COMPARATIVA

Ford Mustang Coupé GT vs Infiniti Q60 3.0 Sport vs Mercedes C 63 AMG Coupé

El Q60 de Infiniti más potente se enfrenta al Ford Mustang de 421 CV. Coronando todoel Mercedes C 63 AMG es el rey.

La razón frente  al corazón

La razón frente al corazón. / JORGE BRICHETTE

Esto bien podría ser un chiste de esos en los que un japonés, un americano y un alemán se encuentran un día. El nipón de turno es el Infiniti Q60, pero el más potente de la gama, aunque no lo parezca. Porque no parece decir nada por fuera y tiene bajo el capó un preciso motor de 6 cilindros y 3 litros con nada menos que 405 caballos. Corre muy bien, todo hay que decirlo.

Con el americano, el Mustang, también el “gordo”, nos quedamos apasionados. Es el que menos cuesta y el que se sitúa, por potencia, en el medio. Tiene el propulsor más grande entre los Mustang que aquí se venden, un 5 litros atmosférico con 421 CV. Americano total, no cabe duda. Sencillamente deslumbrante, hasta por el color.

Y por encima, en todo, claro, el potente germano. Un V8 biturbo de 4 litros que asegura un par y una potencia ya subiditos de tono. Sus 476 caballos le hacen coronarse como la armada invencible. Y lo es, porque es el más rápido, pero también se sitúa en un nivel de precio desorbitado comparado con los otros dos. Para que te hagas una idea, por el precio del C 63 AMG Coupé, de casi 100.000 euros, te compras dos Mustang 5.0 V8 y te sobra para un compacto moderno. Casi nada si lo miramos en esos términos.

LAS CARTAS. BOCA ARRIBA

Sí, ante una comparativa así, donde ponemos sobre la mesa 1.302 caballos y casi 212.000 euros entre los tres coches, las cosas son serias. O no, porque su disfrute es total cuando los conduces, especialmente deportivos el Mustang y el C 63 AMG. El Q60 es menos radical y resulta muy equilibrado, tanto que de hecho es el único tracción total de los tres. El japonés todo lo hace bien, todo lo tiene bien, no se le pueden poner pegas, pero por eso es el menos apasionado desde un punto de vista puramente deportivo.

Si empezamos a analizar un poco el Mustang, vemos lo primero su precio, 46.500 euros. La comparación hecha antes ante el Mercedes deja las cosas claras, y con respecto a los 66.700 del Infiniti también nos abre los ojos: más de 20.000 euros a favor del americano, que encima es más potente, muy acertadamente nos pueden hacer olvidar la menor calidad en los materiales, etc.

Más de 200.000 euros y más de 1.300 caballos se dan cita en estos tres coches, con la adrenalina a tope según te bajas de uno y te subes a otro.

El de Ford impresiona, llama la atención. No solo por el color de la unidad de pruebas y las dos rayas negras. Es que su largo morro y su musculosa carrocería te atraen y le hacen a todas luces diferente. Su conducción posterior también, ya te lo digo yo. Es muy americano en todo, pero dócil, porque se "europeizó" en suavidad, suspensiones y otros detalles. De hecho, este setting de suspensiones europeas es una opción en Estados Unidos en este coche.

El Mustang no supera en suavidad general ni al Infiniti ni al Mercedes con los que se enfrenta aquí, pero no tiene nada que ver con los Mustang anteriores en este sentido. El de ahora es un Mustang con el que se puede viajar a gusto por las carreteras europeas, ya no hace falta tener las “highways”  Y el nivel de equipamiento es alto, y tiene de todo o casi de todo. Hay que destacar el ordenador de a bordo, que es exageradamente completo. Desde la temperatura del aire de admisión, pasando por la temperatura del aceite, hasta la distancia de frenado, ofrece un montón de información. Digno de estar un buen rato estudiando sus posibilidades. Bravo por esto. Los asientos, firmados por Recaro, le dan un toque perfecto al coche y además sujetan el cuerpo, porque son altos y con el cabecero integrado. Los frenos los rubrica Brembo y son de 6 pistones. Detalles no le faltan a este canalla.

Y del Ford Mustang vamos a saltar al Infiniti Q60 3.0. Es un excelente término medio. De esos coches en los que seguro que no te equivocarías en nada si te lo compraras. A la vista es muy atractivo, pero menos deportivo que el Mustang o el Mercedes. Salta a la vista. Sin embargo, todo es equilibrado. Es un Premium y así se paga, no es barato. Nada que objetar.

