Fekir le salva los muebles a Rubi

Emerson adelantó a los béticos

Emerson adelantó a los béticos / EFE

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Nabil Fekir es el salvavidas de Rubi. En el último minuto, dio la victoria al Betis en un duelo de necesitados y le da, al menos, una vida más al técnico de Vilassar de Mar. Fran Escribá ve como su puesto está en peligro pese al buen choque de los celestes.

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Liga Santander

2
1
Alineaciones
Betis
Joel; Emerson, Mandi, Bartra (Laínez, 79'), Feddal, Álex Moreno; Ismael, Canales; Fekir, Joaquín (Loren, 71'); Iglesias
Celta
Rubén; Mallo, Aidoo, Araujo, Juncà; Rafinha (Toro Fernández, 87'), Beltrán, Lobotka, Denis Suárez (Sergio González, 86'); Santi Mina (Brais Méndez, 46'), Aspas.

Se palpaban los nervios en el ambiente. Era un partido de vida o muerte y en el Benito Villamarín lo sabía. Y no tardó en sonreír el feudo verdiblanco cuando Emerson avanzó al Betis poco después de iniciar el partido. En una jugada entre Fekir y Canales, el lateral cazó el cuero dentro del área y lo mandó al fondo de las mallas.

Le costaba y mucho a un Celta falto de ritmo que no se encontraba sobre el césped. El miedo podía más que la calidad. Incluso Borja Iglesias tuvo el segundo, pero su tiro se topó con un rápido Rubén Blanco. Se estiró, eso sí, el conjunto de Escribá. Era la jornada 11 pero parecía que la salvación se decidía entonces. Denis Suárez en dos ocasiones rozaba el empate.

Los béticos se encomendaron a Joel Robles tras el receso. El cuadro vigués salió como un tiro y Lobotka, Denis y Aidoo, que remató al palo, presagiaban lo que era inevitable. Se inquietaba la parroquia verdiblanca y no fue para menos. El ‘panda’ tocó el balón con la mano dentro del área e Iago Aspas transformó la pena máxima. Se acordó de Broncano.

Pero el fútbol es así de imprevisible. Parecía que el Celta iba a rascar un punto que tampoco aseguraba nada, pero Fekir hizo acto de presencia para hundir a los gallegos. Desaparecido durante la segunda mitad, al francés le cayó un balón del cielo y batió a Rubén. Regalo divino. El Villamarín estalló y Rubi respiraba tranquilo. Escribá, al borde del precipicio.