Biodiversidad en declive

¿Hacia un planeta sin insectos?

Drástica reducción de polinizadores por la presión humana y el cambio climático

¿Hacia un mundo sin insectos?

¿Hacia un mundo sin insectos? / Shutterstock

Minerva Mínguez

De cada tres especies de animales, dos son insectos. Pero cada vez están más amenazados. No solo en los entornos urbanos, también en el medio natural. Los efectos del calentamiento global están causando verdaderos estragos por el aumento de las temperaturas y el estrés hídrico en cada vez mayores áreas del planeta. El mundo científico no duda en hablar de una auténtica 'Apocalipsis de los polinizadores'. Ecologistas en Acción, de hecho, incide en que tienen una tasa de extinción ocho veces más rápida que la de mamíferos, aves y reptiles.

Además de su enorme aportación a la biodiversidad, hay que añadir su contribución en términos económicos por su relación directa con la agricultura. Siete de cada diez cultivos para consumo humano depende en mayor o menor medida, por ejemplo, de las abejas. Los expertos hablan de unos 2.400 millones de euros de valor asociado solo para el campo español.

El confinamiento por la pandemia, una primavera lluviosa en 2020, la ausencia de movilidad y el cese de ciertas labores de jardinería o limpieza de carreteras facilitó una naturaleza exuberante. Una confluencia de factores que permitió un respiro temporal a libélulas, avispas, saltamontes o grillos. Fue, sin embargo, algo muy circunstancial. El fin de las restricciones sanitarias aceleró de nuevo el declive de estos minúsculos seres vivos.

Imagen de una libélula

Imagen de una libélula / Pixabay

Conscientes del papel que juegan en la cadena animal, cada vez más responsables municipales optan por reducir las fumigaciones en las zonas verdes de las ciudades. Incluso apuestan por dejar que crezcan las hierbas libremente. Ayuntamientos como el de Barcelona, Vigo o València se han sumado a esta corriente que hace años impera en muchas urbes europeas y que acarrea no pocas críticas desde sectores menos concienciados.

En la misma línea, algunas comunidades autónomas han introducido leyes para frenar la contaminación lumínica nocturna, que tiene una seria afección sobre los insectos. Entre las restricciones figuran la limitación de intensidad y uso de las luces, los postes publicitarios y determinados enclaves naturales. El objetivo es claro: atenuar los efectos nocivos que muchos organismos sufren por el exceso de luz artificial.

Medio millón de especies afronta su desaparición

Los biólogos calculan que en las próximas décadas al menos un millón de especies se enfrenta a su desaparición, y la mitad de ellas son insectos. Están desapareciendo no solo las variedades más raras, sino también las comunes y abundantes, como las mariquitas. En todo el planeta se estima que el 40% de las especies polinizadoras se halla en peligro de desaparición como consecuencia de las actividades humanas y, en el contexto europeo, también lo está el 9% de las abejas. La entrada de exóticas invasoras, además, agrava el problema.

La percepción negativa que la sociedad tiene de estos seres es injusta y errónea, como señala el último informe de Ecologistas en Acción, porque poco más del 2% son perjudiciales.

Las abejas están en una grave crisis

Las abejas están en una grave crisis / Pixabay

El cambio climático provocado por el hombre aboca a la extinción de aquellos organismos que no consigan adaptarse. Los ciclos biológicos de los insectos son extremadamente dependientes de «variables externas, como la temperatura o la humedad», recuerdan desde el Instituto Cavanilles de la Universitat de València. «Una de las respuestas más sencillas al cambio climático es modificar la distribución, en el espacio o en el tiempo.

Si las temperaturas ascienden, muchos organismos buscan cobijo en las zonas de altitud, o se desplazan en latitud hacia el norte –o hacia el sur, dependiendo del hemisferio–, incluso modifican sus hábitos migratorios. Al mismo tiempo, se adelantan o atrasan épocas de floración y esto arrastra a los seres dependientes de estas plantas.

Pero todos estos cambios requieren de gran flexibilidad genética y en las últimas décadas se han acelerado vertiginosamente. «Si sabemos que hay más de un millón de especies de insectos, no podemos esperar que todas ellas sean capaces de asumir estos cambios, muchas no los soportarán», señala el experto Joaquín Baixeras.

