CAUSAS Y CONSEJOS

Conducir deshidratado aumenta la agresividad

Cuando nos subimos al coche, nos volvemos agresivos, violentos e impacientes. Cuando estamos deshidratados, más.

La deshidratación aumenta la agresividad al volante

La deshidratación aumenta la agresividad al volante / DGT

Hasta el más cándido de tu grupo de amigos ha perdido alguna vez los nervios mientras conducía. Sí, hablo de tu amigo más tranquilo, ese que va siempre a su rollo, al que no le molesta nada, no se pone nervioso por nada y no se estresaría jamás por ninguno de los motivos habidos y por haber. Sin embargo, un día cualquiera, organizáis una escapada de fin de semana y él decide llevar el coche. Durante el trayecto, un coche se le cruza sin poner previamente el intermitente. Y entonces sucede. Tu dulce amigo suelta un insulto que nunca le habías escuchado pronunciar y que nunca pensaste que escucharías saliendo de su delicada boca. Te sorprende pero, de repente, piensas en cómo se convierten las personas frente al volante y lo muy agresivas que se pueden volver.

Ahora, conocemos una de las causas por la que la agresividad del conductor puede salir a la luz: la deshidratación. Y es que conducir deshidratado recude en un elevado 27% la atención al volante, cosa que aumenta la agresividad y las posibilidades de salirse de la vía crecen hasta un 30%. La falta de hidratación y de glucosa en sangre hace que aumente la fatiga, un factor provocar un grave accidente de tráfico. Las recomendaciones son claras. Beber antes de conducir, parar durante el trayecto para tomar un refresco o, incluso, turnarse durante la conducción.

En cuanto a los demás motivos que nos enfurecen... Debemos saber que existen distintas teorías que explican el porqué.

Competitividad. Una de las principales teorías que explican la agresividad durante la conducción es que se conduce de la misma manera que se vive. Es decir, vivimos en una sociedad en la que ser el primero está muy valorado, quizá más que el mero hecho de hacer algo o de hacerlo bien. La manera en que vivimos marca las situaciones con las que nos encontramos en nuestra vida cotidiana y, por este motivo, conducimos potenciando el aspecto más competitivo de esta actividad.

Riesgo. Algunos expertos apuntan que una importante mayoría de las personas que conducen padecen ansiedad al realizar la actividad. Sin embargo, no hasta el punto extremo de abandonarla, pero sí lo suficiente como para estresarnos al volante. Esto, principalmente, se debería al riesgo que existe a sufrir incidentes y/o accidentes durante la conducción.

Violencia vial. Esta teoría es más que curiosa. Hay quien piensa que consideramos nuestro coche como parte de nuestro hogar. Por lo que, tal y como sucede en casa, cuando nos metemos en el vehículo nos sentimos libres de expresar nuestras emociones tal y como florecen en nuestro interior. Es por eso que manifestamos rabia, ira, angustia, nervios y estrés, llegando a la agresividad en algunos casos.

Intolerancia. En muchos casos, se suma a las teorías anteriores una cuestión de intolerancia. Por ejemplo, muchos conductores descargan su rabia contra los conductores noveles, ya que es una manera de culpar a otro de la situación de estrés que se vive en la carretera. Otras veces, sucede lo propio con las mujeres o con conductores de una edad más avanzada.

Pese a que la agresividad al volante no es la actitud más adecuada, bien es cierto que ciertos usuarios de las vía tienen conductas que pueden ocasionar el nerviosismo de los demás conductores. Algunas de las más recurrentes son el bloqueo de algún cruce, usar el carril del medio o de la izquierda cuando no se pretende adelantar, zigzaguear, deslumbrar con luces más potentes de lo recomendado, no usar intermitentes (como el coche que enfureció a nuestro calmado amigo), robar una plaza de aparcamiento, no dejar la suficiente distancia de seguridad o no respetar las preferencias en las rotondas. 

No está de más tener en cuenta que estas acciones pueden molestar a los demás conductores. Y esto ya no es una cuestión de agresividad, sino de sentido común y lógica. Por lo que intentar no tener ninguna de las conductas citadas anteriormente ayudará a la mejor harmonía global en carretera.

No obstante, para aquellos conductores que deseen conducir más relajados, existen una serie de consejos que pueden ayudar a no estresarnos tanto frente al volante.

Modificar horarios. En la medida que sea posible, es una buena idea cambiar tus horarios con el fin de no encontrar atascos mientras conduzcas, ya que ésta es una de las causas más frecuentes de la ansiedad en el coche.

Comodidad. Es importante para rebajar los niveles de estrés que se sufren en el vehículo, que el ambiente en él resulte confortante. Es decir, una temperatura adecuada, música relajante y no demasiado alta y una buena posición en el asiento influirán en una actitud más calmada del conductor.

Tranquilidad. La actitud que se lleve antes de coger el coche resulta muy importante. Debe ser relajada, tranquila y positiva, además de mantener el pensamiento de que, por más que nos alteremos, ninguno de nuestros problemas se resolverá más rápido. Al contrario.