El duro comienzo de Franco Russo: “No podía ni salir para tomar un café”

El defensa del Mallorca ha relatado su carrera deportiva hasta debutar en Primera División

Russo, en una acción frente a la UD Las Palmas

Russo, en una acción frente a la UD Las Palmas / RCD Mallorca

Artur López

El central del RCD Mallorca, Franco Russo, ha concedido una entrevista a Marca para repasar el duro camino hasta el futbol profesional. Esta temporada ha jugado sus tres primeros partidos en La Liga Santander, pero no hace tantos años luchaba por encontrar una oportunidad en el fútbol amateur español: “En el Tamarite cobraba 50 euros por semana”.

Desde fuera, se suele afirmar que “el futbolista tiene la vida de rey”, como explica Russo. Sin embargo, el argentino ha vivido un duro camino repleto de obstáculos hasta llegar a debutar en Primera División en la jornada 2 ante el Alavés. Todo comenzó cuando parecía tener la vida resuelta en el equipo argentino de Primera Nacional Atlético All Boys. Russo disfrutaba de sus primeros entrenos con el primer equipo cuando le llegó la oportunidad de volar a España: “Todos los chicos tenemos el sueño de ir a jugar a Europa, y me llegó la ocasión de probar en el filial del Rayo en Tercera División”. 

No obstante, la andadura de Russo en España comenzó con el pie izquierdo: “Me rompí el cuádriceps en un partido amistoso, el equipo me había dicho que me iba a recuperar ahí e iban a contar conmigo, pero de decirme que iba a firmar un contrato de cuatro años, a la semana siguiente el técnico me comunicó que no iban a contar conmigo”. El panorama pintaba desolador en España, en medio de la soledad, sin apenas recursos ni amigos: “estaba solo en Madrid, viviendo en una habitación con la incertidumbre de saber qué hago ahora”. 

Afortunadamente, al central le salió una prueba para ir al Lleida Esportiu de Segunda B, aunque la mala suerte volvió a cebarse con el argentino: “El director deportivo me tenía que venir a buscar al hotel y me llamó por la noche para decirme que se había olvidado”. Casualmente, en el cuerpo técnico tenían un contacto con un miembro del humilde club Tamarite, donde apenas cobraba 50 euros por semana, además de costearle la entidad aragonesa el apartamento. “Yo iba al Mercadona con la calculadora porque no podía salir de casa ni para tomar un café, era prioridad comer”, recuerda un Russo, al fin, feliz. 

El Mallorca, el trampolín hacia la cima

Desde Tamarite, la senda del argentino siguió una línea ascendente, pasando dos años en el filial del Espanyol, una cesión al Vilafranca de Tercera, y un temporada en el Ontinyent de Segunda B. Tras este vaivén de conjuntos del fútbol semiprofesional, llegó el escaparate al fútbol profesional, con el fichaje de Russo por un Mallorca recién ascendido a Segunda A. 

Franco Russo, en un partido con el filial del Espanyol

Franco Russo, en un partido con el filial del Espanyol / RCD Espanyol

Después de un año de rodaje en el Mallorca, el argentino marchó cedido a la Ponferradina, de la misma categoría, equipo con el que logró la permanencia en la temporada 2019/20: “Por suerte, en Ponferrada el técnico confiaba en mí, entré en dinámica, las cosas iban bien y sentía de verdad que podía jugar en Segunda”. 

Finalmente, de vuelta al feudo de Son Moix, Russo consiguió el ansiado sueño de jugar en Primera División: “Fue un año redondo por todo lo que se dio, pude participar bastante y responder cuando el equipo me necesitó”. Una vez alcanzado el anhelo de debutar en Primera, Franco y su hermana se emocionaron por teléfono celebrando la gesta: “Fue la satisfacción y la felicidad de decir que al fin llegué”. Franco Russo ha vivido una senda repleta de caídas, lesiones y múltiples reveses que, con resiliencia y el apoyo de su familia a distancia, ha logrado sortear hasta cumplir su sueño, siempre, desde la humildad.