Biodiversidad

El siluro, pez gigante invasor, a las puertas de Doñana

Los expertos afirman que aún no ha entrado en el parque, pero temen que termine haciéndolo

Ejemplar de siluro

Ejemplar de siluro / pinterest

Ana I. Montañez

El siluro es un pez superpredador que puede llegar a medir 2,5 metros y pesar 180 kilos, con una esperanza de vida de hasta 30 años y ya está presente en Andalucía. "Es el más voraz de todos los grandes peces depredadores y se alimenta desde otras especies de peces a aves acuáticas y pequeños mamíferos”, afirma Ecologistas en Acción. Expertos y conservacionistas están preocupados por la posible expansión de esta especie hasta Doñana.

Tratándose de una especie exótica invasora introducida, su presencia es especialmente preocupante en el entorno de las Marismas del Guadalquivir, donde se encuentran las muy escasas poblaciones que quedan de cercetas pardillas, malvasías, porrones pardos o fochas cornudas, todas ellas aves en peligro de extinción.

Aunque las alarmas saltaron el año pasado, la presencia del Siluro no es reciente, ni mucho menos nueva, en el río Guadalquivir, que cruza Andalucía desde la Sierra de Cazorla en Jaén hasta Sanlúcar de Barrameda en Cádiz.

La presencia de esta especie invasora procedente de Europa Central se constató ya a principios de los 2000 en el Bajo Guadalquivir y, desde entonces, se ha ido extendiendo por la cuenca. El año pasado se capturó un ejemplar de casi dos metros de longitud y cerca de 100 kilos en la zona de los embalses de Cantillana y Alcalá del Río, previo al paso del río por el centro de Sevilla.

Un siluro pescado en el Ebro

Un siluro pescado en el Ebro / silurosallazando.com

Este hallazgo motivó que el grupo de trabajo sobre agua del Consejo de Participación del Espacio Natural Doñana, incluida la Estación Biológica, promoviera la petición al Gobierno andaluz de que tomara medidas para controlar el desarrollo de la especie, con el objetivo de frenar su posible entrada en el Parque Nacional.

Por ahora, la incursión de este superdepredador exótico en este humedal no ha ocurrido, según aclara Miguel Clavero, investigador en la Estación Biológica de Doñana, adscrita al CSIC, aunque no descarta que acabe ocurriendo.

“La Estación Biológica de Doñana tiene un equipo de seguimiento y todavía no se ha detectado el siluro. En zonas donde se ponen muchas trampas de pesca y donde trabajan los pescadores de cangrejos rojos no se ha detectado y en la zona de los arrozales todavía no hay registros”, explica Clavero.

“Empezará a haber siluros en algún momento”

Según este investigador, “por desgracia empezará a haber siluros en algún momento seguramente” (ya que así ocurrió con el pez gato negro una vez se detectó en el Guadalquivir), aunque para verse favorecida debería producirse una crecida en el Parque Nacional a causa de la llegada de abundantes lluvias, algo por ahora improbable.

“Si ocurriera que el bajo Guadalquivir tenga muchos siluros, ocuparían también los canales y entrarían en esa parte del Parque Nacional”, añade Miguel Clavero, que destaca que el Bajo Guadalquivir es un ecosistema tan vasto y complejo que resulta difícil conocer a ciencia cierta qué especies empiezan a convivir con la flora y fauna local y cómo se van desarrollando.

Por suerte, en el caso de que esta especie exótica consiguiera entrar en el Parque Nacional, las propias características de este entorno natural serían la principal baza para evitar que el siluro se asiente, debido a sus sistemas acuáticos efímeros.

Las anátidas de Doñana, amenazadas

Las anátidas de Doñana, amenazadas / pixabay

“Las condiciones que tiene Doñana no son las mejores para albergar un animal como este, que llega a ser muy grande y necesita que haya una masa de agua medianamente grande. Doñana no tiene ecosistemas acuáticos estables tan grandes que puedan alojar una población considerable de siluros”, señala Miguel Clavero. “No es como el delta del Ebro, que siempre tiene esa masa de agua y los siluros pueden pasar del río a los canales”, añade.

Los riesgos de la invasión

En cuanto a los riesgos ambientales que el siluro podría traer a Doñana, este investigador del CSIC aclara que el impacto de un entorno ya invadido por numerosas especies alóctonas como es esta marisma puede encajar mejor el golpe.

“Los sistemas acuáticos de Doñana están muy invadidos, ya se han perdido bastantes especies nativas. En el arroyo La Rocina -el que desemboca en el Rocío, Huelva- había al menos tres especies que ya no están”, empieza a relatar Clavero.

“Había al menos tres especies de peces que ya no están allí y probablemente [a causa de] otras especies invasoras, porque hay Black Blass y muchas otras. El impacto o el peligro no sería tan grave como cuando llega una primera invasión a un sitio que no ha tenido nunca especies invasoras”.

Aún así, la llegada del siluro pondría el peligro la supervivencia de especies autóctonas como la anguila, ya de por sí amenazada, o incluso las aves buceadoras, ya que este superdepredador es capaz de alimentarse incluso de pequeños mamíferos. “Es un terreno desconocido”, confiesa el biólogo.

Medidas preventivas

Tras la captura de siluros en la zona entre los embalses de Cantillana y Alcalá Del Río, la Junta de Andalucía, a través de la Delegación de Desarrollo Sostenible de Sevilla, autorizó la pesca y sacrificio de siluros en el Guadalquivir (para lo que se debe contar con licencia de pesca) con el objetivo de erradicar la especie o, al menos, evitar que extensión.

En opinión de Miguel Clavero, para que haya un impacto real sobre los siluros ese plan de caza y captura debe ser “intensivo”.

Siluro en un río

Siluro en un río / vix

“Con otras especies más pequeñas que se reproducen más rápido es difícil que una pesca tipo deportiva, desde la orilla con la caña, tenga un impacto, pero en el siluro si se eliminan esos animales tan grandes, sí se puede tener un impacto en la población. Es importante que cuando se permite la pesca, en ningún caso sea una pesca de hacerse fotos de suelta, sino que siempre se retire el animal”, explica.

Con todo, este científico del CSIC reitera que, una vez el siluro accede al ecosistema, es muy difícil erradicarlo por lo que la mejor medida preventiva es evitar que llegue.

“La prevención es importante para que no lleguen las especies a la cuenca, o sea, que nadie mueva los siluros, los coja del Tajo, del Júcar o del Ebro y traiga al Guadalquivir en una furgoneta, que es lo que ha ocurrido”, critica.

“Una vez que ha ocurrido eso, es muy difícil hacer algo, es muy difícil trabajar en sistemas como el río Guadalquivir, donde es muy difícil controlarlo y eliminarlo”, añade.