Lo mejor y lo peor del Dakar

La espera hasta que arranca la prueba es interminable y los nervios están a flor de piel

Nervios en las verificaciones previas del Dakar

Nervios en las verificaciones previas del Dakar / ASO

Josep Viaplana

Josep Viaplana

Thierry Sabine creó hace más de cuatro décadas una prueba de la que jamás pudo imaginar su grandeza. El Rally Dakar es una carrera, desde luego, pero para muchos, la mayoría, la aventura de su vida. Es tan intenso que, pese a que solo son dos semanas, su aurea se prolonga durante todo el año, ya sea para recordar experiencias pasadas como para alimentar sueños de futuro. El Dakar es un modo de ser y una forma de entender la vida.

Cuando uno se inscribe en el Dakar se adentra en un mundo desconocido, sobre todo si es la primera vez y los nervios están a flor de piel. Ello pasa a los pilotos, mecánicos, periodistas y a todo el personal que, de una manera u otra, forma parte de la caravana. Los preparativos en casa, las largas y tediosas verificaciones administrativas y técnicas y ahora los nervios por los resultados de las últimas PCR son para todo participante lo peor de una aventura que jamás va a olvidar.

EL PREMIO DEL DAKAR

En las condiciones actuales no es solo acabar la carrera –hoy sería la guinda- sino estar autorizado a participar. Pilotos, mecánicos y periodistas se han quedado en tierra por dar positivo en el último test. El trabajo de todo un año se va al traste por esta maldita pandemia que nadie sabe ni cómo ni cuándo va a acabar. Hemos visto a muchos llorar por ver como la organización no les admitía por dar positivo de covid y esperan el resultado de un segundo test que obre el milagro. De Villiers, Sara García, mi amigo José Luis Criado y el italiano Danilo Petrucci han sido algunas de las muchas ‘víctimas’ del campamento.

Lo peor es que quien se lo pierde no podrá desquitarse hasta dentro de un año. Aprendí hace muchos años uno de los lemas más repetidos y realistas del Dakar cuando las cosas se tuercen: “C’est l’Afrique, patron”. La indicación sigue latente, más vigente que nunca. Quizás es uno de los motivos por los que el Dakar es lo que es: ‘la aventura de nuestra vida’.