Robert Moreno sonríe en París ante un gran Neymar

Albert Gracia

Loco, anárquico, espectacular... Colosal, como diría nuestro querido Carlos Pérez de Rozas. Escojan la palabra que quieran porque lo que se vivió en París fue una auténtica locura. Un partido que podía haber durado una eternidad y que jamás habría aburrido. Una oda al fútbol de ataque en la que se firmaron las tablas. Nadie se llevó el primer asalto. El segundo será en el Louis II este miércoles. 

Lo de la primera mitad merece un capítulo aparte. Moreno llegaba a la capital con un equipo aún en construcción y lo sacó al verde hecho, como si llevaran toda la vida juntos. En un 4-4-2 preparado para taponar a Neymar y Di María, el Mónaco le enseñó a la Ligue 1 cómo hay que jugarle a este PSG.

Y eso que el inicio era para echarse a temblar. Error atrás, Verratti que avista a Neymar y el brasileño bate a Lecomte. Menuda tormenta se le venía encima a Robert... Pero la luna de París apareció. Con tres toques, el Mónaco era capaz de romper líneas, así que se puso manos a la obra para explotar las contras. 

En una de las primeras combinaciones, Fàbregas le puso un caramelo a Ben Yedder, Navas le derribó y el rechace lo aprovechó Martins para empatar. Saltaba la sorpresa. Y más que iba a saltar cuando Ben Yedder le daba la vuelta al partido. Minuto 13. Menudo inicio. Era todo un ida y vuelta, a tumba abierta.

En esas, el PSG tiene más opciones, por mucho que el Mónaco estuviera bien plantado y supiera salir a la contra. Para ganar en París tienes que sudar tinta y los parisinos fueron encerrando poco a poco a un cuadro de Moreno que, aun así, pudo abrir brecha con un disparo de Keita que sacó Keylor. Falló el Mónaco y Neymar lo hizo pagar.

Primero con la ayuda de Touré y, después, con un penalti, le dio la vuelta al marcador.  En medio, Glik estrelló un cabezazo a la madera. El 3-2 hubiera hundido a cualquiera, pero no a este Mónaco que aún pudo empatar en la última acción de la primera mitad. 

En la reanudación, el ritmo no bajó y Neymar tuvo una clamorosa para abrir brecha. Pero los dioses del fútbol quisieron ser justos y dejaron que el duelo mantuviera la pasión. Así, el PSG continuó teniendo el dominio ante un Mónaco al que cada vez le costaba más. Aun así, una le bastó para empatar el duelo. Anotó Slimani y el VAR se lo concedió. Con el 3-3, la locura volvió a apoderarse del partido y ambos tuvieron ocasiones más que claras para llevarse la victoria. El PSG fue a la desesperada y Mbappé la tuvo en la última jugada del partido. Un final tremendo para un partido tremendo.