Comparativa

Abarth 595 Competizione y Mini Cooper S, pareja de ases

El Mini Cooper S es uno de esos coches con el que aciertas siempre. El Abarth es más asequible y resulta más deportivo.

Mini Cooper S vs Abarth 595 Competizione.

Mini Cooper S vs Abarth 595 Competizione. / JORGE BRICHETTE

La vida está para disfrutar de buenos momentos, así que, ¿por qué no darse un capricho con alguno de estos coches pequeños, deportivos, ágiles, divertidos y que no revientan los presupuestos de ningún bolsillo?

Por eso, os proponemos el siempre atractivo Abarth 595 Competizione, con el precio más bajo y 180 CV, y el Mini Cooper S con el nuevo cambio de doble embrague, que al igual que se acerca a los 200 caballos también supera los 31.000 euros. El italiano hace gala, sin tapujos, de una orientación más deportiva casi al 100%, mientras que el angloalemán se queda un escalón por detrás, a pesar de apellidarse Cooper.

Estamos ante dos casos de esos en los que el más potente no siempre es el más rápido, porque el Abarth logra igualarse al Mini en aspectos tan importantes como la aceleración, a pesar de contar con una desventaja de 12 CV. Y es que el cambio manual del italiano, sus desarrollos, el menor peso y los 128 caballos/litro saben alcanzar a uno de los referentes en su segmento, el Cooper S.

Deportivos por fuera y por dentro

Es cierto, y a la vista está, que el Abarth 595 Competizione se lleva la palma en cuanto a su carácter racing. No oculta que no solo se trata de la versión potente de los Abarth con esos 180 CV extraídos de un motor de solo 1,4 litros con turbo, sino también la de nombre más sugerente y además la que más corre. Cuando ves que puedes superar con tranquilidad los 200 km/h en un coche de menos de 4 metros, estrechito, bajito, pequeño por dentro y durito, se te pone la piel de gallina, a la vez que la sonrisa en tu boca llega de oreja a oreja. La sensación deportiva que te da este vehículo es ya difícil de conseguir en muchos otros, sean o no más grandes.

El Abarth es todo músculo dentro de un envase pequeño, sugerente. Se agradece sobremanera el diferencial delantero, opcional y que permite dosificar en todo momento la caballería, y más teniendo en cuenta que se trata también de un coche con una batalla contenida y donde sin él es más difícil hacerse con los mandos, aunque para algunos seguro que también será más divertido. Sobre gustos, ya se sabe.

El Mini Cooper S ha sido siempre un referente, sin llegar al John Cooper Works, más potente y también más caro por otro lado. Aventaja claramente al Competizione en 12 caballos, aunque eso no le hace ser más rápido, entre otras cosas porque pesa algo más y es más grande, aunque tampoco llegue a los 4 metros de longitud. En esta ocasión, hemos optado por el de cambio de doble embrague (nuevo), que también saca a relucir sus 7 velocidades, en lugar de las solo 5 del cambio manual del Abarth.

Con 192 caballos, en el Mini es verdad que se dispone no solo de más potencia, también de más par y, sobre todo, suavidad con el acelerador. Eso no significa que no sea capaz de responder contundentemente a la hora de exprimirlo, como en el Abarth. Solo que al límite es, digamos, menos explosivo que este último en utilización, ya que el italiano requiere situarse a la mitad del cuentavueltas para obtener el par máximo disponible.

La prueba de la carretera

Ha quedado claro que el Abarth cuesta bastante menos que el Mini, aunque este último es verdad que es más potente y con cambio automático de doble embrague. Pero la prueba de fuego viene siempre de la mano del asfalto, de la carretera. No son coches para compartir demasiado con otro o más ocupantes. Son pequeños para eso, aunque el Mini sea algo más capaz aquí.

Son coches en envases pequeños, sobre todo el Abarth. Y muy deportivos, especialmente el italiano. Los dos resultarán perfectos, y valen para toda circunstancia

El Cooper S resulta muy preciso. Acelera bien y se mantiene siempre bastante firme sobre cualquier tipo de asfalto. Aunque en tamaño tampoco es precisamente ningún familiar al uso, plantea mejor comportamiento en carretera abierta, es más cómodo por ejemplo en autopista que el 595 Competizione. También es menos radical.

Tampoco es que el Mini vaya mal en carreteras sinuosas, verdadero caldo de cultivo para el italiano. Sencillamente, pasa por las curvas como un suspiro y con muy buena estabilidad. Es difícil desestabilizar al Mini, incluso con meteduras de pata tipo subviraje por llegar pasados a la típica curva cerrada. Responde bien tanto a la dirección como a los cambios de masa que se producen cuando aceleras o deceleras. Necesita poca mano hábil para salir de cualquier apuro, porque es muy manejable. La trasera a su vez agarra bien, lo que aporta seguridad y confianza en todo momento.

El 595 Competizione va claramente a lo racing. Desde el envoltorio exterior, con ruedas de 17”, hasta asientos tipo bacquets, opcionales, y altas prestaciones. Está la altura de su rival

El Competizione es todo deportividad. Es más duro y, al igual que el Mini, cuenta con la posibilidad de volver al chasis Sport a base de botón. De paso, ambos ponen sus ambientes de relojes en rojo, como modo también de sugestión. Pero eso es lo de menos.

Si el Mini va bien en curvas lentas, lo del Abarth ya es vicio, porque es un maestro en cómo solventarlas. Parece estar hecho para ellas, máxime con el diferencial autoblocante que comentábamos antes. Puedes levantar “pata” de atrás que el apoyo en cualquiera de las ruedas delanteras es firme y franco, sin sobresaltos. Pesa menos y tiene muy pocas inercias perceptibles, lo que le convierte en el juguete perfecto para estas ocasiones. Así de simple. Con tener el motor en la zona buena, en el medio del cuentavueltas, no hay ningún problema. Y encima, arriba también parece cobrar una segunda vida en potencia; muy divertido. El cambio de marchas, bien situado además a la mano, invita también a jugar con él. Es cierto que el Abarth es más reactivo, porque con 180 CV y una batalla tan corta requiere adaptarse a reacciones rápidas. Es un “culebrilla”, deportivo y muy, muy racing por cómo corre.

Por todo esto, y sin entrar en consideraciones de equipamiento y calidad, eso lo puedes ver tú tanto en la ficha técnica como en las imágenes, el Abarth es el más divertido, el más deportivo y el más duro. Hace gala de lo que ves con esas ruedas de 17”, el color rojo de esta unidad y una carrocería pequeña, y lo que luego transmite al conducirlo. Mucha diversión al volante por menos dinero.

El Mini Cooper S es más equilibrado, siendo como es un coche más grande pero menos deportivo, aunque corra también mucho. Sencillamente, juega a dos bandas, muy bien jugadas por otro lado.