Audi RS 3 Sportback vs Ford Focus RS

Audi y Ford, frente a frente en territorio compacto

El RS3 Sportback y el Focus RS se enfrentan con sus más de 350 CV por un reinado en el segmento C.

Audi RS 3 Sportback vs Ford Focus RS

Audi RS 3 Sportback vs Ford Focus RS. / AUTOHEBDO SPORT

Juan Manuel García Rubio

Siempre hay un roto para un descosido. En este caso en el buen sentido. Me refiero a que hay distintas formas de entender las cosas, afortunadamente. Así, con carrocerías muy similares, el formato de las 5 puertas se impone en los últimos años en estos coches, el resultado de conducción es totalmente opuesto, totalmente distinto, como las dos caras de una moneda. Ninguna es mala, solo son distintas, diferentes.

El Focus RS es un coche para tener muy en cuenta, ya lo hemos dicho otras veces. Tiene un precio supercompetitivo al lado del Audi, pero también de otros rivales, como puedes ver en la ficha adjunta. Sencillamente, hay un mundo en cuanto a precio comparado con los coches Premium en el que el RS de Ford puede regocijarse. Son 350 caballos y tracción total, no hablamos de peores pliegos de condiciones.

Es verdad que el Audi vale más, alrededor de un tercio más que este Focus, y que por esa diferencia te compras el Ford y otro vehículo más, pero es que el RS 3 es un coche de lujo, no solo más potente y rápido, milita un escalón más arriba, aunque sea comparable con el Focus por potencia y prestaciones.

PLANTEAMIENTO RACING

Empecemos a ver sus credenciales, aunque son de sobra conocidas. En coches de estos, lo primero en lo que piensas es en sus motores, en su forma de acelerar, en cómo andan, cómo se tienen.

Pero no es lo mismo montarse en estos coches por separado que tenerlos juntos y poder estar en uno y en otro a gusto, conduciéndolos y viendo diferencias, sintiendo los detalles. Como siempre, la historia cambia mucho dependiendo de las circunstancias, de los momentos. Este es uno de esos momentos.

Estupendo motor de 4 cilindros con turbocompresor y 350 caballos. Empuja y suena que es una delicia.

El Focus RS es la caña, un coche de planteamiento deportivo más radical que el Audi RS 3, además de estar bien acabado y gozar de buenos materiales en el interior. Monta un motor de 4 cilindros, con turbocompresor claro, de inyección directa y 350 caballos, nada nuevo bajo el sol, pero siempre un bocado que gusta saborear. Un propulsor con mucha vida en el acelerador, que empuja más que una carreta de bueyes, que suena a “gordo”, que hace acelerar a este Focus de 1.600 kg

como si no hubiera otra cosa que hacer en el universo, casi como si compitiera contra él mismo en cada arrancada.

Le acompaña un cambio manual de 6 velocidades, óptimo en lo que respecta al manejo, pero también en relaciones. Cada piñón está bien escogido, esa es la impresión. No cae de vueltas entre cambio y cambio más que lo justo, y el tacto es lo suficientemente duro y preciso, muy racing también. Perfecto. Ford lo ha conseguido en este apartado igualmente. No hay posibilidad de automático de ninguna de las maneras en el del óvalo, como tampoco en su rival existe la opción del cambio manual, nuevamente más detalles y más diferencias.

En esto también es más deportivo el Focus, más radical. No hay ramas por las que andarse, o lo tomas o lo dejas. Nosotros lo tomamos, yo lo tomo, porque hay días, horas o momentos en los que te gusta un coche así, donde tú eres el piloto de verdad. Aunque hay ocasiones en las que no.

Frente al Focus RS de 350 CV, el Audi RS 3 de 367. Es más potente, más rápido, más lujoso, más caro, más suave, más señorial. Hasta más burgués si se quiere. Pero es otro pedazo de “carro” de aúpa, una auténtica alfombra voladora con un estilo y un toque muy Audi, picantemente deportivo, que no harta. Lo que es saber hacer las cosas bien.

El del Audi se vale de 5 cilindros para llegar a los 367 CV y es un ejemplo de cosas bien hechas en ingeniería mecánica.

Esos casi 370 caballos los saca de un motor de 5 cilindros, uno más que el del Focus. Sobrealimentado también, como no podía ser de otra manera, y de la misma forma con inyección directa. Imprime solo 5 Nm menos que el Focus, pero los 465 que ofrece llegan casi 400 vueltas antes, y todo cuenta. La aceleración es proverbial, aunque parezca que vamos en un jet privado, porque filtra más, hace menos ruido, se mueve menos a los lados. Pero todo sucede muy velozmente y hay que tener cuidado.

