Triunfo de casta en el Giro

El anónimo Taco van der Hoorn sorprende al pelotón y consigue la victoria en solitario en la tercera etapa de la prueba

En tres días de competición Remco Evenepoel ya es tercero de la general ante el primer final con montaña de la carrera

Taco van der Hoorn, eufórico en la llegada a meta

Taco van der Hoorn, eufórico en la llegada a meta / Twitter

Sergi López-Egea

Sergi López-Egea

Cuando el tren se para en la estación hay que subir al vagón. Puede que sea una oportunidad única, algo que cambie la vida, para siempre, para dejar de ser un ciclista anónimo y empezar a adquirir un nombre en el pelotón. No hay nada peor que ser pillado, tras larga y combativa fuga, a un centenar de metros, o menos, de la meta. Y, en ocasiones, tampoco es agradable que te perdonen la vida, que te dejen ganar porque no eres nadie; uno más, casi un desconocido al que han regalado una gloria efímera. Pero cuando se pelea por triunfar, como hizo Taco van der Hoorn, todo cambia y el nombre del vencedor entra en la épica del Giro… y del ciclismo.

Der Hoorn era hasta hoy un desconocido, mucho más que cuando Claudio Chiappucci se fugó camino de Futuroscope en el Tour de 1990. Era un ciclista de 27 años que no había podido triunfar en el Jumbo. Y, entre tanta nómina de corredores buenos y famosos, no había encontrado un lugar, una plaza para poder seguir pedaleando con la piel que viste a Primoz Roglic. Y es entonces cuando el corredor debe buscarse la vida, bajarse el sueldo y encontrar acomodo entre escuadras menos famosas, como el Intermarché belga que lo repescó para el ciclismo y le ofreció una plaza para disputar el Giro.

Y en la segunda etapa en línea, la tercera en el menú de la ronda italiana, Der Hoorn se fugó sabiendo lo que casi siempre ocurre, menos cuando suena la flauta gracias al coraje, al empeño y a la fuerza de unas piernas que resistieron al empuje de un pelotón en furia que no podía permitir que alguien sin nombre hasta ahora los burlara para conseguir la primera victoria en solitario en el Giro 2021.

Pero la vida del ciclista es así. Chiappucci era un buen escalador que había conseguido ganar la clasificación de la montaña en el Giro de 1990 y que jamás, hasta el inicio del Tour del mismo año, había pensado que un día sería una gran figura para acabar dos veces segundo y una vez tercero en el Giro, y dos veces segundo y otra tercero en el Tour, en sus años mágicos, entre 1990 y 1993, casi siempre a la estela de Miguel Induráin.El primer día que se vistió de líder en el Tour se fue a dormir con el jersey amarillo. No había mejor pijama para conciliar el sueño. Y muchos años después cuando Chiappucci se pone a hablar y a recordar su etapa como ciclista presume de ser el corredor que más veces enseñó el trasero a Induráin. Él atacaba, sobre todo en el Giro de 1992, el primero de los dos que ganó Miguel. El corredor navarro le dejaba unos metros de distancia, los suficientes para que arrancase el motor diésel que utilizaba Induráin en las cuestas. Pero cuando todos sus vatios se ponían en acción finalizaba el demarraje de un corredor al que llamaron ‘El Diablo’.

Es muy difícil que el triunfo logrado por Der Hoorn en la tercera etapa del Giro lo conviertan en una gran figura del ciclismo. Pero lo que sí es seguro es que a partir de ahora, si se vuelve a escapar, no irán con tantas contemplaciones, no le dejarán tomar minutos para que destroce los planes de esprint y todos irán a su caza porque ya ha demostrado que hay que tomárselo en serio cuando se fuga porque sabe ganar.

Como en serio hay que considerar a Remco Evenepoel. Lleva tres días de competición y ya está instalado en la tercera plaza de la general a 20 segundos de Filippo Ganna. Y a ver qué ocurre mañana en la subida a Sestola, con la cima a solo dos kilómetros de la meta.