PARA GUSTOS, LOS COLORES

La calidad en el japonés también salta a la vista fuera y dentro, como en el Mercedes. Un enorme monitor central preside el salpicadero. Bueno, dos, porque este tema está muy bien resuelto, y es lo que la marca llama InTouch. Y además cuenta con cuatro programas de conducción, ya sabes, de los que cambian el carácter, sobre todo de la respuesta del motor. Por ser el “gordo” de los Q60 tiene además el programa Sport+ y amortiguadores electrónicos, o Dynamic Digital, con varias posibilidades de ajuste de los mismos. Muy completo, y la verdad es que entre el programa Estándar o Eco y el Sport+ hay una buena diferencia en cuanto a control de carrocería y, sobre todo, entrega de potencia del motor y su relación con el cambio automático. Este, por cierto, con levas en el volante. El Q60 es muy muy completo en todo. Equilibrado al máximo, aunque no tenga la salsa picante con la que vienen de serie tanto el Mustang como el Mercedes. Eso es lo que le mata, pero solo si lo que buscas son dosis de deportividad importantes, como las que ofrecen el Ford o el C 63 AMG.

En un nivel superior, y no solo de precio, está el Mercedes C 63 AMG. Ya saber que es un 63 y AMG te pone a tono. No es para menos con 476 caballos, el más potente de estos tres coches. Y no solo eso, también en par, y consumo, cómo no, es superior. 650 Nm ya solo a 1.750 vueltas, y con ese motor biturbo debajo del también largo capó delantero dejan ver que cuando aceleras con algún control quitado derrapas con facilidad. Pero sigamos con sus atributos.

La calidad de los materiales del Mercedes juega también en ligas más altas. Se nota desde el primer momento. No me gusta a mí la pantalla central, que, aunque práctica de consultar, parece una tablet colocada ahí por el usuario. Mercedes hizo esto mismo con el Clase A de más reciente generación, y lo está replicando en otros modelos. En fin, sobre gustos ya se sabe, pero el trabajo de integración podría haber sido mejor, digo yo. Pero dejemos eso, ¡Qué asientos! Magníficos. Y la postura de conducción, tres cuartos de lo mismo. Y mira que ninguno de estos tres coches lo hace mal en este sentido. Te sientas frente al volante y parece que lo hayas hecho mil veces antes.

En cuanto a equipamiento, nada que objetar. O sí si hay alguien que quiera la pintura metalizada, por ejemplo, y dudo que alguien no la quiera en un coche así, y tenga que desembolsar algo más de 1.000 euros. Aunque, bueno, ya se sabe que siempre es así y que Mercedes ofrece equipamiento extra también para aburrir.

ACELERAR, FRENAR, GIRAR Y DIVERTIRSE

Toca arrancarlos y ver qué hacen en el asfalto. El Mustang parece hasta vibrar al ponerlo en marcha. Su motor de 5 litros es el más gordo en cilindrada, y con sus 421 caballos antes mencionados es el que se sitúa en el medio de estos tres coches.

Qué motor, suena grave y, como buen americano, al acelerarlo parece que los litros de gasolina de 98 octanos caen en sus 8 cilindros a borbotones. Consume sus buenos 12-13 litros yendo normal, pero es que es normal en este coche. Lo malo es que tiene un depósito de solo 61 litros, y eso hace que pases por la gasolinera más a menudo. Si haces conducción deportiva, de la de estirar hasta las 7.000 vueltas y pico, buscando el corte, mejor hazte una tarjeta de puntos o algo así de una gasolinera. Saldrás ganando. Claro, que también te pasará con el Mercedes de turno. No tanto con el Q60, pero este con un motor de 3 litros y 6 cilindros tampoco tiene el consumo de un utilitario.

Del Mustang impresiona al volante su largo morro y las dos nervaduras del capó delantero. Casi sirve para centrarte en los carriles de la carretera. Mola mucho. El gran morro sirve mucho para apuntar en las curvas. Es como si el inicio de este estuviera tan lejos que sirviera mucho antes de tomar la curva para ponerlo allí donde quieras que doble el coche. Según el programa que elijas de manejo del volante, la dirección es más directa o menos.

Coupés en su máxima expresión. Y atractivos a tope, no cabe duda.

