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Asamblea General

Israel ha ignorado medio siglo de resoluciones sobre Palestina, evidenciando la fatiga del sistema de la ONU

La más importante es la 242 del Consejo de Seguridad que exige a Israel a retirarse de los territorios palestinos conquistados en 1967, entre ellos Gaza y Cisjordania

Israel fue creado precisamente gracias a una resolución de la ONU en 1947

Nueva York 10/05/2024.- El representante permanente de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, tritura la Carta de Naciones Unidas como protesta por una resolución ampliando el estatus de Palestina

Nueva York 10/05/2024.- El representante permanente de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, tritura la Carta de Naciones Unidas como protesta por una resolución ampliando el estatus de Palestina / SARAH YENESEL / EFE

Mario Saavedra

Mario Saavedra

Madrid

Hace ahora algo más de ochenta años, el 26 de junio de 1945, cincuenta países firmaron la Carta de las Naciones Unidas que forjaría la ONU. El nuevo orden internacional basado en reglas tras la II Guerra Mundial se materializaba en un organismo de diálogo multilateral. El selecto Consejo de Seguridad sería el custodio de la estabilidad global, y estaría controlado por las cinco grandes potencias vencedoras (Estados Unidos, la Unión Soviética, China, Reino Unido y Francia), que tendrían el poder efectivo.

Una de las primeras decisiones de relevancia histórica de la recién creada institución fue la partición del Mandato británico de Palestina en 1947 entre árabes y judíos. Estos últimos, emigrados desde Europa sobre todo tras el Holocausto nazi, recibirían más de la mitad del territorio pese a ser solo la mitad de la población y no ser oriundos. Los cinco estados árabes vecinos (Líbano, Siria, Jordania, Irak y Egipto), disconformes, declararon la guerra al Estado de Israel, recién proclamado. Perdieron.

Esa primera decisión de la ONU derivó en la que fue también la primera misión humanitaria de las Naciones Unidas: la creación, en 1949, de la agencia para los refugiados de Palestina UNRWA. Su misión era ayudar a los 711,000 árabes palestinos expulsados por las tropas israelíes de sus lugares de origen en lo que había sido el mandato británico de Palestina. Dos años de “Nakba” o catástrofe palestina, consecuencia de aquella primera guerra árabe-israelí (1947-1949). Tropas israelíes y grupos extremistas judíos destruyeron más de medio millar de pueblos palestinos.

Pronto, el país creado por una resolución de Naciones Unidas comenzaría a desobedecer los mandatos de la misma organización que lo creó. 

Las resoluciones de la ONU violadas por Israel

“Hay muchas resoluciones del Consejo de Seguridad que Israel no ha cumplido. Para empezar, la resolución 242 (de 1967), en la que se pedía que Israel se retirara de los territorios que ocupó en la Guerra de los Seis Días”, explica a este diario Richard Caplan, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Oxford (Reino Unido). En aquella guerra de 1967 contra Egipto, Siria, Jordania e Irak, Israel conquistó Gaza, Cisjordania, los Altos del Golán y el Monte Sinaí. “No se retiró, salvo del Sinaí”. En total, casi seis décadas de incumplimiento de una resolución que había sido aprobada por unanimidad del Consejo, incluido Estados Unidos.

El profesor apunta a otras resoluciones incumplidas sobre Palestina. Por ejemplo, las 446 (1979), 452 (1979) y 465 (1980), que establecieron que los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados no tenían “validez legal” y pedían a Israel que dejara de construirlos. Israel no solo no los desmanteló, sino que incrementó su expansión. Hoy en Cisjordania hay al menos 144 colonias (desde urbanizaciones a pequeñas ciudades) y 100 puestos de avanzadilla que albergan a un total de unos 700.000 colonos judíos. Israel acaba de aprobar la construcción de otros 22 en la llamada zona E1, al este de Jerusalén, a pesar del clamor mundial en contra.

También ha ignorado las exigencias de la ONU en relación a los derechos humanos de los palestinos. Las resoluciones 237 de 1967, la 605 de 1987 o la 1322 de 2000, entre otras, han condenado las acciones israelíes contra los civiles en los territorios ocupados y han pedido al país que cumpla con la legislación internacional. Tel Aviv las ha rechazado e ignorado todas, subraya Caplan.

Ni la Embajada de Israel ni el grupo activista UN Watch han querido responder a las preguntas de este diario. Tel Aviv ha acusado a la ONU de ensañarse con el país. Ponen como ejemplo que, en la sesión 2021-2022 de la Asamblea General, se aprobaron 14 resoluciones contra el país, frente a cinco contra el resto del mundo, a pesar de las graves crisis de derechos humanos en Myanmar, Crimea o Corea del Norte. 

