No todo se vio por la tele

A la ceremonia de inauguración le faltaron decibelios en los aplausos, que solo sonaron desde el palco de autoridades

Fuera, una muchedumbre aún pedía la cancelación de los Juegos Olímpicos mientras otros buscaban fotografiarse con deportistas y periodistas

No todo se vio por la tele

No todo se vio por la tele

Manoj Daswani

La larga espera desde la clausura de Río de Janeiro, hace ahora cinco años, obligó a redimensionar la ceremonia de apertura de los primeros Juegos de Japón en este siglo. Fue un acto sin alma en el cemento de las gradas y con muchos detalles que posiblemente solo pudieron percibirse en el Estadio.

Privilegiado oficio el de periodista que permite acceder a un evento vetado para la mayoría de los mortales. Eso sí, con extremas medidas de seguridad y no pocas restricciones. De hecho, como es habitual en las citas olímpicas, la apertura fue declarada 'high demand' (alta demanda) y no todos los informadores acreditados pudieron adentrarse en las entrañas del Olímpico.

Antes de llegar, largas colas para acceder a los autocares que conectan el centro internacional de prensa con el fastuoso estadio tokiota; en los aledaños del recinto, cientos de japoneses que hacen cola para fotografiarse con los aros olímpicos y filmar lo que pueden. Incluso buscan fotos con periodistas u oficiales confundiéndolos con los deportistas, que entran más tarde y por otra compuerta. Otros -y eso seguro no lo enseñó la tele- protestan porque están a favor de la cancelación del evento.

Nos recibe una amplia lona con un mosaico de cuadrados blancos y grises y la cuenta atrás regresiva acaba a las ocho en punto (mediodía en España). Entonces, el aplauso de los presentes -900 VIP y 3.500 periodistas- suena con pocos decibelios para lo que sería natural en un acontecimiento planetario como éste. La inauguración fue de menos a más. Empezó floja, sin emoción ni vértigo. Y más tarde cogió color con los momentos centrales.

Luego, en el plano corto, la sonrisa de los deportistas que desfilan comprueba que el esfuerzo ímprobo de Japón y del COI han valido la pena. No hay público pero ellos se sienten protagonistas. Y ya es así cuando en el camino al Estadio los atletas de otros países le piden fotos a los nuestros. Los más reclamados, con diferencia los del baloncesto, da igual Gasol, Rudy que Sergio Rodríguez.

Y si por televisión se sintió la calidez con la que Japón recibe al mundo en estos Juegos, in situ la percepción fue multiplicada por los casi 40 grados de temperatura y la altísima humedad que hicieron sudar tinta a cuantos deportistas desfilaron. Los Juegos del silencio ya han comenzado. Anoche lo que faltaron fueron los decibelios y la emoción de los aplausos. Para amplificar al mundo el mensaje que el olimpismo quería brindar tras ganarle el pulso (o quizá todavía no) a la covid19.