El Equipo Olímpico de Refugiados, premio Princesa de Asturias de los Deportes

El jurado ha reconocido los valores de un grupo de deportistas que tienen detrás historias de dramatismo que deberían golpear la conciencia colectiva

Los premiados aúnan los máximos valores del deporte, como son la integración, educación, solidaridad y humanidad, y representan un mensaje de esperanza para el mundo

El premiado equipo Olímpico de Refugiados

El premiado equipo Olímpico de Refugiados / @premiospa

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El Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2022 ha sido para la Fundación y el Equipo Olímpico de Refugiados, que fue galardonado en Oviedo, como reconocimiento a un grupo de héroes muchas veces anónimos que esconden historias de dramatismo que deberían golpear la conciencia colectiva. El Jurado reconoce que el equipo olímpico de refugiados aúna los máximos valores del deporte, como son la integración, educación, solidaridad y humanidad, y representa un mensaje de esperanza para el mundo.

El equipo, tutelado por delegados del COI y la agencia de refugiados de las Naciones Unida, el ACNUR, compitió en los Juegos de Tokio con bandera e himno olímpico dándose la circunstancia de que todos sus componentes tienen el estatus de refugiado, verificado por la ONU.

El premio está dotado con una reproducción de una escultura de Joan Miró y la cantidad en metálico de 50.000 euros, un diploma y una insignia.

El jurado, formado por el exatleta Abel Antón, como presidente, y la exregatista Theresa Zabell como secretaria, por el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, y del Comité Paralímpico, Miguel Carballeda, y el ex seleccionador de fútbol, Vicente del Bosque y Santi Nolla, entre otros, ha querido premiar "las trayectorias que por medio del fomento, desarrollo y perfeccionamiento del deporte y a través de la solidaridad y el compromiso, se hayan convertido en un ejemplo de las posibilidades que la práctica deportiva conlleva en beneficio de los seres humanos".

La guerra de Siria fue el punto de partida cuando hace seis años, el movimiento de personas que abandonaban el país huyendo de la guerra se convirtió en la segunda mayor crisis de desplazados desde la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando funcionarios olímpicos contactaron con deportistas de elite refugiados en todo el mundo y seleccionó a diez de ellos para competir en Río.

En ese grupo destacaba la nadadora siria Yusra Mardini, que subida en un bote en el mar Egeo junto a otras 17 personas que comenzó a hacer aguas, decidió junto a su hermana lanzarse al agua para sostener la embarcación y tirar de ella hasta poner a salvo a todo el grupo, poniendo en riesgo su vida.