Al contrario que el Ford, el cambio es el S tronic que ya conocemos, o sea, automático. Un doble embrague bañado en aceite que también es la caña, y si en el motor apuesta por un cilindro más, en el cambio lo hace con una marcha más, hasta 7. No hay una gran diferencia de desarrollo entre quinta y sexta velocidad, pero todo cuenta tanto para no caer de vueltas como para desahogo y consumos. Y una de sus grandes ventajas son las levas en el volante. Nada nuevo tampoco, pero resultan esenciales, o casi, para llevar este coche a su máxima expresión de velocidad. Si no las tienes, yo ya las busco en otros coches automáticos sean o no deportivos –me he vuelto adicto–, pero es que en el caso del RS 3 sería impensable no tenerlas. Con ellas puedes obtener el máximo aprovechamiento en prestaciones con este coche, y resulta además seductor a todas luces.

A POR ELLOS

Bueno, llega esa hora de la verdad, la que siempre espero, esperamos. Hay que hacerlo con ganas, especialmente con el Focus. El Ford es mucho más duro, más nervioso, más exigente. Por eso es mejor cogerlo con ganas, o tener un espíritu joven. El Audi es todo lo contrario, otra vez más, pero corre más si cabe, y eso ya es decir que corre mucho, mucho.

Si entras en el Focus, te darás cuenta de que los asientos tipo bacquet que lleva, especiales, requieren perder algunos movimientos típicos de regulación en cualquier coche, como es el de la regulación en altura. Los soportes de adaptación invalidan esta posibilidad, a cambio de una sujeción extra en curvas y aceleración, prácticamente como en un coche de carreras. Pero vas muy alto y la sensación es rara, contraria a los cánones de la deportividad. Todo es adaptarse. En el RS 3 te adaptas como un buen guante a una mano. Es perfecto.

Llegan las curvas. Por motores, ya sabes que estos coches reescriben la definición de recta, que en este caso es el punto más corto entre curva y curva. Son muy rápidos y, como suben de vueltas como un cohete, hay que estar atentos al cuentavueltas, al cuentakilómetros y al cambio. También a los frenos, porque lo normal es que apures al máximo, aunque en ambos casos aguantan bastante.

El Audi es algo más rápido acelerando. El Focus requiere más atención, porque el coche se mueve para los lados, queriéndose escapar de las rectas y salirse por la tangente en las curvas. Hay que tener más atención al volante, es más nervioso, muy deportivo, muy sugerente, más exigente. Y eso en cualquiera de los tres programas que tiene de regulación del chasis, incluido el Drift. En el RS 3 todo esto se hace con una facilidad propia de este coche y de pocos más

De algún modo asusta esa facilidad, pero nada más lejos de la realidad. Todo se hace más sencillo para ir rápido, rápido.

El Focus es más duro de chasis, aunque es verdad que el Audi tiene la capacidad de poder regular un montón de cosas a través del Drive Select, y entre ellas la suspensión, notándose mucha diferencia entre el modo confortable y el más extremo. Los dos tienen un apoyo imbatible, de los mejores. Aguantan unas cuantas fuerzas G antes de deslizar de atrás o de que subviren, fruto también de un equipo de ruedas generoso y compuestos de los buenos, además, claro, de la tracción a las cuatro ruedas y de su forma de funcionamiento. En el caso que nos ocupa, el de los aros además montaba las ruedas delanteras más anchas (255/35), algo que los primeros RS 3 tenían sí o sí y que ahora es un opcional. Merece la pena, porque así el eje delantero es capaz de digerir mejor todo y encima el subviraje es mucho más difícil que se produzca.

Si el Focus pasa por las curvas comiéndoselas, literalmente, aunque requiera más trabajo con el volante al comenzar a acelerar, en el Audi parece que tenemos un tiralíneas digital. El RS 3 traza perfecto, tampoco balancea y da la sensación de que está fijado al suelo. En ambos el límite de adherencia es muy alto, mucho.

MONEDA AL AIRE

Pues eso. Difícil elección. O no tanto. ¿Lo dejamos en lo que la moneda decida? Si sale cara, el Audi; si sale cruz, el RS 3. También os puedo decir que el Focus RS es para gente que busque más límites con la sensación de pilotar un coche, porque es duro y de sensaciones mucho más deportivas. Eso por encima de que tenga menos potencia que el Audi, porque sus 350 caballos rinden como se espera de ellos, absolutamente geniales, y consiguen que corra sin ningún menosprecio.

El Audi, siendo más caro y Premium, es para otro público y aporta todavía más calidad en materiales, equipamiento, diseño, etc. A sus mandos, correr parece, o se hace, fácil, y sus prestaciones son casi endemoniadas, lo mismo que su paso por curva.

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