La debilidad de la ONU

Si la ONU dictamina pero Israel ignora, ¿de qué sirve todo ese entramado internacional? ¿Qué se puede hacer para que Tel Aviv cumpla esas resoluciones? “Muy poco, mientras Estados Unidos siga teniendo la voluntad de vetar toda iniciativa, como sanciones o embargos de armas a Israel, o mientras los Estados europeos sigan sin ser capaces de poner medidas de presión significativas”, opina el profesor de Oxford. “Pero esto está empezando a cambiar a consecuencia de los horrores que Israel está imponiendo en Gaza: por ejemplo, la UE empieza a considerar tomar medidas duras, como la suspensión del Acuerdo de Asociación, y eso podría fomentar la oposición interna en Israel contra las políticas de su Gobierno”. 

De un tiempo a esta parte, el número de resoluciones del Consejo de Seguridad contra Israel ha caído drásticamente, gracias al poder de veto de Estados Unidos, que da cobertura diplomática al pequeño Estado judío de Oriente Próximo. 

La anomalía ha quedado expuesta durante estos dos años de guerra en Gaza, calificada como “plausible” genocidio por la Corte Internacional de Justicia, el órgano judicial de Naciones Unidas. 

Incluso las resoluciones que han conseguido salir adelante se han convertido pronto en pólvora mojada, porque la desobediencia de Tel Aviv nunca ha tenido consecuencias. 

“En 2024, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó una resolución pidiendo un alto el fuego permanente en Gaza, acceso humanitario completo a Gaza y la liberación inmediata e incondicional de los rehenes, que fue aprobada gracias a la abstención de Estados Unidos”, recuerda para EL PERIÓDICO Laurie Nathan, directora del programa de Mediación del Instituto Kroc para los Estudios Internacionales de Paz de la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos). “Sin embargo, Israel ha desafiado esa resolución y continúa con la guerra y el genocidio en Gaza. Puede salirse con la suya porque tiene un apoyo militar y político sin límites en Estados Unidos. Israel solo respetará los límites si Washington aplica la presión necesaria”.

El 12 de septiembre de este año, la Asamblea General de Naciones Unidas respaldó una propuesta de solución de dos Estados para Israel y Palestina como la “única capaz de satisfacer las aspiraciones de las dos comunidades”. Pedía que Hamás dejara el poder en Gaza y entregara las armas a la Autoridad Nacional Palestina. Y que Israel congelara de forma inmediata los asentamientos y la anexión en los Territorios Palestinos Ocupados, incluido Jerusalén Este. 

“Esa resolución no es vinculante para Israel y otros países, pero ha sido un paso político significativo”, concluye la profesora. “Manda un mensaje fuerte a Israel de que la creación de un Estado palestino independiente no es una posición extrema, sino una demanda apoyada por la gran mayoría de los países miembros. Resaltaba que la anti-ocupación no es antisemitismo”.

Propuestas de reforma de la ONU

El exembajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, apareció el 10 de mayo del año pasado en la Asamblea General con una pequeña trituradora de papel en la mano. Cogió una copia de la Carta de Naciones Unidas y la destruyó en directo desde el estrado. Protestaba así contra la adopción de una resolución, con 143 votos a favor y solo nueve en contra, para ampliar el estatus de Palestina en la ONU. Israel también ha declarado al secretario general de la Organización, António Guterres, persona non grata en su país, algo inédito.

Los ataques frontales de Israel son la parte más llamativa de un problema de fondo, estructural. La puesta en práctica de las decisiones no se hace por mayoría o consenso, sino por decisión de los grandes poderes militares, en concreto Estados Unidos. Además, el sistema de voto y de decisión está anclado en un pasado que ya no existe. ¿Cómo puede ser que países como India, el más poblado del mundo, no tengan voz y voto? ¿O África y América Latina? Hay miembros rotatorios del Consejo, pero esa presencia para muchos es insuficiente. 

Hay un movimiento diplomático internacional, avalado por España entre otros países, para reformar el sistema y hacerlo más acorde con el mundo actual. Pero nadie cree que este sea el momento adecuado, con Estados Unidos bajo el mando de Donald Trump, un escéptico del multilateralismo; con Rusia y China creando un polo opuesto; y con el viejo orden internacional basado en reglas, resquebrajándose.

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Vía: El Periódico