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ENTREVISTA

Joaquín Baixeras. Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva:

"A la contaminación lumínica y los pesticidas, se suma el cambio climático"

El 75% de las especies de insectos de Europa está en peligro. «Cada vez acuden menos insectos a las farolas y no se ven mariposas o abejorros en los bordes de los caminos»

Joaquín Baixeras

Joaquín Baixeras / Levante EMV

-Cada vez se está usando más la expresión ‘Apocalipsis de los insectos’ para referirse a su masivo declive...

-Hace décadas que los expertos en conservación fijaron su atención en los insectos, pero solo recientemente el problema ha calado en la opinión pública. Ya no vemos los bordes de caminos llenos de mariposas o de abejorros y cada vez acuden menos insectos a las farolas de nuestro pueblo. Se habla de que el 75% de las especies de insectos de Europa pueden estar literalmente en peligro. Llevamos ya muchas décadas contaminando con pesticidas, con contaminación lumínica y afectando a nuestros ecosistemas de diversas formas. A todo este conjunto de agresiones, que todavía no hemos solucionado, ha venido a sumarse una fuerza mayor, de enormes proporciones, que es el cambio climático.

-Especialmente preocupante es la situación de los polinizadores, por su afección a la agricultura y la economía. ¿Se puede revertir la situación?

-Los polinizadores tienen un impacto directo en nuestra agricultura, puesto que son un vector necesario para que se reproduzcan muchas de las plantas útiles y, consecuentemente, tienen una enorme importancia económica. Pero es un error pensar que es posible revertir la situación ocupándose simplemente de los polinizadores útiles para la agricultura, pues constituyen una red complejísima de relaciones en la naturaleza que apenas hemos comenzado a entender. Por ejemplo, la desaparición de un polinizador nocturno especializado en una única flor puede producir una cascada de reacciones en otros polinizadores que dejen una planta diurna sin polinización.

"Los insectos son grandes intermediarios, esenciales en la cadena trófica"

-Aunque los expertos inciden mucho en la importancia de estos pequeños animales para la biodiversidad, el mercado está lleno de productos para eliminarlos.

-Sí, claro, esto es inevitable. Los insectos están presentes en multitud de relaciones ecológicas, tanto en los ecosistemas terrestres como en los ecosistemas de aguas dulces. Son grandes intermediarios, esenciales en las cadenas tróficas. La inmensa mayoría de los insectos o son inocuos o incluso cumplen funciones de gran valor, como es el caso de los polinizadores o los descomponedores, que reciclan millones de toneladas de materia orgánica cada año. Salvo en ambientes extremos, su presencia es universal. Los seres humanos hemos invadido la mayor parte de los ecosistemas, hemos favorecido a unas plantas frente a otras (las llamamos cultivos), y a unos animales frente a otros (los llamamos ganado o hasta animales de compañía). Si hay más de un millón de especies de insectos, no podemos pretender que ninguna de ellas entre en conflicto de intereses con nuestra especie, es un problema estadístico. En realidad, solo una mínima proporción afecta negativamente al ser humano. Pero el ser humano es un animal extremadamente capaz e implacable. Intentar competir o compartir hábitat con el ser humano es una apuesta extremadamente arriesgada. Hemos desarrollado multitud de estrategias para deshacernos de nuestros competidores y esas estrategias no son en absoluto limpias ni especializadas, afectan a muchas especies independientemente de si son seres perjudiciales o no para nosotros.

-Supongo que los entomólogos asisten con mucha preocupación a los efectos del cambio climático.

-Sin duda. A principios de los años 1990 ya existía un claro interés por la conservación de los insectos, pero la comunidad científica no recogía el cambio climático como una amenaza seria, tampoco detectaba un declive generalizado. El problema de la conservación se restringía a especies y hábitats prioritarios. Hoy en día va creciendo el consenso sobre el descenso de las poblaciones de insectos: las evidencias son claras. Podemos debatir sobre el alcance del problema, sus derivadas o sobre la contribución de los diferentes aspectos que antes hemos mencionado, pero no podemos negar que hay un problema. La conservación de los insectos es ya un problema tan grave como el de cualquier otro grupo animal.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es