CONSEJOS PARA NAVIDAD

Atención en la carretera durante las fiestas de Navidad

Durante estas fiestas, los trayectos en coche aumentan y debemos aprender a mirar para ahorrarnos cualquier susto.

Conducir en invierno.

Conducir en invierno. / PXHERE

Cuando pensamos en la Navidad, se nos vienen a la cabeza trayectos por carretera, de corta y larga duración, más cohes en las carreteras, más prisas... Por esta razón, durante estas fiestas de Navidad, hay que extremar la precaución al volante y desde Carglass nos ayudan a refrescar algunos consejos que, quizá, podamos tener algo oxidados, centrándose en aquello en lo que son especialistas: los cristales y la visibilidad.

La vista es esencial en la conducción, tanto que el 90% de la información que recibimos al conducir nos llega al cerebro a través de ella y no de otros sentidos. Por otro lado, los continuos cambios de condiciones del tráfico como el entorno, la orientación o la velocidad; exigen al conductor constantes ajustes de su foco de visión para poder comprender lo que le rodea y, así, tomar las mejores decisiones para mantener el coche dentro de la vía y sin colisionar con otro objeto o persona. Lo cierto es que, tal y como explica Carglass, muchos accidentes se podrían evitar con una correcta visibilidad y estrategia de exploración visual. Para ello, estos son los consejos que debemos seguir:

Levantar la barbilla y mirar a lo lejos. Este era uno de los consejos que te daban de niño cuando aprendías a montar en bici y el mejor que se le puede dar a un conductor novel. Como sucedía con la bicicleta, mirar al frente y a lo lejos -no a lo que sucede justo por delante del capó- ayuda a mantener la trayectoria sin caerte, en el caso de las dos ruedas; y sin necesidad de hacer constantes correcciones en el volante para mantenernos en el carril, en el caso del coche. Además, mirar a lo lejos nos permite anticiparnos a todo lo que pueda suceder por delante de nosotros y tener un valioso tiempo de reacción para evitar un accidente.

Realizar constantes barridos visuales. Si sólo mirásemos a lo lejos, apenas obtendríamos información de lo que pasa a izquierda y derecha del vehículo, y entre el capó de nuestro coche y el punto hacia donde apuntamos la mirada. Por ese motivo es necesario realizar barridos de mirada transversales (de lado a lado) y longitudinales (desde cerca hacia más lejos).

Visión periférica. La visión periférica es la habilidad de captar y reconocer la información o movimiento que se desarrolla alrededor del objeto o punto concreto sobre el que hemos fijado la visión. En otras palabras, es lo que somos capaces de ver "por el rabillo del ojo" mientras vamos conduciendo.

El "efecto túnel". ¿Por qué se reduce nuestro campo de visión normal con la velocidad? A mayor velocidad, llega al cerebro más cantidad de información por segundo. Para poder procesarla, nuestra mente limita esa información, descartando la que entiende que es menos importante por estar más lejos del foco de atención y más a los extremos de nuestro campo visual.

Vas hacia donde miras. Una de las primeras cosas que enseñan a los monitores de cursos de conducción es el fenómeno de la "fijación del objetivo". Y es que en momentos de tensión tendemos instintivamente a dirigir nuestro vehículo justo hacia el lugar al que apuntamos la vista. Y en una situación de riesgo, ese lugar suele ser el más peligroso: por ejemplo, el coche que se ha cruzado en nuestro camino y contra el que vamos a chocarnos.

Evaluar todo lo que nos rodea. Si fueras el único ser vivo del planeta, conducir un vehículo sería mucho más sencillo: sólo tendrías que preocuparte de tus actos y no chocar contra elementos fijos. Pero circulamos rodeados de vehículos, personas, animales... todos ellos con sus trayectorias, preocupaciones y movimientos.

Ver los ojos de los demás. En muchas ocasiones no sabemos si otro conductor nos ha visto y va a tener en cuenta nuestra presencia antes de ejecutar una maniobra que podría acabar en una colisión. A veces, podemos asegurarnos de que nos han visto mirando a sus espejos retrovisores y buscando el contacto visual. A nosotros, ese rápido cruce de miradas nos confirmará que nos ha visto; y él también será consciente de que nosotros sabemos que nos ha visto.

Ver a través de otros coches. No se trata de superpoderes, sino de saber mirar a través de los cristales de los vehículos que nos preceden. Muchas veces lo hacemos instintivamente y solo nos damos cuenta de ello cuando nos sentimos molestos mientras circulamos detrás de un furgón opaco. En estas circunstancias lo mejor es aumentar la distancia de seguridad, para tener la máxima información de lo que ocurre por delante de dicho vehículo.

Los malditos ángulos muertos y zonas oscuras. Hay objetos y situaciones que, por mucho que queramos verlas, se escapan a nuestro ángulo de visión por diferentes motivos. El más común es el denominado "ángulo muerto" de los retrovisores, que es la zona que no alcanzan a recoger por el propio diseño del coche. Especialmente sensibles a introducirse en estos ángulos muertos son las motocicletas, cuando circulan entre hileras de vehículos.

Los molestos y peligrosos deslumbramientos. Los que viven al oeste de su lugar de trabajo saben bien que por las mañanas se encuentran el amanecer de frente; y que por las tardes también regresan a casa con el sol de cara. Para tener mejor visibilidad posible en esas complicadas situaciones es clave, en primer lugar, llevar gafas de sol. Por un lado, el cristal debe estar limpio; y por otro, no tener rayazos ni impactos, pues tanto la suciedad como los desperfectos en el parabrisas provocan peligrosos reflejos que dificultan la visión.