Pacto agridulce

¿Éxito o fracaso? El balance final de la cumbre del clima de Sharm el-Sheikh

El acuerdo final pone en marcha un nuevo fondo para hacer frente a los estragos climáticos en el sur global, pero no logra reforzar el compromiso para frenar el avance de la crisis climática

cumbre clima

cumbre clima / MOHAMED ABD EL GHANY

Valentina Raffio

Sharm el-Sheikh ha sellado un pacto agridulce. Por un lado, la cumbre del clima de este año ha conseguido crear el primer fondo especialmente dedicado a paliar las pérdidas y daños del caos climático en las zonas más vulnerables del planeta. Pero por otro lado, la declaración final de este encuentro no ha conseguido ni reforzar el compromiso con los recortes de emisiones ni dibujar el claro fin de los combustibles fósiles. Esta es la ambivalencia que para algunos significa el fracaso de la cumbre y para otros apunta a un éxito a medias. O a un paso demasiado pequeño para hacer frente a algo tan grande como el avance de la crisis climática.

El balance final de la 

cumbre del clima de Sharm el-Sheikh 

depende, en gran parte, del acuerdo concreto que se mire. La creación del nuevo mecanismo económico para ayudar a las grandes víctimas de la

crisis climática

ha sido definida como el gran (por no decir el único) éxito de este evento. "Han sido más de treinta años de lucha que por fin se han materializado", ha destacado Molwyn Joseph, ministro de Medio Ambiente de Antigua y Barbuda y presidente de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS). "Antes de esta cumbre, el debate sobre pérdidas y daños ni siquiera estaba en la agenda. Con la firma este pacto estamos haciendo historia", ha añadido Mohamed Adow, de la plataforma ecologista Power Shift Africa. 

El despegue de este nuevo fondo ha sido muy aplaudido, pero el detalle sobre su recorrido no tanto. Sobre todo porque, según recoge el pacto final, Egipto solo pone en marcha la idea pero delega la ejecución definitiva a la cumbre del año que viene de Dubai (COP28). Será entonces cuando se reabra el debate sobre quién, cómo y en qué proporción debe aportar dinero a este fondo y quiénes serán los países que puedan beneficiarse de él. "Queda mucho trabajo por hacer. No tendremos justicia hasta que el dinero comience a fluir hacia las comunidades vulnerables", destaca la activista ugandesa Vanessa Nakate.

Ambición climática

El punto que ha cosechado más críticas es la falta de avances en el compromiso global para reducir emisiones. Europa se ha mostrado particularmente crítica con el pacto sellado este domingo. El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, ha afirmado estar "decepcionado" con el redactado final del texto. En parte por la falta de "mensaje más fuerte". Y en parte, por haber "perdido el empuje" logrado en Glasgow. En esta misma línea se ha pronunciado la vicepresidenta española, Teresa Ribera. "El acuerdo de Sharm el-Sheikh ha conseguido poner muy poco más encima de la mesa. Seguimos avanzando en temas de mitigación, pero muy por debajo de nuestras expectativas", ha afirmado ante las puertas del plenario. 

La falta de avances en el compromiso global para reducir emisiones también ha sido duramente criticada por el secretario general de

Naciones Unidas

,

Antonio Gutérres

. "Esta cumbre concluye con muchas tareas pendientes. Ya estamos a la mitad de camino entre el Acuerdo de París y la fecha límite de 2030 y todavía necesitamos ponernos manos a la obra para reducir las emisiones de manera inmediata", ha declarado Gutérres tras la publicación del acuerdo de Sharm el-Sheikh, lamentando que este debate "no se ha abordado como debería" en la cumbre de este año.

Todo apunta a que gran parte de este debate se podría haber visto influenciado por el lobi de los combustibles fósiles, que según algunas estimaciones habría enviado a más de 600 delegados a la cumbre del clima de este año. Son muchas las voces que denuncian la presión que habría ejercido esta industria para diluir algunos mensajes (como el lenguaje para hablar de la progresiva reducción del carbón) y eliminar muchos otros (como los relativos al fin de las explotaciones). "La presidencia egipcia ha elaborado un texto que protege claramente a los productores de petróleo y gas, así como a la industria de los combustibles fósiles. Esta tendencia no puede continuar en la cumbre del año que viene de los Emiratos Árabes Unidos", ha alertado Laurence Tubiana, de la Fundación Europea del Clima.

La otra gran crítica a esta cumbre apunta directamente a los organizadores. En primera instancia, según apuntan fuentes cercanas a las negociaciones, porque faltó el trabajo de diplomacia previa al arranque del evento. Y finalmente, por la ausencia de liderazgo a la hora de guiar las conversaciones de la cumbre. La ministra de asuntos exteriores alemana, Annalena Baerbock, ha acusado a la presidencia egipcia de "deficiencias organizativas" y de "obstruir los debates". El resultado final de esta cumbre, según Baerbock, solo ha sido posible gracias a una "alianza internacional que ha evitado el fracaso total". 

Falta de coherencia

El hecho de que la resolución final de Sharm el-Sheikh entremezcle el éxito del fondo solidario y el fracaso de la ambición climática es, en sí mismo, un síntoma de la falta de coherencia del pacto. El sábado, en la recta final de las negociaciones de la cumbre del clima, una coalición de una sesentena de países de todo el mundo se pronunció públicamente para defender que el objetivo de los 1,5 grados también es un reflejo de los compromisos de solidaridad climática. En este sentido, argumentaron que de poco sirve crear un fondo para hacer frente a los estragos climáticos en el sur global si paralelamente no se diseñan medidas para evitar que la crisis climática vaya a más.

"La cumbre de Sharm el-Sheikh puede haber terminado, pero la lucha por un futuro seguro no", ha destacado la joven activista medioambiental keniana Elizabeth Wathuti. Tras el tímido éxito y los grandes fracasos de la cumbre egipcia de este año, los movimientos ecologistas reclaman redoblar la presión para seguir impulsando la lucha frente a la crisis climática. "No tenemos tiempo que perder. Es ahora o nunca", han clamado los últimos activistas presentes en los pasillos de la cumbre de Sharm el-Sheikh. 

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