Tanto con el Mustang como con el Mercedes, ambos de tracción trasera, hay que apuntar e ir dando gas. El Ford es muy progresivo, como el alemán, y ambos se alejan de la excelente trazada que hace el Infiniti con la tracción total. El Mustang, además, tiene cambio manual. Lo hemos escogido así por ser la máxima expresión de deportividad en este coche. Hasta los americanos, más propicios al cambio automático en general, prefieren un Mustang “estándar”, que es como llaman al de cambio manual. Así pues, te encuentras con un Mustang de motor delantero, tracción trasera y propulsión.

DIVERSIÓN ASEGURADA

Asombra del americano su gran estabilidad. Casi no te la esperas. Apoya bien y a la hora de dar gas, y con un motor y un par así, es capaz de responder bien desde muy bajas vueltas y aunque vayas en marchas largas. Si lo haces en marchas cortas y en curvas cerradas, es muy progresivo con los controles puestos. Sin ellos, y eso es recomendable solo para circuitos, es fácil hacerse una derrapada. Pero afortunadamente ni el de tracción ni el de estabilidad son muy intrusivos, y dejan que disfrutes bastante en cualquier situación. Es menos fino que el Infiniti, sobre todo, y que el Mercedes. Este último también es de armas tomar, y es mejor no pasar del programa electrónico Sport en carretera normal y con piso seco, so pena de ser un gran piloto y tener buenas manos para atreverse con los siguientes niveles.

Tanto el C 63 AMG como el Mustang suenan muy bien al acelerar. A deportivo. El Infiniti es menos atrevido en esto del sonido. El apoyo del Mercedes es muy franco. Hay una gran diferencia, como en el Infiniti también, entre seleccionar un modo y otro de programa electrónico. En el Sport+ o en el Individual, la diferencia de dureza de amortiguadores y capacidad de absorción de baches es notable frente a los modos normales. Se hacen por tanto aconsejables en los casos más radicales, cuando le quieres meter mucha caña y disfrutar de lo que es capaz el coche y tú. Tanto el alemán como el japonés llevan cambio automático y levas en el volante. Muy cómodas estas últimas. El del Mercedes de 7 marchas es muy rápido y deportivo, adaptado a las exigencias de un coche de AMG y de claro carácter deportivo.

El cambio en el Mustang es toda una experiencia. Lo digo porque, como buena parte del tacto de este coche, te deja sentir las inserciones. En los coches antiguos, o mejor dicho viejos, era una característica notoria. El Mustang deja ver que hay que vencer una fuerza relativamente alta al meter la marcha, subiendo o bajando “hierros”, y hasta ese golpecito final cuando la metes. No es que sea especialmente rápido si haces una conducción ágil, pero mola un montón realizar los cambios manuales. Luego, el embrague también es rápido y, como la capacidad de tracción también es buena cuando lo levantas y aceleras, el paso por curva, apuntando el morro, metiendo y sacando volante a la entrada y salida de la curva (con la sensación de sentir la carretera desde el asiento y que vas pegado al suelo), resulta realmente bueno y deportivo.

En el Q60 Sport, lo anterior se hace más progresivo todavía. Acelera muy bien y suavemente, dejando filtrar poco. La dirección es rápida, pero quizá hasta demasiado suave. Excelente para el tipo de comprador que busca un coche como este, sin duda. Intervienen menos en el Infiniti las sensaciones al límite entre lo que pasa en la carretera y las órdenes de aceleración, derrapaje, etc. Aquí todo pasa bien, seguro y cómodamente. Todo es fácil y agradable comparado con el Mustang y el Mercedes yendo a tope.

Infinti propone un coche potente con esos 405 CV, Premium y con un resultado excelente en todo momento, aunque es menos deportivo que los otros.

El Mercedes es también de armas tomar, como el Mustang. Una curva rápida puede ser toda una experiencia religiosa. Si los frenos del Mustang muerden bien y con mucho tacto de pedal, tres cuartos de lo mismo con el AMG. Aunque cuidadín con la fatiga, que nos enfrentamos a pesos en torno a los 1.800 kilos.

El AMG es capaz de proporcionar una salida de curva fantástica. Es la de un coche duro de suspensión, que tira de atrás con excelencia y con una fuerza notable. Sin los controles, ya digo que es fácil que el eje trasero se espante y se vaya. Si tienes manos, es divertido y muy deportivo, mucho. Si no, cuidado, que de la diversión podemos pasar al problemón. Aquí es cuando te acuerdas de que vale un pastón y es muy potente. No es un coche para iniciarse en estas lides.