GIRONA

Albert Guerrero: "Sentí cosquillas en la barriga llevando al Girona con autobús a la Champions"

Exfutbolista de Mataró, Tortosa, Masnou, Girona, Sant Andreu, Vilobí, Cornellà, Premià, Blanes, Cassà, Guíxols i Farners

Albert Guerrero tiene 53 años, vive en Blanes y trabaja de transportista

Albert Guerrero tiene 53 años, vive en Blanes y trabaja de transportista / Diari De Girona

Marc Brugués

"¿Este es el delantero que hemos fichado?" Agosto del1998. El Girona se presenta en sociedad en Montilivi. El equipo compite por segunda temporada consecutiva en Primera Catalana y en el campo hay apenas medio centenar de aficionados para ver la puesta en escena del equipo.

Es decir, se escucha todo. También los comentarios de un periodista cuestionando las condiciones del nuevo atacante incorporado del Masnou. "Me quedó grabada aquella frase. Se tuvo que tragar las palabras a final de temporada. Fui pichichi con dieciocho goles, di no sé cuántas asistencias y subimos a Tercera".

Era el primero de los ocho ascensos que conseguiría Albert Guerrero (Mataró, 1973) durante una larga trayectoria por el fútbol territorial catalán y, sobre todo, gerundense. El primero y el que más lo marcó. Porque desde el primer día sintió una conexión especial del escudo 'blanc-i-vermell'. Suyo fue el primer gol, en Sant Cugat del Vallés (0-2) de un curso que acabaría con el Girona campeón y subiendo a Tercera.

"Lo celebramos en el balcón del Ajuntament con el alcalde, Joaquim Nadal. En la Plaça del Vi, había la Penya Immortal y poca gente más. Estos se merecen un monumento. Nos acompañaban a todas partes", recuerda. En Montilivi se estaría media temporada más antes de que el aterrizaje del grupo Constel·lació Esportiva forzara su salida.

"Yo siempre he trabajado. Tenía mi trabajo de conductor de autobuses y no podía ser profesional como pedían". Se fue al Sant Andreu y, lógicamente, subió. Guerrero volvería al Girona procedente del Vilobí en 2001 pero ya no sería lo mismo. "Lo tenía hecho con el Esport Badaloní, pero cuando me llamó el Girona de Quim Barti vine volando. Una entrada de Fitó del Guíxols me estropeó la temporada".

La relación de Guerrero y el Girona no acabaría aquí, porque a pesar de que no continuaría el siguiente curso con Josep Moratalla, veinte años más tarde volvió a Montilivi. Lo hizo como conductor del bus del equipo en esta etapa moderna en varias ocasiones gracias a su trabajo.

"He tenido la suerte de acompañar el Girona a la Coruña, al campo del Betis y algún otro y poder disfrutar desde dentro de lo que no viví como jugador. Me encanta ver cómo ha cambiado todo". De entre los viajes que ha hecho con el Girona, uno, seguramente el más corto, es el que más ilusión le ha hecho.

"Llevé el equipo de la Vinya a Montilivi el día del primer partido de la Champions contra el Feyenoord. Tenía cosquillas en la barriga y todo. Nosotros que íbamos a Balaguer, Tremp o Valls...Llevarles aquel día me impactó".

En 2003 aterrizó en el Súper Blanes de Sebastián Javier i Xavi Lozano de Primera Regional. Allá vivió tres ascensos más hasta llegar a Tercera y se quedó a vivir. "Las condiciones económicas eran más buenas en Primera Regional que en Tercera División..."

En Blanes coincidió con Dani Sarabia, el jugador de mayor calidad con quien ha jugado nunca. "Era capaz de driblarse tres rivales en una baldosa". También hizo buen tándem con Ferran Corominas y Óscar Serrano en el Vilobí. Eso sí, con quien ha formado mejor sociedad atacante es con Edu Urdiales.

Cassà, Guíxols y Farners serían las últimas paradas de aquel chico que, junto con su hermano gemelo, soñaba ser Maradona y saltó del juvenil del Mataró de Primera Regional a marcar en la famosa Liga Sub19 con la Damm. "Jugábamos contra todos los equipos de Primera. Hice goles a Valerio (Madrid) y López Vallejo (Osasuna).

Tortosa, Vilassar de Mar, Barceloneta y Masnou también disfrutaron de los goles de un Guerrero que llamó la atención de Pere Gratacós y Arseni Comas precisamente en el Masnou. "El Girona cogía el rival que jugaba contra nosotros y siempre venían a ver los partidos. Se fijaron en mí y me ficharon".

A partir de aquí, el trato y la filosofía futbolística de Gratacós lo enamorarían. "Es lo mejor que he tenido y con quien más he disfrutado". A Montilivi subía cada día a entrenar con Joan Tarruella, a quien recogía en Sant Pol de Mar. "Hicimos un gran año. Dani Zamora, Carlitos, Siria, David Vicente, Jaspe..."

Entre victoria y victoria, como todos los vestuarios, las bromas no faltaban. Y uno de los encargados era Ivan Portolés. "No sé decir la erre. Y mira que me llamo Guerrero (río). Pues, un día se presenta Ivan al vestuario con un casete, lo pone en la radio y se escucha ‘aprendiendo decir la erre con Albert Guerrero’...Me lo tomaba bien, porque lo hacía de buen rollo y yo también me reía".

Ofertas para salir de Cataluña tuvo, pero nunca lo vio claro. "Me ofrecieron ir a Mar Menor, al Caravaca y a otros equipos de Murcia y la zona de Levante. Yo trabajaba y tenía la vida montada aquí".

Después de ser cortado por el Cassà y de agotar la motivación en Guíxols se retiró en el Farners, donde ahora juega su hijo. Hace bien poco ha cambiado también el autobús por el camión y se pasa el día arriba y abajo mientras sufre siguiendo su Girona. "Era una locura pensar en mi época que se llegaría a Primera. Como también era una locura dudar que aquel delantero bajito (1’68m.), pero de una técnica depurada y un olfato goleador superlativo no haría goles con el Girona".

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