La élite tendrá que esperar

La crudeza de la Segunda División ha privado al Girona del sueño de regresar a Primera una temporada después de su descenso. El colofón a una campaña marcada por la irregularidad lejos de Montilivi y el paso de hasta cuatro técnicos por el banquillo rojiblanco lo ha puesto el inesperado Elche, por medio del catalán Pere Milla, en la final de un playoff, que tras haber disputado la final en tres ocasiones, se le resiste al Girona.

Cuatro entrenadores y mucha irregularidad

Hace más de un año, todo comenzó con Juan Carlos Unzué como cabeza de proyecto pero las cosas no salieron a pedir de boca. Un arranque  irregular con la plantilla más completa de la categoría hizo augurar un año complicado para conseguir el ascenso. Sólo 12 jornadas después, con un balance de 5 victorias, un empate y 6 derrotas, la dirección deportiva decidió dar un cambio de rumbo y cesar al técnico navarro tras caer en Oviedo por 4-2. Después del impás de Juan Carlos Moreno, llegó Pep Lluís Martí, cuya experiencia en la categoría debería haber sido diferencial para la mejoría gironina. Nada más lejos de la realidad, la irregularidad siguió instalada en el seno del equipo, aunque consiguió redirigir su rumbo y afianzarse en los puestos de playoff hasta el final de la temporada.

Después de estar coqueteando con los puestos de  ascenso directo hasta el confinamiento, una racha de una sola victoria en cinco partidos nada más regresar del parón significó el adiós del técnico balear al frente del equipo. Con el playoff en serio peligro, Francisco aterrizó en Girona para lograr lo que sus predecesores no pudieron, un equilibrio defensa-ataque capital para dotar a los jugadores de una competitividad inexistente hasta la fecha. Poco margen ha tenido Francisco, condicionado por la cercanía del final de Liga cuando llegó, cuyo sello tardío, sumado al oficio de Stuani, no han sido suficientes para el regreso del Girona a Primera. Un regreso que, desde ya, se trabaja para prepararlo de cara a la próxima temporada.