ESPECIAL JUEGOS OLÍMPICOS LONDRES 2012

Leyendas de los Juegos Olímpicos: Abebe Bikila

El etíope continúa siendo, a día de hoy, el único atleta capaz de conquistar un maratón en unos Juegos Olímpicos sin utilizar calzado deportivo

David Boti

Nunca una historia olímpica fue tan conmovedora y enternecedora como la del atleta etíope, Abebe Bikila (Etiopía, 1932) capaz de vencer en dos maratón consecutivos en los Juegos Olímpicos de Roma '60 y de Tokio '64.

Desde muy joven a parte de su devoción por correr, tuvo la ilusión de alistarse en el ejército de Etiopía, un país que empezaba a descolonizarse por aquel entonces. Fue allí mismo, donde Bikila conoció al que sería su entrenador, el sueco Onni Niskanen que, años más tarde, le acabaría convirtiendo en la leyenda que hoy es: el mejor maratonista de la historia.

Llegaron los Juegos Olímpicos de Roma (1960) y, tras una preparación excelsa, el atleta etíope cumplió su sueño de poder vestir la camiseta nacional y representar a su país en unos Juegos Olímpicos. En la capital romana, fue donde se empezó a forjar esta nueva leyenda del atletismo mundial. El corredor etíope ganó la maratón, con un tiempo de 2:15:16 marcando el mejor registro de la historia y siendo el primer africano en toda la historia de los Juegos Olímpicos que conseguía ganar una medalla con la increíble particularidad de que Bikila lo hizo corriendo sin calzado deportivo.

Cuatro años después, en los Juegos Olímpicos de Tokio (1964), a pesar de estar convaleciente de una operación de apendicitis y de apenas llevar entrenamiento en sus piernas, volvió a hacerse con el oro, con una marca estratósferica de 2:12:11. Esta vez, Bikila lo hizo con calzado deportivo, aumentando más todavía, de esta forma, el récord mundial y corriendo a una velocidad cercana a los 20 kilómetros por hora.

Su última aparición en una competición de este nivel fue en los Juegos Olímpicos de México (1968), pero desgraciadamente se tuvo que retirar a los 17 kilómetros por problemas físicos. Un año después, Bikila sufrió un accidente de coche que le dejó paralizadas totalmente las extremidades inferiores. Y fue a los 41 años, cuando se despidió de este mundo la mayor leyenda de la historia del maratón y, posiblemente, uno de los pocos atletas que consiguió que medio mundo se pegase a una pantalla de televisión, para deleitarse con su hazaña en el Olimpo de Roma.

Más que un deportista, Bikila fue todo un símbolo, no solo en Etiopía, sino en todo el mundo. Conseguirlo está al alcance solo de los más grandes. De los que serán recordados durante la eternidad. Y solo por eso, merece todos los reconocimientos habidos y por haber.