Un año entre los más grandes

Un año del Girona en primera

Un año del Girona en primera / EFE

Carles Rosell

Pocas veces un 0-0 será tan celebrado como el que logró el Girona, hoy hace justo un año, contra el Zaragoza en Montilivi. De fútbol, poco. De emociones, un sinfín. En la grada, en el césped y también en la ciudad. No había para menos. El 4 de junio del 2017, y tras el pitido final de Arcediano Monescillo, el equipo todavía entrenado por Pablo Machín sellaba su ascenso a la máxima categoría del fútbol español por primera vez en su historia. Era la penúltima jornada de una Liga vibrante, con el Levante disparado en cabeza y el Getafe pisando los talones; con un punto era suficiente y el Girona cumplió.

Bounou, Aday, Ramalho, Alcalá, Juanpe, Mojica, Eloi Amagat, Granell, Borja García, Portu y Sandaza. Este fue el once histórico que se enfrentó al Zaragoza, en un partido sin ocasiones, ante un estadio lleno, que estalló con el 0-0 final. Fiesta en el césped, con fuegos artificiales, una afición entregada y los jugadores en el limbo. No era para menos. Tras dos intentos fallidos, en los que Lugo, Zaragoza y Osasuna se habían convertido en verdugos, al final el club alcanzaba su meta: subir a Primera.

La celebración duró unos cuantos días, con un recibimiento espectacular en la plaza del Ayuntamiento, y también en la zona de la Copa, en los que los futbolistas y el cuerpo técnico fueron aclamados por una afición del todo entregada.

Ha pasado un año y todo este tiempo ha servido para confirmar que el Girona no subió a lo más alto sin ningún motivo, sino que lo hizo con la intención de quedarse. Y si es posible, durante muchas temporadas. Su primer curso en la élite ha sido brillante. A nivel deportivo, el equipo ha alcanzado el objetivo sobradamente. Se ha salvado con unas cuantas semanas de margen y, además, coqueteando incluso con Europa. Ha cerrado el ejercicio con 51 puntos, convirtiéndose así en el tercer mejor debutante de toda la historia en la máxima categoría, tan solo por detrás del Almería (07/08) y Albacete (91/92). Además, la plantilla ha contado con uno de los máximos goleadores del campeonato (Stuani, con 21 dianas) y llevará a tres futbolistas al Mundial de este verano: el propio Stuani, Bounou y Mojica.

Lejos de los terrenos de juego, el éxito y el crecimiento también han sido evidentes. Para empezar, el presupuesto se ha multiplicado por cinco: se ha pasado de los 9 millones de euros a tener unos 45 millones en caja. Las obras en Montilivi han elevado el aforo hasta los 13.500 espectadores, una cifra que aumentará este verano, pues está previsto ampliar también el Gol Sur. La plantilla de trabajadores del club es más grande, se han alcanzado los 9.200 abonados y el número de socios se ha disparado hasta los 12.000.  A todo ello, hay que sumarle que los ingresos por los derechos de televisión han pasado de los 6,7 millones a los 40 millones de euros. La guinda del pastel, es que se cerrará la temporada con beneficios.

Ha cambiado, y mucho, Girona y el Girona en tan solo un año. El crecimiento ha sido evidente, dentro y fuera del campo. La afición ha acompañado al equipo, consiguiendo unas entradas que eran inimaginables en Segunda División. Ahora, el reto no es otro que mantenerse, consolidarse. Seguir así, con paso firme, sin prisa pero sin pausa. Y sin volverse locos ni dejarse llevar. La permanencia volverá a ser el objetivo. Porque si hace 365 días se subió a Primera, fue para no volver a bajar. Ni ahora, y si puede ser, nunca.