Biodiversidad

La tortuga Fernanda: encuentran viva a una especie gigante que se creía extinta

El hallazgo se ha efectuado en las Galápagos décadas después de encontrar el esqueleto del que se creía el último ejemplar

Tortuga Fernanda: descubren viva una especie que se creía extinta desde hace un siglo

Tortuga Fernanda: descubren viva una especie que se creía extinta desde hace un siglo / Princeton University

Verónica Pavés

Las Galápagos cuentan con más de 45 especies de aves endémicas, 42 de reptiles, 15 de mamíferos y 79 de peces que muestran la cantidad de vida que se desarrolló durante milenios en las remotas islas. Pero en los últimos meses, el Parque Nacional ha ganado puntos en el ránking de las extraordinarias rarezas. En él habita la tortuga Fernanda, que con su parsimonia y su abombado caparazón se ha convertido en algo más que una de las tantas tortugas gigantes que se han identificado en el archipiélago de Galápagos; también es quizá el último ejemplar de una especie que se consideró extinta hace un siglo.

Fernanda -que toma su nombre del lugar en la que la encontraron, la isla Fernardina- es ni más ni menos que una hembra de tortuga gigante fantástica (Chelonoidis phantasicus), una especie que se creía extinta y cuyo descubrimiento tiene su origen en una serie de “fantásticas” casualidades. Fernanda es la segunda tortuga de este tipo que se conoce en el mundo. Su predecesor fue un espécimen que se encontró en la misma isla en 1906, y cuyo esqueleto permanece intacto en la Universidad de Princeton.

Aquella otra tortuga, muy diferente a las otras 13 especies de tortugas gigantes de las Galápagos, era un macho ancho de espaldas. Rollo Beck, el explorador que la halló en la isla Fernandina, la apodó “fantástica” por la forma extraordinaria que tenía su caparazón, ensanchado hasta el extremo a lo largo del borde exterior y un dorso conspicuo en la parte dentada.

La tortuga Fernanda

La tortuga Fernanda / Princeton University

Durante muchos años, el origen de la tortuga gigante fantástica fue todo un misterio. Se pensó que este primer espécimen era único, y que, probablemente “fue sido trasladado a la isla”. Así lo relata el genetista de Princeton, Peter Gant, un estudioso de la evolución de las islas Galápagos, quien resalta, a raíz de este nuevo hallazgo, que “ahora parece ser uno de los pocos que estaban vivos hace un siglo”.

Desde que Beck encontró a aquel animal, la isla Fernardina ha mostrado indicios de que estas tortugas gigantes aún podrían habitar las coladas de lava que emanan cada cierto tiempo de su volcán. Es considerado uno de los más activos del mundo y su última erupción ocurrió en 2009, según los registros del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional de Ecuador.

En 1964, se identificaron 18 excrementos atribuibles a tortugas en las laderas occidentales de la isla. En la década de los 2000 se volvieron a encontrar restos de excrementos e incluso se llegó a informar del avistamiento de una tortuga. Pero los campos de lava que se extienden por la isla han bloqueado el paso al interior de la isla y, por tanto, han frenado la posibilidad de encontrar más especímenes.

De hecho, Fernanda se encontró en lo que los científicos conocen como kipuka, un oasis de vegetación que permanece intacta entre los ríos de lava y que, en Fernardina, es común encontrarlas cerca de la costa.

Han sido los avances en secuenciación genómica los que han permitido saber que aquella tortuga no estaba sola en el mundo y que Fernanda también pertenece al linaje de las raras tortugas fantásticas. Ha sido el investigador de la Universidad de Princeton, Stephen Gaughran, el responsable de confirmar lo que algunos ya intuían, Fernanda es muy especial. Y es que, aunque la tortuga se hubiera encontrado en el mismo lugar que su antepasado, muchos científicos dudaban de que se tratara del mismo espécimen. No es de extrañar, pues cuando Fernanda llegó al Parque Natural lo hizo con un cuerpo mucho más pequeño que el de su predecesor, posiblemente atrofiado por la falta de alimento.

“No era nativa de la isla”

“Al igual que muchos otros, mi sospecha inicial fue que Fernanda realmente no era nativa de la isla”, afirma Stephen Gaughran, investigador postdoctoral en ecología y biología evolutiva en Princeton. Las tortugas no saben nadar, pero hay precedentes de su desplazamiento mediante el uso de las corrientes marinas. De hecho, hace dos o tres millones de años, una tormenta arrastró una o más tortugas gigantes desde el continente sudamericano hacia el oeste. ¿Acaso no podría haber ocurrido lo mismo con Fernanda?

Imagen de la tortuga Fernanda

Imagen de la tortuga Fernanda / Princeton University

Al secuenciar su genoma y compararlo con el de las otras 13 especies de Galápagos, los investigadores llegaron a la conclusión de que en nada se parecía a estos miembros de la familia, pero sí al de la única especie que se había encontrado hasta el momento de tortuga gigante fantástica. La investigación, publicada en la revista Nature, resalta la novedosa herramienta que ha desarrollado Gaughran para poder comparar el ADN de las especies actuales con aquellas ya fosilizadas que se encuentran en el museo.

Su herramienta es lo suficientemente flexible para trabajar en casi cualquier especie. “Al software no le importa si es una foca, una tortuga, un ser humano o un neandertal”, asegura el investigador, que insiste que “la genética es genética” y lo que diferencia a una especie de otra es la “interpretación” que se haga de su código genético.

¿Es el último ejemplar?

Este descubrimiento abre la puerta a una nueva incógnita: ¿es Fernanda la última de su especie? Los repetidos descubrimientos de excrementos en Fernardina muestran que quizás haya una oportunidad de conservar esta especie que, al igual que otras tortugas gigantes, sufrió un retroceso de sus poblaciones debido a la caza indiscriminada de los marineros. “El descubrimiento demuestra que estas especies raras pueden sobrevivir en lugares aislados durante mucho tiempo”, resalta Grant, quien considera que “esta información es importante para la conservación” y “alienta a los biólogos a buscar con más ahínco los últimos individuos para salvarlos de la extinción”.

Con esta información, además, se puede empezar a dar respuesta a la forma en la que fueron colonizadas las islas Galápagos. “El trabajo genético proporciona indicios intrigantes de una mezcla de genes con miembros de otra población”, resalta Grant, que destaca que “otro hallazgo que invita a la reflexión es que los parientes más cercanos no están en la isla muy grande más cercana (Isabela) sino en otra (Española) muy lejos al otro lado de Isabela. Queda pendiente la pregunta de cómo llegaron los ancestros a Fernandina”.

Estudio de referencia: https://www.nature.com/articles/s42003-022-03483-w#content

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