JUEGOS OLÍMPICOS DE RÍO 2016 - FÚTBOL

Hexagoleada para que Neymar luche por el oro

La ‘baby canarinha’ destroza sin piedad a Honduras (6-0) en Maracaná en un partido que Neymar marcó con solo 14 segundos de juego

Neymar lideró a Brasil

Neymar lideró a Brasil / sport

Joaquim Piera. Rio de Janeiro

Honduras le aguantó catorce segundos a Neymar, mucho menos de lo que tarda Usain Bolt en recorrer los 200 metros lisos, su prueba favorita. El crack del Barça le robó la cartera a Johnny Palacios, allí donde un central nunca puede bobear, encaró al meta Luis López, que salió vendido y a la desesperada y, de rebote, introdujo el balón lentamente, casi a cámara lenta. Maracaná se despertó de golpe. Y allí se terminó el partido y las semifinales. Brasil se dio un baño y masaje en público y pisoteó a Honduras (6-0) con una superioridad insultante.

El gol más rápido de la historia del torneo olímpico de fútbol permitió a los brasileños concentrar un partido de desgaste de 90 minutos, jugado bajo un calor infernal, en solo unos segundos.

Ney ni pudo celebrar su gol relámpago. Al marcar, recibió un fuerte golpe en el tórax y tuvo que ser retirado en camilla. Fue atendido por el galeno de la Seleçao, con todo el estadio con el corazón en un puño. Cuatro minutos después, el 10 de Brasil volvió para alegría de la ‘torcida’ que ya lo había vitoreado desde el calentamiento.

El Maracaná es para los cracks de verdad: Zizinho, Garrincha, Pelé, Zico, pasando por Romario y llegando ahora a Neymar. Hacía tres años y casi dos meses, que el blaugrana no pisaba el templo carioca. En la misma portería, donde fusiló a Casillas en la final de la Copa Confederaciones 2013, ahora dejó, de nuevo, su firma, con otra diana que, por precocidad, ya entra en la historia de la Seleçao.

Lo de Brasil fue un paseo. En los primeros 35 minutos, ya ganaba 3-0 y podía haberle endosado, sin exagerar una manita o media docena. La Bicolor no se recuperó del directo que Neymar le aplicó y pagó carísimo poner su línea de defensa adelantada. Los brasileños la superaron cuanto y como quisieron.

Luan, primero y después Neymar, infiltraron sendos balones para que Gabriel Jesus se sacara todos los complejos de encima y definiese como un delantero que vale 32 millones de euros (al menos para Txiqui y el City).

Y, entre gol y gol, Brasil se divirtió. Neymar encaraba, regateaba y asistía. Su crecimiento físico en los Juegos ha sido espectacular. El blaugrana es quien marca las diferencias y llegará pletórico a la final de domingo, donde Brasil intentará romper el gafe olímpico.

Los hondureños, por su parte, intentaron aplicar uno de los guiones prestablecidos que llevaban de antemano, precisamente el de moral más dudosa: intentar sacar a Ney de sus casillas, a base de juego subterráneo y provocaciones. A Colombia no le funcionó en los cuartos de final y a la Bicolor, tampoco. Acosta y Vargas fueron amonestados por sus caricias al blaugrana y viendo que caería la expulsión, se dejaron de patadas a destiempo.

La fiesta, en el campo y en las gradas, se alargó durante la segunda parte. Brasil no cometió la arrogancia de gustarse y jugar de cara a la galería. El técnico Rogério Micale mantuvo el equipo en tensión, jugando asociativamente. Y llegó otro gol.

Neymar, siempre él, sirvió un córner y Marquinhos tuvo tiempo de rectificar un primer lanzamiento pifio y remató sin piedad a Luis López. Uno más en el zurrón brasileño. 4-0.

La ‘baby canarinha’ bajó lógicamente el ritmo, administrándose. Rafinha, que está jugando en cuenta gotas, se unió a la fiesta en los últimos 15 minutos, cuando Luan marcó el quinto. El centrocampista blaugrana aterrizó muy justo de forma en los Juegos, aquejado de molestias musculares, y su técnico ha sabido darle juego, sin quemarle.

En el último minuto, Neymar cerró una actuación de lujo convirtiendo un penalti sobre Luan. Ney chutó con maestría engañando al portero. Lo celebró como si convirtiese una cesta de baloncesto ante un Maracaná entregado. 6-0 y fin del partido.  

Brasil encarará su final soñada con un equipo consolidado. Su propuesta leve y ofensiva ha acabado conectando con la ‘torcida’, harta de la involución táctica de la última década de la escuela gaúcha. Rogério Micale, curtido en las categorías de base, ha resucitado las esencias del fútbol. Ahora es oro u otro Maracanazo. No hay término medio.