es lo que se ha podido desprender de la relación entre Charles Leclerc y Sebastian Vettel desde que el monoplaza ha dado un paso al frente y les ha permitido ganar tres carreras de una tacada.

Para la Scuderia supone un problema, ya que si no se encuentra solución puede comprometer los resultados futuros. Se pidió tranquilidad después de Singapur y ello permitió que no se incendiara todo en Rusia de puertas hacia fuera. De puertas hacia dentro el ambiente era un funeral y se respiraba un clima prebélico.

Mattia Binotto tiene la obligación  de que la sangre no llegue al río. Tiene que calmar los ánimos, deshacer los malentendidos y evitar que estas situaciones, una vez acalaradas, vuelvan a repetirse en el futuro. Su éxito en la operación irá en función de los resultados y no ver a dos coches rojos chocando entre sí, una imagen que se quiere evitar a toda costa porque lo destrozaría todo en mil pedazos.