Un derbi sin derbi

Sevilla y Betis reabrieron la parte final de LaLiga Santander 2019 - 2020 en un derbi sin derbi, complatemente atípico y descafeinado sin la presencia vital de las dos aficiones.

Toda la pasión y toda la fuerza que desprende la grada del Sánchez Pizjuán en el clásico hispalense quedó solo en el espectáculo sobre el césped de los jugadores, que se vieron obligados por el maldito coronavirus a jugar a puerta cerrada un derbi sin el necesario papel del público en los campos de fútbol.

Lo más positivo de una jornada extraña y singular a la vez fue la ausencia de incidentes en los alrededores del Pizjuán, pese a la numerosa presencia de seguidores para alentar la llegada de los dos equipos. La llamada del Ayuntamiento de Sevilla de vivir el derbi por televisión desde los hogares y el gran despliegue de seguridad policial existente fuera del estadio evitaron las posibles aglomeraciones, sin problemas de enfrentamientos de rivalidad en la nueva normalidad también futbolística.

LA LLEGADA DE LOS EQUIPOS

Una hora y media antes del inicio del partido llegaron al Pizjuán los dos autobuses del Sevilla y del Betis, ovacionados por los activos aficionados presentes. Poco más de media hora después, ya empezó un calentamiento también especial y distinto sobre el terreno de juego. Mascarillas y guantes para los preparadores físicos siguiendo el estricto protocolo sanitario en los rondos de preparación previos al encuentro. Solo los protagonistas, incluidos los entrenadores, se salvaron de la máscara.

Y, llegada la hora del regreso oficial, sí hubo el arrebato del himno del Centenario del Sevilla. Sonó en un vacío Pizjuán en una megafonía que no pudo pasar de los 85 decibelios antes del minuto de silencio por las víctimas del coronavirus. Un derbi sin derbi, sin chicha ni limoná, solo en manos de los jugadores y no de los aficionados, que siguen sin fútbol en directo por ahora.