Olunga, la eterna sonrisa

Olunga fue una pesadilla para la defensa canaria

Olunga fue una pesadilla para la defensa canaria / sport

Carles Rosell

El cartel es grande, imponente. En él, Messi y Cristiano Ronaldo son actores secundarios: todo el protagonismo se lo lleva Michael Olunga. Algo normal en Kenia, donde el delantero es toda una institución. A nivel deportivo, pero también social. 

Y eso que tan solo tiene 23 años. Ver a Olunga encabezar un reclamo publicitario a nadie extraña en Nairobi. Eso sí, le sonaría a chino a cualquier aficionado del Girona. O de otro equipo de la Liga. Por eso, su fichaje fue recibido con más dudas que aplausos. De él bien poco se sabía. Internet sirvió para que los ignorantes descubriéramos que el delantero, internacional con su país, se había ido a la Suecia y también a la China a buscarse la vida. Algunos goles por aquí y por allá, pero poco más. Qué podía ofrecer era un misterio. Y menos, viendo que Stuani Portu hacían todo el trabajo, mientras el africano convertía el banquillo o la grada en su hábitat natural. 

Hasta el sábado en el que todo cambió. En una parte logró algo que muy pocos jugadores han sido capaces de hacer. Sorprender y enamorar. Pocos apostaban porque el cambio de Olunga por Stuani fuera para bien. Se equivocaron. ‘Hat-trick’ para entrar en la historia, ganarse el cariño de la hinchada y volver a creer. Y él, que lo celebraba a su manera. Tranquilo, casi impasible. Con su eterna sonrisa de oreja a oreja.

Dicen los que le conocen que Olunga siempre está alegre. Ha tenido que esforzarse mucho en la vida, que pelear. Cualquier obstáculo o dificultad, la ha sacado adelante con positivismo. Por más difíciles que se le presentaran las cosas en Girona, ha sabido ser paciente hasta que su oportunidad le ha llegado. Es un buen chaval, trabajador, abierto y con muchas ganas de aprender. Así le describen en el vestuario. La barrera del idioma ha hecho su adaptación algo más complicada. Pero nada le ha impedido ser uno más. Se hartó de dar abrazos el sábado. Al preparador físico, Jordi Balcells, con quien guarda una estrecha relación. También con todos sus compañeros. 

Tras el partido llegó el alud de felicitaciones. Familiares, amigos, compañeros y desconocidos. Incluso el presidente de la república de Kenia, Uhuru Kenyatta, o el jefe de la oposición, Raila Odinga, se sumaban al coro general. “El momento histórico de Olunga”, se oía en la televisión nacional. Porque si Montilivi justo le descubre, en Kenia es uno de sus ciudadanos más ilustres. Es un referente, un ídolo. Por sus habilidades como futbolista, pero también por su carrera como ingeniero geoespacial que sacó adelante en la Universidad de Kenia mientras compaginaba sus estudios con la práctica del fútbol en el Djugardens sueco. El Ingeniero, ahora sí, ya contagia su sonrisa en Girona.